martes, 5 de junio de 2012

NUESTRA BELLEZA

          
                                             LA AMAZONIA DE COLOMBIA


Especie de boa arborícola Corallus hortulana, de la selva de tierra firme en la Amazonia colombiana.
El borde de selva densa y multiestratificada es característico del Amazonas.
Los árboles en las selvas nubladas de montaña tropical se caracterizan por presentar un alto grado de epifitismo especialmente de bromelias, orquídeas y musgos, que cubren troncos y ramas.
En contacto con el mar se desarrollan los manglares, donde se encuentran especies adaptadas a los cambios de salinidad y a suelos cenagosos.
En condiciones extremas de estrés hídrico se desarrollan los bosques secos tropicales que pierden su follaje durante la estación seca.
Rafflesia arnoldii, una de las flores más grandes del mundo, alcanza un metro de diámetro y es endémica de las selvas de Sumatra. Es una planta parásita que durante la floración expele un olor pestilente para atraer a sus polinizadores.
Lémur de cola anillada, Lemur catta, endémico de las selvas de Madagascar, cerca a las montañas de Andringitra, está amenazado de extinción.
Selva lluviosa tropical de Dipterocarpáceas, especies de árboles maderables que alcanzan hasta 60 m de altura. Valle Danum, en Sabah, Borneo
La maraca o jengibre, Zingiber spectabile, es una planta nativa del oriente de Asia tropical con propiedades medicinales
La exuberancia de la selva tropical, al sur, extiende sus límites hasta la provincia de Misiones en Argentina.
Por estar localizada sobre la zona ecuatorial, la selva tropical recibe durante todo el año abundante energía solar que hace de ella uno de los ecosistemas más productivos del planeta.
El piso bajo de la selva recibe la menor intensidad de energía lumínica, razón por la cual algunas plantas como las palmas desarrollan grandes hojas para aprovechar al máximo este recurso
En Colombia, la selva de transición Orinoquia-Amazonia presenta diversidad de ambientes en un mosaico de selvas y sabanas cuyo verano es más prolongado -de 2 a 3 meses-, que el que se presenta en el interior de la selva amazónica.
El leopardo, Panthera pardus, es uno de los mayores felinos depredadores de las selvas y sabanas africanas; emplea su fortaleza para subir sus presas a los árboles.
El calao, del género Buceros, alcanza hasta un metro de altura y vive en las selvas de Sumatra. Tiene gran parecido en la estructura de su pico con la de los tucanes de la Amazonia.
Nasalis larvatus, mono narigudo que habita los bosques de manglares en las zonas costeras de Borneo. Es una especie endémica en peligro de extinción debido a la destrucción de su hábitat.
Gran ave del paraíso, Paradisaea apoda, en los bosques de Bali, Indonesia, reconocida por la belleza de su plumaje y su canto singular.
La selva tropical con su gran biodiversidad está desapareciendo rápidamente en el mundo, por la tala y quema llevada a cabo con el fin de transformarla en tierras dedicadas a la agricultura y la ganadería extensiva.
La apertura de vías mediante el uso de maquinaria pesada produce grandes impactos en la estructura y el equilibrio de las selvas; al estimular la colonización, propicia la degradación de su área de influencia.
Por el uso de contaminantes como mercurio y cianuro, la explotación del oro de aluvión en la selva amazónica del Vaupés produce efectos devastadores sobre el cauce natural y la biota acuática.
La compleja estructura y diversidad de la selva tropical ofrece a la humanidad enormes posibilidades de manejo sostenible de recursos y servicios ambientales.
Llanura aluvial de inundación en el caño Tarapoto, bajo la niebla del amanecer.
CAPÍTULO 1
 LAS SELVAS TROPICALES
DEL MUNDO
Al evocar la selva lluviosa tropical de la Amazonia o la del Congo en África, surgen imágenes de una jungla enmarañada y exuberante, con un dosel cerrado por las copas de árboles corpulentos de los que cuelgan lianas que se entrecruzan y a nivel del piso infinidad de plantas, algunas con hojas gigantes como los platanillos y las palmas; historias de tribus que han vivido alejadas de nuestra civilización y de seres misteriosos habitantes de la espesura donde el calor agotador, la bulla permanente de loros y monos y el acecho de serpientes venenosas, animales salvajes y enjambres de mosquitos, crearon la leyenda de una selva tropical agreste e indómita, cuyos mitos fueron popularizados en Europa por exploradores y navegantes. Al hacer la reseña de la expedición del barco Beagle (1831–1836), Alan Moorehead citó las palabras de Charles Darwin cuando tuvo el primer contacto con un bosque tropical en Bahía, Brasil: «…Una extraña mezcla de sonido y silencio impregna las zonas sombrías del bosque. El de los insectos es tan fuerte que puede ser oído incluso desde un barco anclado a centenares de metros de la costa; en cambio en los escondrijos del bosque parece reinar un silencio universal».

Las selvas o bosques tropicales son ecosistemas en extremo heterogéneos y diversos, que varían en tamaño, forma y naturaleza, puesto que son el resultado de la interacción de factores ambientales orográficos, geológicos, climáticos, edáficos y culturales muy disímiles.

La cordillera de los Andes en su vertiente hacia el Amazonas es un buen ejemplo de los diferentes tipos de bosque que se presentan en un gradiente altitudinal que va desde el límite con las nieves perpetuas, más allá de los 4.500 m de altitud, hasta el piedemonte, a menos de 1.000 msnm; en el extremo superior se desarrollan bosques achaparrados como los de coloradito —Rosácea del géneroPolylepis—, que deben soportar temperaturas medias anuales inferiores a los 10°C y fuertes heladas durante las épocas secas; en la montaña media predominan los bosques montanos frecuentemente nublados, como las yungas y en el piedemonte las selvas húmedas de climas ecuatoriales.

En zonas de transición entre las selvas húmedas tropicales o las sabanas y las zonas secas o desérticas, se desarrollan los bosques secos tropicales o bosques caducifolios; son selvas tropicales que se mantienen de uno a cinco meses en las estaciones secas, durante las cuales las especies vegetales deben adaptarse al estrés producido por el déficit hídrico, pierden temporalmente sus hojas y en la temporada de lluvias reverdecen y se llenan de vida.

Otro tipo de bosque tropical de las zonas costeras es el manglar, cuyos árboles crecen sobre sustratos cenagosos carentes de oxígeno y en contacto con aguas salobres marinas; allí predominan especies de unos pocos géneros, como Avicenia Rhizophora, que se distribuyen según la tolerancia a la salinidad y al grado de consolidación del suelo. Los manglares más extensos del mundo, denominados Sundarbans, se encuentran en el sur de Asia en la frontera entre India y Bangladesh y cubren una superficie de aproximadamente 10.000 km2.

La selva tropical es el más complejo de los grandes biomas del planeta y alberga más de la mitad de la flora y la fauna existentes; las del nuevo mundo, denominadas neotropicales, poseen una gran diversidad y riqueza de especies vegetales; en el estudio sobre la biogeografía de éstas, el biólogo Gary Hartshorn encontró que las de América Latina y el Caribe son las más importantes del mundo por su extensión, riqueza biológica y complejidad ecológica. De los diez países con bosques tropicales más extensos, seis se encuentran en América —Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, México y Venezuela— y de acuerdo con los registros de WRI (World Resources Institute), cubren 9,2 millones de kilómetros cuadrados, que representan el 52% de todos los bosques tropicales del planeta.

PIONEROS EN LA EXPLORACIÓN DE LA SELVA

La mayor superficie de bosque tropical del continente africano se encuentra en la región costera, en la cuenca del río Congo o Zaire y tiene aproximadamente 1,7 millones de kilómetros cuadrados; es una densa selva de la que se tuvo conocimiento alrededor del año 450 a.C., cuando cartagineses y fenicios navegaban por el Atlántico, pero su exploración sólo comenzó formalmente en el siglo XV, cuando los portugueses se abrieron camino gradualmente hacia el sur.

Según los investigadores Soffy Arboleda y Nazle Galat, la búsqueda de las islas Molucas, productoras de nuez moscada y clavo, contribuyó notablemente a la exploración de las selvas del suroccidente asiático. La primera ruta marítima entre Europa y el extremo Oriente fue establecida por los portugueses, quienes en 1478, quienes al mando de Vasco de Gama enviaron una expedición que dobló el cabo de Buena Esperanza y abrió el camino hacia las Indias Orientales; los portugueses dominaron por muchos años el comercio de las especias, hasta que a principios del siglo XVI fueron expulsados por los holandeses, quienes mantuvieron el monopolio de las valiosas plantas hasta finales del siglo XVIII, cuando éstas fueron sacadas de contrabando y sembradas en las Antillas y otros lugares, con lo que se desplomó su elevado precio. Más tarde, en el siglo XIX, destacados científicos y naturalistas como Sir Stamford Bingley Raffles, cuyo apellido dio nombre a una de las flores más grandes del mundo, la Rafflesia arnoldii, contribuyeron al conocimiento de la historia natural de Java y Sumatra.

Numerosas naves europeas zarparon hacia las Indias Orientales en busca de nuevas rutas, riquezas y tierras y con el descubrimiento de América se inició la exploración de sus selvas tropicales. La búsqueda de El Dorado y del país de la canela, una de las especias más apreciadas en la época, llevaron a Gonzalo Pizarro y a Francisco de Orellana a internarse en lo profundo de la selva amazónica; la expedición partió en 1541 de Quito, atravesó los Andes y descendió por el río Napo, hasta el lugar donde se creía que existían abundantes árboles de canela morena. La expedición culminó cuando Pizarro, sin provisiones y frustrado, regresó a Quito un año más tarde y Orellana decidió continuar por el curso del Napo. Cuenta la leyenda que río abajo la expedición fue atacada por mujeres guerreras semejantes a las amazonas de la mitología griega, de quienes tomó su nombre el río. La expedición llegó en 1542 a su desembocadura en el Océano Atlántico.

En 1743 el naturalista y científico francés Charles Marie de La Condamine emprendió el viaje desde Quito, bajó por el río Amazonas, que en la parte andina de Perú llaman Marañón y continuó hasta su desembocadura. Además de las observaciones geoastronómicas para demostrar el achatamiento de la Tierra, durante ocho años de expedición puso especial atención a los conocimientos que tenían los nativos para curar las fiebres intermitentes con extractos de la corteza de quina y a la preparación de venenos como el curare, para cazar animales; especialmente le interesó una planta productora de látex, el caucho silvestre o siringa, cuyas propiedades La Condamine fue el primero en describir.

Otros exploradores de las selvas tropicales fueron el naturalista inglés Alfred Wallace, y el entomólogo inglés Henry Bates, quienes llegaron a Brasil en 1848 y se dedicaron durante varios años a estudiar la diversidad de la flora y la fauna, especialmente la de los insectos. Bates encontró el medio propicio para estudiar el mimetismo animal y coleccionó miles de insectos, que desafortunadamente se perdieron en un naufragio; entre sus trabajos más importantes, está el haber demostrado que el Amazonas y el río Negro constituyen barreras geográficas en la distribución de especies. Wallace exploró también las selvas de Malasia en 1854 y al comparar la fauna de Brasil y la del archipiélago malayo, pudo desarrollar al mismo tiempo que Darwin, pero independientemente, la teoría de la evolución por selección natural. Cautivaron su interés en Malasia, las flores gigantes de más de un metro de diámetro, las enormes mariposas alas de pájaro, los ágiles gibones y los orangutanes; sus observaciones contribuyeron al conocimiento de la historia natural del archipiélago malayo y en general al de la selva tropical.

LA ZONA TROPICAL

En la zona tropical del planeta, localizada entre el Trópico de Cáncer —23°27’ latitud norte— y el Trópico de Capricornio —23°27’ latitud sur—, crece una densa selva que llega hasta el sur de México y la Florida en el hemisferio norte y hasta el sur de Brasil y la provincia de Misiones en Argentina, lugares ubicados fuera de los trópicos, lo que demuestra que el límite latitudinal de las selvas tropicales no está determinado por su posición astronómica, sino más bien por la intensidad de la estación fría, la cantidad de precipitación, la historia geológica y factores orográficos locales, entre otros.

Hacia el norte y hacia sur de los trópicos cambian las condiciones climáticas, las precipitaciones disminuyen, aumenta la evapotranspiración, el número de días secos aumenta y por tanto la estacionalidad del clima impone a los bosques un caráctercaducifolio —caída estacional de las hojas—, lo que da paso al desarrollo de otras formaciones vegetales como bosques subhúmedos y secos, matorrales espinosos y sabanas.

Los dos trópicos conforman una franja de 5.212 km de anchura en la que se encuentran 140 países —114 en su totalidad y 26 parcialmente—, de un total de 208 que hay en el mundo. Para comprender la franja tropical donde se ha desarrollado la selva más diversa y exuberante del globo, el profesor, geógrafo y humanista Ernesto Guhl, hizo la siguiente reflexión: «…Pero tanto que hablamos de los trópicos, que vivimos en ellos y en verdad, ¿qué son?, ¿cómo se caracterizan y se distinguen de otras zonas de la tierra?…». Y al respecto señala las siguientes características:
  • Los trópicos son un cinturón espacial que se extiende a ambos lados de la línea equinoccial y carece de estaciones térmicas anuales. La duración de la radiación solar es prácticamente igual durante todo el año.
  • La disminución del calor con el aumento de la altura sobre el nivel del mar divide los trópicos, en sus regiones montañosas, en pisos altitudinales o pisos térmicos, por lo cual existen los trópicos cálidos y los trópicos fríos.
  • A las diferencias térmicas de los trópicos se suman otras de humedad, o sea el concepto hídrico. Los diferentes pisos térmicos o altitudinales, con sus períodos de lluvia y sequía de diferente intensidad y duración, marcan el paso anual de tiempo y producen grandes zonas biogeográficas o ecológicas en las que los períodos de menor humedad se conocen como verano y los de lluvia como invierno.
  • A la temperatura y la humedad, constante la primera y variable la segunda, se debe agregar el concepto de fotoperíodo —duración del día respecto a la noche—, que es más o menos constante durante todo el año; es decir, que su posición geoastronómica es poco o nada variable. Entre otros factores astronómicos determinantes en la configuración de la zona tropical del planeta, están la inclinación de su eje en relación con la eclíptica o plano solar, la curvatura de su superficie, la rotación diurna alrededor de su propio eje y la traslación anual alrededor del sol.
En general, la zona tropical se caracteriza por ser calurosa y húmeda, debido a que la energía solar llega a la atmósfera en ángulo recto y a la presencia de elevadas precipitaciones por efecto de las corrientes atmosféricas que forman una franja nublada y lluviosa, denominada zona intertropical de convergencia —ZITC—, que se desplaza hacia el norte durante el verano boreal y hacia el sur en el verano austral. La mayor parte de las investigaciones sobre el comportamiento climático de la zona tropical, muestran que existe una estrecha relación entre zonas de baja altitud, con alta precipitación y temperaturas medias mensuales superiores a 20°C y los lugares donde se desarrollan los bosques húmedos tropicales.

Los ambientes tropicales, considerados espacial y temporalmente heterogéneos, tienen un clima relativamente estable que hace que sean inalterables en cuanto a fotoperíodo, entrada anual de energía, ámbito anual de temperaturas medias y otras variables climáticas; sin embargo, hay regiones que sufren variaciones de temperatura diurnas, estacionales, o ambas, puesto que los factores meteorológicos y las montañas modifican las características del clima local.

Como en la zona tropical no hay estaciones, la vegetación tiene un crecimiento permanente durante todo el año; en el interior de la selva tropical la cantidad y la calidad de la energía lumínica es filtrada por el follaje dispuesto en múltiples estratos desde el nivel del suelo hasta el dosel o copa de los árboles, lo cual crea un clima interno propio. En el sotobosque, bajo el dosel cerrado, la frecuencia, duración, intensidad y calidad de la irradiación directa es muy difícil de predecir, pero la intensidad de radiación difusa durante la mayor parte del día es extremadamente baja. Esta variabilidad incide sobre diferentes procesos ecológicos y evolutivos, como germinación, fotosíntesis, crecimiento, fenología y desarrollo de la vegetación en los claros de la selva, entre otros.

La energía solar intensa durante todo el año, las elevadas temperaturas y las lluvias abundantes hacen de la selva húmeda tropical uno de los ecosistemas más productivos del planeta; se estima que la selva amazónica acumula el 10% de la productividad primaria del mundo. Paradójicamente, dicha exuberancia se sustenta, en su mayor parte, en suelos relativamente pobres, predominantemente de color rojizo, con altos contenidos de óxidos de hierro; por esta razón la selva húmeda tropical ha desarrollado complejos mecanismos de adaptación, como el reciclaje, mediante el cual aprovecha al máximo los recursos disponibles en el humus superficial, donde los nutrientes son capturados por infinidad de hongos microscópicos denominados micorrizas y transferidos rápidamente a la vegetación, que recibe elementos como fósforo y nitrógeno. Numerosos estudios científicos han demostrado que los suelos del bosque tropical son muy frágiles, por lo cual si se elimina la cobertura forestal que los protege, rápidamente se degradan y erosionan.

DISTRIBUCIÓN Y TIPOS DE SELVA TROPICAL

La distribución de la selva tropical tiene una estrecha relación con el clima de la región donde se desarrolla, puesto que la provisión de agua y la temperatura son determinantes en su conformación. Una de las clasificaciones climáticas mundiales más conocidas se debe al científico alemán, meteorólogo y climatólogo Wladimir Peter Köppen, quien definió tres grandes patrones climáticos relacionados con la vegetación existente:
  • Bosques muy lluviosos durante todo el año, o pluvisilva tropical. Corresponden a la verdadera selva húmeda tropical que tiene la estructura más desarrollada, multiestratificada y exuberante; las extensas formaciones vegetales de las tierras bajas de la cuenca amazónica y las selvas congoleñas pertenecen a este grupo. La selva pluvial tropical no presenta en el año ningún mes seco, pero tiene en algunos casos breves períodos de sequía que no generan un efecto considerable, aunque algunos árboles pierden las hojas. La mayor biodiversidad de plantas se encuentra en este tipo de selva; un área de 10 km2 puede contener más de 1.500 especies con flores y alrededor de 750 árboles diferentes.
  • Bosques estacionalmente húmedos o subhúmedos. En lugares donde se presentan unos pocos meses secos, especialmente en los relacionados con los vientos monzones —India y suroriente asiático—, crece la selva tropical monzónica; en África y América del Sur se desarrollan selvas tropicales estacionales, generalmente periféricas a los ecosistemas de sabanas. La estación seca puede durar de tres a seis meses, lo que produce en algunas especies la pérdida de follaje.
  • Bosques subhúmedos o secos, caducifolios. Están representados por formaciones vegetales de clima estacional e incluyen los bosques de galería de las sabanas y matorrales secos.
En el sistema de clasificación de Köppen hay que considerar adicionalmente otros patrones climáticos y de vegetación, que se deben a la presencia de grandes sistemas montañosos y a los efectos locales que originan las selvas nubladas de montaña o bosques montanos. En Suramérica, en los ecosistemas de alta montaña tropical, sujetos a condiciones climáticas extremas por encima del límite superior de los bosques, surgen los biomas de páramo, jalca y puna; y en África los de Lobelia y Senecio.

De acuerdo con otro esquema de clasificación de las formaciones vegetales, propuesto por el científico Leslie R. Holdridge, el bosque tropical se desarrolla en las franjas altitudinales o zonas de vida, de la siguiente forma: piso premontano, de 0 a 1.000 m de altitud aproximadamente, con temperatura media anual superior a los 24°C; piso montano bajo, de 1.000 a 2.000 m de altitud, con temperatura 12 a 18°C y piso montano, de 2.000 hasta aproximadamente 4.000 m de altitud, con temperatura entre 6 y 12°C.

En el contexto mundial, la selva tropical se distribuye en tres grandes regiones: la de Suramérica, la gran Hylea Amazónica, representa aproximadamente el 56%; la del occidente de África el 18%; y la de Oceanía, Indomalasia y Australasia, el 26%.

LA SELVA TROPICAL AFRICANA

En el norte del continente africano, el desierto más grande del planeta, el Sahara, con aproximadamente 11.000.000 km2 y cerca de 5.000 km de longitud de oriente a occidente, genera un límite físico y climático para la distribución de la selva tropical. Hacia el sur, la cobertura forestal se va incrementando gradualmente hasta encontrarse con la zona lluviosa ecuatorial donde se desarrolla una exuberante selva.

Se estima que la selva tropical de la región occidental africana abarca aproximadamente 1,7 millones de kilómetros cuadrados y, al incluir las áreas con bosques menos húmedos y más intervenidos que hay alrededor del núcleo forestal y los mosaicos de bosques y sabanas, el total de la superficie forestal africana alcanza aproximadamente 3,4 millones de kilómetros cuadrados.

El 70% del núcleo forestal congoleño está intacto y conserva especies de fauna únicas y extraordinarias como el okapi, con apariencia de ciervo y cebra y emparentado con la jirafa, que fue descubierto en la selva del Zaire en el año 1901 y otros mamíferos emblemáticos, gorilas, búfalos y elefantes. Estas selvas sirven de resguardo a tribus como la de los pigmeos mbuji, fuente de leyendas fantásticas que desdibujaron su importancia cultural y ecológica en el manejo de la selva. De acuerdo con la red internacional Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, subsisten aproximadamente 30.000 de estos pigmeos que ocupan el 50% de los 37.860 km2 de Mambasa; debido a la rápida expansión de plantaciones madereras de Uganda y a la excesiva explotación de recursos minerales como coltan, oro y diamantes, su existencia está amenazada.

Al oriente de África, en las montañas que rodean el valle del Rift, se presentan unos remanentes de selva tropical en estado de conservación crítico, similares a los de las selvas montanas de Etiopía. La isla de Madagascar, a 400 kilómetros de África, de la cual la separa el estrecho de Mozambique, presenta una estrecha franja de selva lluviosa tropical en la zona costera oriental. Con picos montañosos hasta de 2.000 m de altitud, esta isla se separó del continente en época remota y, tras miles de años de aislamiento, su flora y fauna evolucionaron hacia especies únicas, como el conocido árbol del viajero, las diversas especies de lémures terrestres y arborícolas, o los misteriosos camaleones endémicos, de los géneros Brookesia, Furcifer y Calumma, considerados al mismo tiempo dioses y demonios.

SELVAS TROPICALES DE INDOMALASIA

Desde tiempos remotos, eventos geológicos y evolutivos hicieron de esta región una de las más sorprendentes del planeta. El área comprende el subcontinente indio, el territorio oriental y meridional de la península malaya y las grandes islas de Sumatra, Java, Borneo —la tercera isla más grande del mundo—, Filipinas, y otras islas como Krakatoa, recordada por la explosión catastrófica del poderoso volcán en 1883. A excepción de Java, que cuenta con alta densidad de población, las demás islas poseen extensos territorios vírgenes con selvas muy ricas en especies arbóreas, con cerca de 2.830 plantas leñosas, de las cuales 746 son endémicas.

En India, la gran meseta del Decán, con el sistema montañoso de los Ghates Occidentales, hace que las corrientes húmedas provenientes del mar Arábigo formen una estrecha franja de selva húmeda tropical, considerada por la World Wildlife Fund —WWF— prioritaria en conservación, debido a la presencia de importantes poblaciones de tigre real, elefante asiático y gaur, una especie de bovino salvaje. Las selvas lluviosas de la península de Indochina se destacan por sus bosques de Dipterocarpáceas y por el descubrimiento, en pasadas décadas, de cinco nuevas especies de grandes mamíferos en las montañas entre Laos y Vietnam.

Las selvas pluviales de Indomalasia que presentan una precipitación anual de 5.000 milímetros y una temperatura media de 26°C, constituyen una de las principales áreas abastecedoras de maderas duras tropicales, como la teca. De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Forestales de Malasia, los principales tipos de bosques son los de Dipterocarpáceas, en tierras bajas —hasta 1.300 msnm—, con árboles emergentes de 60 m de altura del género Correa; en la alta montaña —por encima de 1.300 m—, los bosques de Fagáceas, Podocarpáceas y Lauráceas y sobre los 2.000 m, bosques ricos en Coníferas y Ericáceas. Un bosque de estructura y sustrato particular es el conocido como keranga, que se desarrolla sobre suelos arenosos, ácidos y pobres en nutrientes, con árboles del género Casuarina. De acuerdo con la evaluación de los recursos forestales mundiales —FRA, 2005—, en la India la cobertura forestal se estima en 67,7 millones de hectáreas e Indonesia presenta una superficie forestal de 88,5 millones de hectáreas.

La fauna característica de la selva lluviosa de esta región está conformada por el tapir malayo, elefantes, cerdos salvajes, leopardos, rinocerontes y numerosos primates, como los gibones del género Hylobates, amenazados de extinción, al igual que los orangutanes y los enormes monos násicos —por su nariz colgante— que viven en los manglares de los pantanos de Borneo.

SELVAS TROPICALES DE AUSTRALASIA

En un sentido amplio, la región de Australasia incluye Australia, Nueva Zelanda, Nueva Guinea y muchas islas de la parte oriental de Indonesia. Los bosques tropicales de esta región se concentran principalmente en el litoral australiano de Queensland y en Nueva Guinea, que es la isla tropical más grande del mundo, con picos glaciares como el Monte Wilhelm que alcanza los 4.500 msnm, lo cual proporciona diversidad de ecosistemas en el gradiente altitudinal. Según Russell Mittermeier, Nueva Guinea es la isla más rica del planeta en cuanto a diversidad y endemismos vegetales, cerca de 17.000 especies, de las cuales 10.200 son endémicas.

Indonesia tiene la tercera mayor superficie de bosque tropical después de Brasil y la República Democrática del Congo y aunque constituye solamente 1,3% de la superficie total de bosques del mundo, alberga el 10% de las especies de flora, 12% de los mamíferos, entre los que se destacan los zorros voladores, el murciélago frugívoro de gran tamaño, del género Pteropus, 17% de los reptiles y anfibios y 17% de las aves, todo esto gracias a que es una región de encuentro de fauna asiática y australiana.

La selva lluviosa tropical de Queensland, a pesar de que ocupa el 0,3% del continente australiano, conserva niveles extraordinariamente elevados de biodiversidad. Según WWF, constituye un refugio de la flora antigua de Gondwana y en sus especies se puede leer la historia evolutiva de las plantas en la Tierra, así como la de los marsupiales y las fantásticas aves lira.

Aunque Indonesia es el segundo país en términos de riqueza de vida silvestre, numerosas especies como orangutanes, cerdos barbudos, tigres y rinocerontes están amenazadas. Se destacan las hermosas aves del paraíso que ostentan un plumaje sorprendente, el casuario, extraordinaria ave terrestre, de 1,80 m de altura y las mariposas alas de pájaro, cuya envergadura puede alcanzar casi treinta centímetros.
Ocho años de detallados estudios de esta esta región, le permitieron en 1858 a Alfred Russel Wallace presentarle a Darwin sus ideas acerca de la teoría de la evolución. Las dos grandes regiones, el sureste Asiático y Australasia muestran en su flora y fauna diferencias notables debido a que sus historias evolutivas se desarrollaron separadamente. Posteriormente se descubrió que el límite denominado Línea de Wallace corresponde a una profunda fosa oceánica y frontera de placas tectónicas que formaron grandes barreras geográficas para la distribución de las especies. Estas islas constituyen un verdadero laboratorio donde la vida se manifiesta en múltiples adaptaciones ecológicas.

DESAPARECE LA SELVA TROPICAL

La desaparición acelerada de las selvas y bosques tropicales y con ella la pérdida definitiva de la biodiversidad, de tribus ancestrales y de múltiples bienes y servicios ambientales es indudable. Las principales causas de esta devastación radican en la transformación de áreas para agricultura y ganadería, en la explotación forestal y de recursos minerales y en los incendios provocados.

Si bien no se puede tener un inventario exacto de la cobertura de bosques y selvas en la zona tropical, algunos estudios indican que ésta se pierde aceleradamente. Según la evaluación de los recursos forestales realizada por la FAO, la cobertura de bosques tropicales al final de 1990 abarcaba 1.756 millones de hectáreas, es decir, aproximadamente el 37% de la superficie total de las tierras. América posee la mayor extensión forestal —918 millones de hectáreas—, cifra significativa, principalmente por el aporte de las selvas de la cuenca amazónica y del Orinoco; le siguen África —528 millones— y Asia —311 millones—. Alrededor de 1.544 millones de hectáreas —88%— se encuentran en tierras bajas y las restantes 204 millones —12%— en zonas de montaña.

La deforestación entre 1981 y 1990 en el conjunto de la zona tropical se estimó en 15,4 millones de hectáreas al año, de las cuales 7,4 millones se talaron en América, 3,9 millones en Asia y 4,1 millones en África. La tasa de deforestación en el decenio de 1980, en la totalidad de la zona tropical, fue de 0,8% al año —0,7% en América, 0,7% en África y 1,1% en Asia.

El estudio más actualizado sobre el estado de los bosques a nivel mundial, realizado por la FAO (FRA 2005 —Forest Resources Assessment—), revela que la deforestación, principalmente para obtener tierras para el cultivo, continúa a un ritmo alarmante —cerca de 13 millones de hectáreas por año—, pero al mismo tiempo, la reforestación, la restauración del paisaje y la expansión natural del bosque, contribuyeron significativamente a que la pérdida neta de bosques durante el período 2000–2005 —7,3 millones de hectáreas por año—, fuera inferior a la presentada durante 1990 a 2000 —8,9 millones—. En Indonesia las cifras son inquietantes; según una investigación de la ONG Indonesia WALHI, por lo menos 72% de los bosques del país han sido destruidos y la tasa de deforestación alcanzó 3,8 millones de hectáreas por año, la mayor tasa de pérdida de bosques del mundo. Según FRA, en África, en 2005 la cobertura forestal era de 635,412 millones de hectáreas y la tasa de deforestación entre 2000 y 2005 fue de 0,62%, equivalente a una pérdida anual aproximada de 4 millones de hectáreas. Las naciones que perdieron una mayor cobertura fueron Nigeria —410.000 ha/año—, República Democrática del Congo —319.000 ha/año— y Ghana —115.000 ha/año—.

Las selvas tropicales contribuyen considerablemente en el control del calentamiento global, debido a que capturan grandes cantidades del carbono, uno de los principales causantes del efecto invernadero. Estudios científicos han demostrado que la deforestación, degradación y manejo deficiente de bosques reduce el carbono almacenado en su interior; se estima que los bosques del mundo almacenan 283 Gigatoneladas de carbono solamente en subiomasa —1 Gt = mil millones de toneladas métricas— y que el capturado por la biomasa forestal, madera muerta, hojarasca y suelo juntos, es aproximadamente 50% superior al que se encuentra en la atmósfera. En este sentido el estudio de FRA 2005 indica que el carbono en la biomasa forestal disminuyó en África, Asia y Suramérica en el período 1990–2005 y se incrementó en las otras regiones, pero a nivel mundial, el total de carbono almacenado disminuye anualmente en 1,1 Gigatoneladas.

Además de la deforestación para obtención de maderas y el establecimiento de ganaderías, monocultivos agroindustriales y cultivos ilícitos, otro de los grandes destructores de selva tropical en el mundo es la minería, que produce efectos nocivos sobre los ecosistemas. La recuperación de los suelos afectados por las explotaciones mineras es lenta y muy difícil. Los estudios de Fernando Franco y Hernando Valdés establecieron que la minería artesanal de oro de aluvión en la Amazonia colombiana destruye entre cinco y diez hectáreas de bosque primario al año, para obtener alrededor de 7,5 kilogramos de oro por mes. Cerca de un metro cúbico de tierra debe ser removido para conseguir un gramo de oro. Estos claros en la selva no volverán a ser verdes en cincuenta años. En cien, quizás, podrán generar una vegetación similar a la original. La explotación de oro a cielo a abierto en el Perú deja un suelo desnudo que es visible desde el espacio exterior. Entre tanto, los químicos y metales utilizados, como el mercurio, se incorporan en la cadena trófica del ecosistema y afectan el medio ambiente y finalmente al hombre.

A pesar de que el escenario es desalentador, porque diariamente se pierden miles de hectáreas de selva, en el mundo se hacen grandes esfuerzos por conservar las selvas tropicales y su invaluable diversidad cultural y biológica, por parte de entes gubernamentales, de centros de investigación y organizaciones no gubernamentales. Aún así, la pérdida de las selvas tropicales, uno de los ecosistemas más ricos del mundo, que sustenta a millones de personas, incluidas las comunidades indígenas, está seriamente amenazado y representa un problema de importancia global. De acuerdo con el investigador W. A. Rodgers, aunque la mayoría de las naciones han adoptado políticas de apoyo a la conservación de los recursos forestales, la cobertura real de bosque continúa disminuyendo en todo el mundo, lo que significa que con frecuencia no funcionan las políticas forestales y la conservación de dichos recursos continúa originando controversias a nivel mundial.

       
Antiguas formaciones geológicas del Macizo Guayanés forman tepuyes fuertemente erosionados.
Crestas y picos montañosos en la región paramuna de la cordillera Oriental, formada a partir de sedimentos marinos.
Perfil de la serranía de Autana en la provincia de Guayana, Venezuela. En su base se acumula la arena que va formando un sustrato pobre para el desarrollo de la vegetación.
Durante la formación de la Amazonia, los bosques de manglar fueron remplazados por vegetación de selvas o sabanas predominantes de acuerdo con las fluctuaciones climáticas.
Las especies del género Zamia, son algunas de las plantas más antiguas del planeta; un fósil viviente que sobrevivió en refugios húmedos de la selva. La mayor parte de las especies son endémicas y están en peligro crítico de extinción en su hábitat natura
Durante el Pleistoceno parte de la biota amazónica se refugió en las cimas de las mesetas del Escudo de Guayana, como la serranía de Chiribiquete en Colombia.
Atardecer en el río Amazonas durante el período de aguas altas, desde Tabatinga, Brasil.
Vegetación riparia en la ribera del río Amazonas.
Paisaje complejo de diques, bacines, orillares y antiguos cauces meándricos durante la estación de aguas altas del río Amazonas.
Paisaje periglaciar en las laderas del Nevado Quehuisha, cuenca alta donde nace el río Amazonas.
La Amazonia, una fábrica permanente de agua, produce y evapora millones de litros, que en forma de nubes, son transportados por los vientos hacia las montañas donde descargan lluvias torrenciales en un ciclo permanente.
Selva de mediana altura, de 15 a 20 m,
que crece sobre los suelos desarrollados en las areniscas del Escudo Guayanés, y constituye la vegetación dominante en el nivel más bajo de los tepuyes.
Valle aluvial de un río de aguas blancas, cargado de sedimentos arcillosos erosionados de la vertiente andina que le dan su coloración amarillenta y aspecto barroso.
Aguas turbulentas, cristalinas y cargadas de oxígeno caracterizan los ríos y quebradas de alta montaña.
Paisaje de selva riparia en el río Orinoco, en la transición con las sabanas de los Llanos Orientales.
Los incendios representan una gran amenaza en la selva amazónica, degradan cientos de hectáreas y liberan toneladas de gases que contribuyen al calentamiento de la atmósfera.
Calma en las profundas y misteriosas aguas negras del lago Tarapoto.
Un haz de luz provee la  energía necesaria en el piso de la selva. El reciclaje y uso óptimo de nutrientes son procesos indispensables para mantener la exuberancia de la selva tropical.
Borde de la selva riparia en el río Amazonas.
CAPÍTULO 2
 LAMAZONIA
Es difícil imaginar que haya existido un inmenso mar amazónico en medio de lo que es en la actualidad la cordillera de los Andes al occidente y las montañas del Escudo Guayanés al oriente; sin embargo, dicho mar interior fue una realidad. La historia geológica se inició cuando el planeta estaba conformado por un solo continente —Pangea— hace más de 600 millones de años. De acuerdo con la teoría de deriva continental, esta gran masa de tierra se dividió en dos: Laurasia al norte y Gondwana al sur y de ésta, hace 130 millones de años comenzaron a separarse África, Suramérica, la Antártica, Australia y la India; finalmente, la gigantesca masa continental de Suramérica, que se desplazaba de oriente a occidente, chocó contra la placa oceánica de Nasca y se inició la formación de montañas volcánicas en el borde occidental del continente; durante el Eoceno —hace entre 50 y 35 millones de años—, un fuerte desplazamiento de las placas tectónicas provocó el primer gran levantamiento de la cordillera andina. El sinclinal comprendido entre los Andes y el escudo Guayano–Brasilero se llenó alternadamente de sedimentos marinos o lagunares y de otros continentales generados por la erosión de las cordilleras. Durante elMio–Plioceno —entre 25 y 1,5 millones de años antes del presente—, un nuevo choque, acompañado de fracturas, hundimientos y actividad volcánica, permitió la conformación definitiva de los Andes.

El geólogo de la Universidad de Carolina del Norte, Russell Mapes encontró en los antiguos sedimentos del Amazonas diminutos cristales de zircón, un mineral de origen volcánico, que le permitieron rastrear la evidencia de que el río drenaba hacia el océano Pacífico durante el Cretáceo —hace 130 millones de años—; quizás esto originó, en parte, la enorme diversidad ictiológica de la Amazonia. En el período Terciario, durante el Mioceno medio —hace entre 16 y 10 millones de años—, las actuales cuencas amazónica y del mar Caribe drenaban hacia un mismo lado, de modo que los ríos que tributan hoy hacia la Amazonia noroccidental, corrían hacia el occidente y luego hacia el norte y vertían sus aguas en el actual lago de Maracaibo. Durante el Mioceno tardío —hace entre 7 y 6 millones de años—, se levantó el segmento nororiental de la cordillera de los Andes —cordillera de Mérida—, que impidió el drenaje hacia el lago de Maracaibo e hizo que parte de los ríos formaran la cuenca del Orinoco y los de la cuenca amazónica comenzaran a drenar sus aguas hacia el oriente.

CAMBIOS CLIMÁTICOS GLOBALES

Durante el Pleistoceno —2,5 millones de años a 10.000 a.C.—, se alternaron en el neotrópico varios períodos glaciales e interglaciales que generaron drásticos cambios en el clima y la biota de la región. De acuerdo con estudios paleoecológicos realizados por el profesor Tomás Van der Hammen, al hacer una perforación de 30 m de profundidad en la llanura costera cerca de Georgetown, Guyana, poblada en la actualidad por bosques de manglar, se encontraron evidencias de cómo al retirarse el mar y desaparecer los manglares, durante la época glacial, surgió una vegetación de sabana abierta, con gramíneas o pastos y arbolitos de los géneros Byrsonima yCuratella; posteriormente, a comienzos del Holoceno, cuando el área llegó a ser nuevamente invadida por el mar, hace cerca de 8.600 años, apareció un cinturón de mangle Avicennia y posteriormente el mangle Rhizophora dominó completamente la escena. Además de demostrar que el nivel del mar fluctuó varias veces, este estudio reveló que los cambios en la vegetación están relacionados con el clima.

Durante el Pleistoceno, el cambio climático global actuó de una manera mucho más severa de lo que se creía. De acuerdo con los datos recolectados por el Programa de Perforación Oceánica —Ocean Drilling Program—, la temperatura de la superficie del océano bajó y subió rápidamente, en ciclos de unos pocos miles de años; a su vez, los registros provenientes de muestras de hielo de glaciares de montaña y de muestras de polen de sedimentos lacustres en la cordillera de los Andes, demuestran que las oscilaciones en la temperatura oceánica influyeron en los ecosistemas terrestres neotropicales, particularmente en los de las zonas bajas. Durante las glaciaciones del Pleistoceno, el ambiente no fue totalmente frío ni caliente, seco ni lluvioso, sino que presentaba una combinación cambiante de estos escenarios y con cada oscilación cambiaba el rango habitacional de las especies, haciendo que las comunidades vegetales se mantuvieran en constante migración. Cuando la precipitación fue inferior en 1.000 mm respecto de la actual, buena parte de la cobertura vegetal selvática se transformó en sabanas, como pudo ocurrir hace cerca de 20.000 y 40.000 años, cuando la selva lluviosa quedó reducida a pequeñas áreas. Para algunos investigadores, esta dinámica cambiante contribuyó a la formación de la gran diversidad de la biota en la Amazonia. El análisis de polen de los sedimentos de la zona media del río Caquetá, evidencia la presencia de coníferas del género Podocarpus en la región, lo que indica condiciones ambientales frías en el pasado; se estima que la temperatura en las tierras bajas tropicales durante el último período glacial, con respecto a la actual, pudo ser menor entre 5 y 7°C.

Para tener una idea del impacto de la variación del clima sobre el ecosistema, basta observar los efectos que actualmente genera el friaje, un evento que causa cambios bruscos en las temperaturas mínimas de la Amazonia. Según los lugareños, la baja temperatura superficial del agua de lagunas y ríos hace boquear a los peces, que mueren debido al déficit de oxígeno. El friaje también afecta los patrones de floración y fructificación de los árboles y ocasiona daños graves a la agricultura, en especial a los cultivos semiperennes, por ejemplo el café, el cacao y algunos frutales, como ocurrió en la Amazonia brasileña en 1994. Durante el año 2000 se registraron en Perú diez casos de friaje; el más severo presentó una temperatura mínima de 8,3°C, cuando la normal fluctúa entre 19 y 21°C. Este fenómeno se debió a una perturbación anticiclónica en la zona central y oriental del océano Pacífico Sur, que se desplazó hacia el continente por varios días y produjo masas de aire polar frías y secas.

REFUGIOS EN LA AMAZONIA

La observación de los cambios climáticos, particularmente de aquellos ocurridos en la cuenca amazónica, es importante para comprender cómo funciona un laboratorio de biodiversidad, en un ambiente cambiante y dinámico, a lo largo del tiempo.

Con base en los patrones de distribución de algunas especies de aves de la Amazonia, el paleontólogo alemán Jürgen Haffer propuso en 1969 la teoría de los Refugios Húmedos del Pleistoceno, en los que algunas especies encontraron las condiciones propicias para subsistir y, al permanecer aisladas, se diferenciaron de las demás; posteriormente, al romperse las barreras biológicas o geográficas, se dispersaron y contribuyeron al incremento de la diversidad de la selva húmeda; este hecho se conoce como especiación por aislamiento geográfico. El estudio sobre otros grupos taxonómicos —plantas leñosas, lagartijas, mariposas, micos— permitió comprobar patrones similares.

Otros autores como el ecólogo Valentín Rull, basados en estudios paleoecológicos recientes, llevados a cabo en las tierras altas de Guayana —uno de los refugios neotropicales del Pleistoceno—, sostienen que la existencia de una gran heterogeneidad ambiental y la variabilidad climática del Cuaternario, dieron origen a la biodiversidad y la mantuvieron en la zona, pues según ellos esta diversificación es mucho más compleja que la que generalmente algunos científicos estiman que se guareció en los refugios; por lo tanto consideran que la teoría de los Refugios Húmedos delPleistoceno es válida para las zonas templadas, pero demasiado simple para los trópicos.

EL GIGANTE DE LOS RÍOS 

Entre la diversidad de afluentes que se originan en las cumbres andinas, es difícil precisar dónde nace el río Amazonas. Según una exploración de científicos de Perú y Brasil, realizada el año 2006 y la Sociedad Geográfica de Lima, el río conocido en el pasado como Río Grande y Orellana o Marañón y catalogado como el más caudaloso del mundo, tiene su nacimiento en la quebrada Apacheta, en las faldas del Nevado Quehuisha, en el departamento de Arequipa, a 5.150 metros de altitud, lo cual lo convierte en el primero del mundo en longitud, con 6.762 km, seguido del Nilo con 6.671, y del Yangtze en China con 6.380 km.

La dinámica y las dimensiones del río Amazonas son portentosas: su cuenca ocupa la mayor parte del territorio del norte del continente suramericano y sus efectos ambientales tienen influencia global. Se calcula que la Amazonia puede ceder a la atmósfera, por evapotranspiración, cerca de siete trillones de toneladas de agua por año, lo cual provee el vapor necesario para mantener el clima húmedo y lluvioso, refrescar el aire y proteger la selva de incendios. Este gigante vierte al océano Atlántico entre 200.000 y 220.000 metros cúbicos de agua por segundo, lo que representa entre 6,3 y 6,9 billones de metros cúbicos al año y corresponde a cerca del 15,47% de las aguas dulces de la Tierra. Además, descarga aproximadamente mil millones de toneladas métricas de sedimentos por año, de las cuales, sólo la cordillera de los Andes aporta cerca de 13,5 toneladas métricas por segundo. Entre otras características del río se destacan las siguientes:
  • Es el río más profundo del mundo, lo que permite el ingreso de naves de gran calado hasta Iquitos, Perú, a 2.375 km de su desembocadura. En el estrecho de Obidos, Brasil, el río tiene cerca de 300 m de profundidad.
  • Tiene un desnivel muy pronunciado en la cuenca alta, con cerca de 5.000 m en 50 km de recorrido. En la parte media y baja el desnivel es escaso; desde Iquitos hasta la desembocadura desciende 4,5 cm cada kilómetro.
  • Es también el río más ancho de la Tierra. Su anchura es variable y depende de las crecientes. En algunas partes llega a inundar entre 20 y 50 km en ambos lados.
  • En su cauce se ubican numerosas islas que convierten al río en un intrincado laberinto de canales. La principal de ellas, Marajó, ubicada en el delta, supera los 40.000 km2.
  • La red de drenaje tiene numerosos afluentes que tienen más de 1.000 km de longitud cada uno.
  • Las bocas del río Amazonas se abren casi 350 km y fertilizan una extensa franja marina con millones de toneladas de sedimentos.
DELIMITACIÓN DE LA AMAZONIA

Los límites de la Amazonia difícilmente se pueden establecer, puesto que los criterios para definirlos varían de acuerdo con la óptica con que se miren. Por un lado está la cuenca hidrográfica del río Amazonas, compuesta por miles de afluentes entre los que se destacan, en la vertiente norte los ríos Negro, Caquetá–Japurá, Putumayo, Napo y Marañón, y en la vertiente sur los ríos Juruá, Purus, Madeira, Tapajos, Xingu y el Araguaia–Tocantins; y de otra parte, está la continuidad en la cobertura vegetal del bioma selva húmeda tropical de tierras bajas.

Con el fin de tener unidad de criterio en cuanto a su delimitación, la Comisión Europea, con la colaboración de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica —OTCA—, propuso en 2005 una metodología de tres pasos para consolidar un mapa definitivo:
  • Primer paso: delimitación del área total de la Amazonia, cuya superficie de 8.121.313 km2 incluye toda la cuenca de drenaje conformada por las redes fluviales de los ríos Amazonas y Tocantins, la cual se extiende por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela y abarca todas las cabeceras hasta la desembocadura del Amazonas; también comprende los ecosistemas de aguas salobres del estuario y dos unidades externas, aledañas a la cuenca, que presentan una continuidad en la cobertura vegetal de selva húmeda tropical.
  • Segundo paso: delimitación de tres subregiones dentro del área total, basadas en criterios ecológicos y biogeográficos. La primera es la Amazonia sensu stricto, que tiene 5.569.174 km2 —68%— y corresponde al área de la cuenca de los ríos Amazonas y Tocantins, dominada por el bioma forestal amazónico de tierra baja; incluye áreas menores de otros tipos de vegetación forestal y no forestal con su fauna asociada. La segunda subregión es la Andina, con 555.564 km2 —7%—, que se extiende por las vertientes orientales de la cordillera de los Andes entre Bolivia al sur y Colombia al norte, a partir de los 700 metros sobre el nivel del mar, hasta llegar a la divisoria de aguas. La tercera subregión, llamada Planalto, con 864.951 km2 —11%—, está ubicada sobre las vertientes norte del Escudo Brasileño y las planicies centrales de Santa Cruz en Bolivia.
  • Tercer paso: delimitación biogeográfica de dos subregiones que presentan una continuidad del bioma forestal amazónico de tierra baja, pero cuyas aguas no pertenecen a la cuenca del Amazonas. La subregión de la Guayana, con 970.161 km2—12%—, se extiende por parte de los territorios de Colombia y Venezuela, por las tres Guayanas y por la zona norte del estado de Amapá en Brasil, incluidas las montañas de arenisca y de granito del Macizo Guayanés y la zona de sabanas al norte de Gurí. La subregión de Gurupí, con 161.463 km2 —2%—, comprende las cuencas fluviales ubicadas entre el río Tocantins inferior y el río Mearím–Pindare en los estados de Pará oriental y de Maranhão occidental de Brasil, que drenan hacia el océano Atlántico.
Con esta metodología se unifican los criterios de delimitación de la Amazonia y se crea un consenso entre las diferentes disciplinas que la estudian. El uso de estas cinco subregiones permite una flexibilidad en el estudio de la Amazonia, imposible de obtener si se toma como referencia una sola región: los principales elementos de la Hylea Amazónica se encuentran en la subregión de la Amazonia sensu stricto y en las dos regiones aledañas que no forman parte de la cuenca; para los hidrólogos se contempla la totalidad de la cuenca de drenaje, incluidas zonas que no se consideran selva húmeda, pero que desempeñan papeles fundamentales en el funcionamiento del sistema hidrológico; de igual manera se han considerado subregiones diferenciadas, para aquellos que no pueden conjugar lo andino con lo amazónico, o los cerrados del Planalto con lasvárzeas del valle amazónico. Así mismo, el especialista puede estudiar las notables diferencias de flora y geología entre el macizo guayanés y la planicie amazónica.

Los expertos esperan que este estudio sea de utilidad para la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica y que constituya una base suficientemente flexible para la elaboración de herramientas adecuadas para cumplir con el propósito de conservar la Amazonia y fomentar su desarrollo sostenible.

AMBIENTES DE LA AMAZONIA

La Amazonia presenta tres estructuras fundamentales: la cordillera de los Andes como límite occidental; la depresión o llanura sedimentaria y los macizos antiguos de la Guayana y de Brasil como límite oriental. Estos grandes macroambientes presentan alta interdependencia en cuanto a generación, transporte, deposición y evacuación de agua, sedimentos y nutrientes y en cuanto a procesos tales como terremotos, inundaciones, erosión y barreras a la circulación de las corrientes atmosféricas.

En este sentido, el dador fundamental es la montaña andina, cuyo gran aporte de sedimentos ha modelado el paisaje de la llanura. Como barrera orográfica reorganiza los vientos del Pacífico, genera numerosos procesos climáticos y ejerce gran influencia en la sismicidad, la pluviosidad y la recarga de acuíferos del continente.

A nivel macroambiental se diferencian cuatro umbrales hipsométricos —de altitud— fundamentales:
  • 0 a 200 m. Incluye la gran planicie amazónica, que en su mayoría esta cubierta por selva húmeda tropical.
  • 200 a 1.000 m. Incluye fundamentalmente los relieves antiguos del Escudo Guayanés y los primeros contrafuertes andinos.
  • 1.000 a 2.000 m. En este rango están las cumbres de los relieves antiguos y el borde de los Andes.
  • Más de 2.000 m. Es un umbral casi exclusivamente andino.
Con base en las investigaciones recientes del científico de Consevación Internacional, Russell Mittermeier, la selva amazónica tiene una cobertura de 6.683.926 km2, incluyendo las tres Guayanas y de acuerdo con la WWF comprende 34 ecorregiones: 17 son bosques húmedos latifoliados tropicales; cinco son regiones forestales inundadas por aguas blancas —várzeas—; una es el bosque de las arenas blancas —campinarana— de la región del río Negro; dos son bosques de humedal costeros; cuatro son manglares costeros; dos son importantes enclaves de sabana; uno se encuentra en la región de los tepuyes de las tierras altas de Guayana en el sur de Venezuela y dos son ecotonos de bosques subhúmedos tropicales.

La selva amazónica es compartida por nueve países: Brasil posee el área más extensa con 4.245.278 km2, es decir, 63,7%; le siguen Perú con 661.331 km2—9,9%—; Colombia con 450.485 km2—6,7%—; Venezuela con 417.986 km2—6,3%—; Bolivia con 355.730 km2—5,3%—; Guyana 214.969 km2—3,2%—; Surinam 163.820 km2—2,5%—; Guayana Francesa 90.000 km2—1,3%— y Ecuador 70.000 km2—1,1%—.

Según el investigador colombiano Camilo Domínguez, la Amazonia puede subdividirse en seis grandes ambientes: 1– Macizo y planicie guayanesa. 2– Sierras y mesas del Macizo Guayanés con alturas superiores a los 500 metros. 3– Macizo central brasileño. 4– Planicie amazónica. 5– Región andino–amazónica. 6– Planicie amazónica reciente.

Los países panamazónicos o pertenecientes a la cuenca del Amazonas, se pueden agrupar por su ubicación geográfica de la siguiente manera: a) Los andino–amazónicos, o sea aquellos que tienen una porción de los Andes con otra de la cuenca amazónica —Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela—. b) Un segundo grupo lo conforman los países de la orla atlántica, que si bien no pertenecen a la cuenca amazónica, sí tienen la mayor parte de sus territorios ocupados por selvas de tipo amazónico —Guyana, Surinam y Guayana Francesa—. c) Por la vastedad de su territorio, por concentrar cerca del 70% del área involucrada en el tratado de Cooperación Amazónica y por el historial de su desarrollo, Brasil constituye una modalidad especial de país amazónico.

La aparente homogeneidad de la gran alfombra verde de la Amazonia, de aproximadamente 7 millones de kilómetros cuadrados, está rodeada de otras grandes formaciones naturales no forestales, como las sabanas tropicales hacia el norte, que comprenden los llanos de Colombia y Venezuela; los matorrales costeros hacia el oriente o restingas; el cerrado, o sabanas arboladas en el suroriente; los bosques subhúmedos de Bolivia y en la región occidental un gradiente altitudinal con selvas nubladas del piedemonte andino, hasta culminar en ecosistemas de alta montaña: la puna de Bolivia y Perú y los páramos de Ecuador y Colombia.

DETERIORO DE LA AMAZONIA

Actualmente la humanidad se enfrenta al gran desafío de evitar el daño del ecosistema más diverso y complejo del planeta. Una visión global de la selva tropical muestra la pérdida considerable de la cobertura forestal y el deterioro de los ecosistemas, hábitats y especies, así como la dispersión de las comunidades tradicionales y con ellas, de su manejo del ambiente, con el consecuente empobrecimiento de su cultura y su entorno.

En la gran cuenca amazónica se observan dinámicas preocupantes y en muchos puntos críticas. Si continúan construyéndose las principales vías de penetración al corazón de la Amazonia, en el mediano y largo plazo se pueden generar profundos desequilibrios naturales en toda la cuenca y en las funciones ecológicas de la Amazonia a escala local, regional, continental y planetaria.

La tecnología actual permite modelar y predecir estas dinámicas y prever sus impactos. Investigadores del Centro de Sensoramiento Remoto y del Centro de Desenvolvimento e Planejamento Regional, y de otras instituciones, realizaron el trabajo de modelación espacial —Modeling conservation in the Amazon basin—; de acuerdo con la simulación realizada, si continúa la tendencia actual, para el año 2050 se eliminará un 40% de la selva amazónica, incluyendo al menos las dos terceras partes de la cobertura forestal de seis grandes cuencas y 12 ecorregiones. Los estudios revelaron que la construcción o pavimentación de vías en la región selvática y la expansión de la frontera agrícola, así como los incendios forestales causados por empresarios y pequeños productores de la actividad pecuaria, son, entre otras, las principales causas de deforestación y fragmentación de la selva.

La WWF advierte que la Amazonia está en la cúspide de un período dramático de transformación debido al cambio climático. En 2007, el reporte Los círculos viciosos de la Amazonia, preparado por Daniel C. Nepstad, muestra una situación crítica sobre el futuro de la Amazonia y argumenta que el punto sin retorno podría estar más cerca de lo que pensamos; entre los principales argumentos se destacan los siguientes:
  • Las tendencias actuales de expansión agrícola y ganadera, el fuego, la sequía y la tala podrían deforestar o dañar severamente el 55 por ciento del bosque húmedo amazónico para el año 2030.
  • La degradación del bosque podría acelerarse debido a la influencia sinergética de varios círculos viciosos que existen entre los ecosistemas y el clima de la región amazónica. Si se alcanza un punto crítico, la posibilidad de conservar la selva se reducirá considerablemente, en tanto que la pérdida de biodiversidad y la emisión de gases de efecto invernadero aumentarán.
  • El punto crítico ecológico se alcanzará cuando los bosques nativos resistentes al fuego se conviertan en matorrales propensos al fuego. Este punto crítico es favorecido por círculos viciosos, puesto que los bosques que se queman son más susceptibles a mayores incendios debido a que la muerte de árboles permite que llegue más luz solar hasta el interior del bosque y seque las hojas y ramas muertas. Después del fuego, la invasión de pastos, helechos y bambúes inflamables refuerza el ciclo de incendios, al aumentar la cantidad de combustible en el sustrato forestal.
  • El punto crítico climático se presentará cuando la deforestación, el humo, las anomalías en la temperatura de la superficie del mar como el evento del Niño y el calentamiento global inhiban la precipitación a escala regional. Este punto crítico, que parece volverse más fuerte cuando la pérdida del bosque exceda el 30% se perpetuará, puesto que la degradación y quema del bosque reduce la liberación de vapor de agua y aumenta las emisiones de humo a la atmósfera.
  • La deforestación amazónica se puede acelerar debido a dos tendencias. Por un lado, al incremento en la demanda mundial de fríjol de soya, biocombustibles y carne, que está aumentando la rentabilidad de la producción agrícola y ganadera en la Amazonia. En segundo lugar, el riesgo de incendio accidental desalienta a los propietarios de tierras para invertir en cultivos de árboles vulnerables al fuego, en bosques o en mejoramiento de forraje.
  • La suma de factores como la pérdida del bosque nativo, la demanda de soya, biocombustibles y carne y el cambio climático, pueden favorecer la pérdida a gran escala de la selva amazónica en los próximos 15 a 25 años, con lo cual aumentan las fuentes de ignición y las sequías regionales serán cada vez más frecuentes, debido a la disminución en la transpiración y al aumento en la emisión de humo hacia la atmósfera.
  • La degradación del bosque amazónico a gran escala puede acelerar la alteración climática global y afectar la precipitación en lugares remotos del planeta.
  • Las tendencias económicas actuales y el cambio climático a escala regional y global también podrían destruir importantes ecorregiones de la Amazonia, como los bosques de babaçu del Maranhão en Brasil, el bosque seco del Marañón en Perú y los bosques de neblina de Bolivia.
Ante esta presión, una estrategia de conservación razonable consiste en proteger las cuencas, el rango de distribución de las especies y la diversidad del ecosistema, lo cual puede contribuir a la estabilidad de los climas regionales.


       


Miles de años de erosión modelaron la roca granítica en forma de torreones aislados sobre la serranía de Chiribiquete. El déficit de nutrientes sólo permite el desarrollo de una selva achaparrada. Se destacan las Bromeliáceas, arbustos xerófilos y gramín
Un pequeño lago de aguas negras en el interior de la selva.
La laguna La Cocha rodeada por montañas volcánicas vierte sus aguas a la cuenca amazónica por el río Guamués
Afloramiento rocoso del Escudo Guayanés. En las depresiones de la roca desnuda se acumulan agua y nutrientes que permiten el desarrollo de una vegetación colonizadora de gramíneas
La atmósfera siempre cargada de humedad favorece el desarrollo de diversas plantas epifitas que forman grandes masas de material vegetal suspendido en las copas de los árboles
El vulcanismo fue una de las principales fuerzas modeladoras del paisaje del sur de los Andes colombianos.
Campos de cultivo en el fértil Valle de Sibundoy.

La humedad que proviene de la Amazonia, penetra en los valles y montañas de la vertiente andina, creando un ambiente favorable para el desarrollo de exuberantes selvas de montaña tropical.
La elevada pluviosidad de esta región forma los principales afluentes de la cuenca amazónica andina.
Selva inundable en cercanías de Leticia.
Los humedales de carácter permanente o temporal se convierten en hábitats de importancia para la conservación de la fauna silvestre, en especial para las aves de ambientes acuáticos. San José del Guaviare, Amazonia de transición.
Los raudales y cachiveras rompen la continuidad de la navegación y constituyen una barrera difícil de remontar para algunos mamíferos acuáticos como el manatí amazónico.
Selva nublada en la vertiente andina de la Amazonia.
CAPÍTULO 3
 LAMAZONIA DE COLOMBIA
La Amazonia colombiana, una de las cinco grandes regiones naturales del país —Caribe, Andina, Pacífica, Orinoquia y Amazonia— alberga, como toda esta gigantesca región suramericana, variados ambientes ecológicos y biogeográficos que la hacen difícil de demarcar, pues su naturaleza sobrepasa los límites administrativos y políticos creados por el hombre, como también los de la cuenca hidrográfica y los del bioma de selva húmeda tropical de tierras bajas. Tampoco se puede determinar con precisión cuál es el alcance de la distribución de especies de fauna y flora, debido a que no tienen un área de vida estricta, como lo demuestran los estudios florísticos del botánico Alwyn Gentry, quien comprobó que hasta una altitud aproximada de 1.500 m, la composición del bosque andino, donde abundan las leguminosas, es bastante similar a la de las selvas bajas amazónicas que crecen en terrenos relativamente fértiles.

Como cuenca hidrográfica, la Amazonia incluye los afluentes que bajan de las cordilleras Central y Oriental y los que nacen en medio de la planicie o de los tepuyes; entre los relieves de la cuenca se manifiestan la cordillera andina, las zonas onduladas del piedemonte, la gran planicie y las formaciones de rocas areniscas del Escudo de Guayana; la cobertura vegetal está compuesta por ecosistemas de montaña —páramos, bosque nublados y selvas de tierras bajas—, de selva húmeda tropical —selvas de altillanura y selva inundables—, de vegetación propia de los antiguos reductos de Guayana y de vegetación de sabana o Caatinga.

Una de las delimitaciones de la Amazonia colombiana, planteada con un criterio biofísico, es la que propuso en 1990 Jorge Hernández Camacho, reconocido biólogo y autoridad mundial en ecología:

«Su límite norte se sitúa en la divisoria entre la cuenca del Orinoco y la Amazónica, la cual se inicia en la Cordillera de los Picachos —ramal suroriental de la cordillera Oriental—, o límite natural o arcifinio parcial de los departamentos de Caquetá y Meta; continúa hacia el oriente por los interfluvios entre el caño Losada y el río Mecaya —alto río Apaporis—, entre los ríos Guayabero y Unilla, Inírida y Vaupés, Isana y Guainía —alto río Negro—, y entre el Atabapo y el Guainía en la frontera colombo–venezolana —denominado río Negro a partir de su confluencia con el caño o Brazo Casiquiare— hasta frente a la Piedra del Cocuy o de Cucuí. Desde allí la frontera colombo–brasileña marca el resto del límite oriental de la Amazonia colombiana. Desde el extremo suroriental del Trapecio Amazónico hacia el occidente, el límite lo constituye el alto río Amazonas —o Marañón— en un tramo de 116 km, en la frontera con el Perú —porción más meridional del territorio colombiano—. Al sur, el río Putumayo sirve como límite natural de Colombia, con Perú y Ecuador. Hacia el suroccidente, el límite continúa con la frontera colombo-ecuatoriana por el río San Miguel —hacia arriba de la desembocadura del San Miguel en el Putumayo— hasta la quebrada del Pun y el río Chingual —tributario del río Aguarico, afluente del Napo—. Por el occidente y noroccidente, la cuenca amazónica está delimitada por la cresta de la Cordillera Central, desde la frontera colombo-ecuatoriana hasta el Nudo de Almaguer y desde allí hasta el punto donde se origina la Cordillera de los Picachos. Así concebida la Amazonia, incluye en su totalidad los departamentos del Caquetá, Putumayo y Amazonas y gran parte de los departamentos de Guainía, Guaviare y Vaupés, una pequeña porción de los departamentos del Meta y las porciones surorientales de los departamentos de Cauca y Nariño». 

El profesor Hernández aclara que el límite entre la Orinoquia y la Amazonia tendría que buscarse siguiendo el curso del río Guaviare, pero incluyendo toda la franja de selvas grandes de fisonomía amazónica que lo bordean y también toda la selva del sector de la serranía de La Macarena, que tiene mayor afinidad en fauna y flora con la del Caquetá.

De acuerdo con los estudios del SINCHI —Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas—, la Amazonia ocupa 477.274 km2, de los cuales 22.030 km2—4,7%— corresponden a los biomas de montaña andina; la mayor superficie, 309.988 km2—64,9%—, está cubierta por selva húmeda ecuatorial de tierra firme; el 12%, es decir, 57.388 km2, son selvas inundables; las sabanas amazónicas con sus Caatingas ocupan 16.042 km2—3,4%—; las formaciones rocosas y los tepuyes, incluida la serranía de La Macarena comprenden 71.825 km2—15%—.

De la flora amazónica se han registrado 6.249 especies. La diversidad faunística de la Amazonia colombiana está compuesta por 674 especies de aves, 158 de anfibios —118 endémicos—, 195 de reptiles con un endemismo, 212 de mamíferos y 753 de peces. Son 79 las especies amenazadas: 24 de mamíferos, 23 de aves, 15 de reptiles, 14 de peces y 3 de anfibios.

FORMACIÓN DE LA AMAZONIA COLOMBIANA

La gran llanura amazónica colombiana se formó a partir de un grueso fondo de sedimentos arrastrados desde las montañas de los Andes recién emergidas y depositados en un antiguo mar interior. En elCretáceo inferior, entre 140 y 100 millones de años, el mar depositó grandes cantidades de sedimentos y durante el Cretáceo superior, es decir desde los 100 hasta los 65 millones de años, se incrementó la sedimentación marina sobre lo que más tarde sería la cordillera Oriental, lugar donde surgieron extensas zonas pantanosas que generaron grandes cantidades de materia orgánica que más tarde formaron los mantos de carbón de la cordillera; mientras tanto, en el pie del Escudo Guayanés, que en ese momento formaba parte del litoral, comenzaron a depositarse arenas. Desde los 25 hasta 12 millones de años, en el Mioceno inferior y medio, se presentó un nuevo incremento en el nivel del mar —trasgresión—, que inundó la depresión sub–andina y los sedimentos depositados en la extensa planicie —rocas volcánicas ácidas y areniscas—, entre la cordillera Central y el Escudo Guayanés, se levantaron en diferentes eventos tectónicos, interrumpidos por períodos de relativa calma, lo que permitió formar superficies planas, con diferentes características de sustrato. El levantamiento de la cordillera Oriental de los Andes colombianos fue uno de los acontecimientos geológicos más extraordinarios del norte de Suramérica, iniciado hace 12 millones de años, cuando la compresión ejercida por la placa tectónica oceánica sobre la masa continental sólida del Escudo Guayanés, provocó el penúltimo levantamiento de la cordillera Oriental, con la consecuente formación de su piedemonte. Los estudios del investigador Thomas Van der Hammen, revelaron que el mayor levantamiento de la cordillera ocurrió hace entre siete y cinco millones de años y que la cadena montañosa alcanzó su altura actual hace unos tres millones de años, con lo cual se configuró el relieve andino y amazónico y se determinó el cauce de los ríos.

En el extremo sur del país, la actividad volcánica de la cordillera de los Andes modeló la vertiente amazónica y la ceniza expulsada por los volcanes llegó hasta la cordillera Oriental, donde originó suelos ricos, profundos y negros, con alto contenido de materiales orgánicos y minerales, que los hizo diferentes a los de la planicie amazónica, pobres en nutrientes. Una vez edificada la estructura de este enorme sistema montañoso, los factores climáticos y sus fuertes fluctuaciones durante el último millón de años, período en el que se presentaron en la Tierra 10 ciclos glaciales —fríos y secos—, intercalados con épocas interglaciales —cálidos y húmedos—, comenzaron a erosionar intensamente la vertiente y se originaron nuevas formas del paisaje montañoso, como cañones profundos, terrazas aluviales, laderas escarpadas y pequeños valles.

En la tierra ancestral de los indígenas pastos y quillacingas, departamento de Nariño, sur del territorio colombiano, la majestuosa cordillera de los Andes presenta la compleja formación volcánica denominada Nudo de Los Pastos, de donde se desprenden las cordilleras Occidental y Central. El sur de la vertiente amazónica está coronada por el páramo de Palacios —3.500 msnm—, donde nace el río Churruyaco; hacia el norte se encuentra La Cocha o Lago Guamués, una de las lagunas más importantes de la cuenca, asentada sobre un extenso altiplano lacustre a 2.820 msnm, donde crece uno de los páramos más bajos del país. En el nororiente de la laguna emerge una pequeña isla declarada Santuario de Fauna y Flora, la Isla de La Corota, que gracias a su aislamiento conserva bosques representativos de las selvas andinas, con árboles de encenillos, canelones y cucharos. La laguna desagua a través del Guamués, uno de los pocos ríos navegables de la planicie antes de su vertiginoso descenso por la escarpada vertiente amazónica, hasta entregar finalmente sus aguas al río Putumayo.

Aproximadamente a 25 kilómetros hacia el noreste de la laguna de La Cocha, a 2.000 m de altitud, en el departamento de Putumayo, se encuentra el pequeño altiplano de Sibundoy, que guarda una gran riqueza cultural, puesto que en él habitan prácticamente todos los indígenas kamsá que quedan en el país y una tercera parte de los inga, culturas muy apreciadas por su conocimiento tradicional en el manejo de plantas medicinales y mágicas. Los taitas o curacas son expertos en el uso del yagé, una planta que produce efectos psicotrópicos, denominada bejuco del alma, que purifica el cuerpo y el espíritu y que también es utilizada con fines ceremoniales por otras culturas amazónicas, como los andaquíes, cofanes, sionas y huitotos.

Muchas de estas plantas sagradas han sido mantenidas en laschagras y el sabio o curaca conoce el poder curativo de cada una de ellas y las cuida celosamente en su huerto, mientras prepara a los sinchi —jóvenes sabios— para heredar este conocimiento. Para proteger dicha cultura y su biodiversidad, el gobierno declaró el Santuario de Flora Plantas Medicinales Orito–Ingi Ande, como nueva área natural destinada a conservar los ecosistemas de selva amazónica en un gradiente que va de los 700 a los 3.300 metros de altitud. Otra área protegida en el Putumayo es el Parque Nacional Natural La Paya, encargado de preservar las selvas de la planicie inundable de ríos de aguas blancas como el Putumayo y el Caquetá, de origen andino, y ríos de aguas negras de origen amazónico como el Caucayá y el Sencilla.

Al norte del nudo de Los Pastos en la cordillera Central se forma el Macizo Colombiano o Nudo de Almaguer, de donde se desprende la cordillera Oriental. En esta formación, donde el suroriente del departamento del Cauca se proyecta hacia la Amazonia a través de la denominada Bota Caucana, nace el río Caquetá de aguas cristalinas y oxigenadas, alimentadas por afluentes que descienden del sistema montañoso de los páramos de El Letrero, Cutanga y La Soledad, como los ríos Verdeyaco, Mandiyaco y Fragua; los bosques originales que antes poblaban la planicie del páramo de Las Papas a 3.000 m de altitud, se componían de maderas finas de pino colombiano, motilones, aguacatillos, quinas y cedros, que actualmente son maderas escasas. Los Parques Nacionales Naturales de Alto Fragua Indi Wasi y Serranía de Los Churumbelos Auka Wasi, constituyen una importante área de conservación de los ecosistemas de flora y fauna, representativos de la vertiente andina amazónica y sitios de asentamiento para las etnias ingas y yanaconas.

El departamento de Caquetá, con un área de 88.965 km2, es totalmente amazónico y Florencia, su capital, con una población de 142.123 habitantes, crece aceleradamente. Con aguas abundantes y cristalinas como las de los ríos Hacha, Caquetá, Caguán, Guayas, Yarí, Apaporis y Orteguaza y grandes humedales que sirven como refugio para la avifauna amazónica, como las lagunas del Chairá y de Beicochará, el departamento presenta cuatro subregiones: la zona montañosa, que va de la divisoria de aguas en la cumbre de la cordillera, hasta los 700 m de altitud; el piedemonte, desde los 700 hasta los 300 m de altitud, que es la más densamente poblada y concentra las mayores ganaderías; la planicie amazónica, con una topografía de lomerío alternada con llanuras, que se extiende hacia el sur a lo largo del río Caquetá; y finalmente la llanura amazónica extensa y escasamente poblada, que alberga los grandes complejos de mesas y serranías del Macizo Guayanés, como la serranía de Chiribiquete.

El sur del departamento de Meta, que incluye la serranía de La Macarena, es un lugar donde confluyen elementos de flora y fauna de la selva húmeda tropical del Amazonas, andinos y orinocenses. Debido a la complejidad ecológica de la región, se decretó un área de manejo especial, integrada por cuatro Parques Nacionales Naturales: Serranía de La Macarena, Tinigua, Cordillera de Los Picachos y Sumapaz, que forman un extenso corredor ecológico donde hay lugares de gran belleza como Caño Cristales, cuyas aguas presentan tonos rojos debido a las plantas acuáticas carentes de raíces, que crecen en su lecho y el valle del río Santo Domingo con cascadas de gran altura que caen de los peñascos graníticos.

Los departamentos de Guaviare y Guainía tienen buena parte de su territorio en la zona de transición entre la Orinoquia y la Amazonia, con una fuerte influencia geomorfológica del Escudo Guayanés y una densa cobertura de selva húmeda. San José del Guaviare es la puerta de entrada a la jungla y a partir de allí conforma una cuña de colonización que se profundiza en la selva, pasa por territorios de resguardos indígenas sikuani, guayabero, desano, cubeo y carijona y atraviesa la serranía de Tunahí.

Finalmente, los departamentos de Vaupés y Amazonas, surcados por grandes ríos de aguas blancas, como el Caquetá, Putumayo y Amazonas y algunos de aguas negras que nacen en los tepuyes y en su curso forman impresionantes raudales, como el Yarí y el Apaporis, debido a su aislamiento, estas zonas son las que presentan el bioma de selva amazónica en mejor estado de conservación .

   




CAPÍTULO 4
 LMONTAÑA ANDINA
DE LA AMAZONIA
La actividad volcánica que se llevó a cabo en el sur de la actual Colombia, a finales del Paleozoico —hace 225 millones de años—, comenzó a formar los relieves de la vertiente andino–amazónica, desde la frontera colombo-ecuatoriana hasta el Nudo de Los Pastos y más tarde, en el Holoceno —hace 10.000 años—, nuevas erupciones volcánicas terminaron de modelar el paisaje que quedó compuesto por conos de volcanes, coladas de lava, montañas escarpadas, grandes lagunas y profundos cañones.

Una de las principales formaciones de la región, cuya área es de 3.800 km2, es el Macizo Colombiano, lugar donde tienen origen las cordilleras Central y Oriental. Esta última, que también forma parte de la cuenca amazónica en su vertiente oriental, se dirige hacia el suroriente, luego se proyecta hacia el norte hasta el cerro Los Picachos y presenta un tramo angosto y de poca altura, con una depresión que desciende hasta los 1.600 m; a partir de allí gana altura y amplitud en la extensa región paramuna del Sumapaz, donde algunos picos alcanzan los 4.100 msnm. Debido a su alta capacidad de captación de agua, el Macizo Colombiano, ha recibido el calificativo de estrella fluvial colombiana; puesto que allí nacen los principales ríos del país: Magdalena, Cauca, Patía y Caquetá —que está entre los afluentes más importantes a la vertiente amazónica—.

LOS AMBIENTES DE LA MONTAÑA TROPICAL

La diversidad de ambientes y climas es característica de las montañas tropicales; en un corto trayecto se puede pasar de temperaturas de 30°C a gélidas cumbres y se pueden encontrar ecosistemas tan variados como selvas húmedas, selvas andinas, bosques nublados y páramos, entre otros. La temperatura cambia 0,6°C por cada 100 m de altitud, lo que genera abundantes nichos ecológicos; estos ambientes tuvieron un largo proceso de desarrollo en el cual las especies crearon estrategias de adaptación y establecieron las interacciones necesarias para la subsistencia.

En escalonamiento altitudinal de la vertiente andina es el principal regulador de los cambios de clima y de la organización espacial de las grandes formaciones vegetales. Se pueden identificar cuatro zonas principales:
  • Piso glaciar y periglaciar: entre 5.350 y 4.800 msnm.
  • Zona de páramos o montaña alta ecuatorial andina fría: entre 4.800 y 3.200 msnm.
  • Montaña media ecuatorial andina: entre 3.200 y 2.000 msnm.
  • Montaña baja ecuatorial andina cálida: entre 2.000 y 500msnm.
EL PISO GLACIAR

En la actualidad, en la vertiente andina amazónica no se encuentra el piso glaciar; sin embargo, se observan huellas del modelado de antiguos glaciares en los altos relieves y los picos volcánicos, por encima de los 4.200 msnm, donde ocasionalmente se presentan nevadas.

En general, la temperatura media va de 0 hasta 6°C con fuerte fluctuación térmica diaria, en altitudes superiores a 3.900 m y hasta el borde inferior de los glaciares. Se presentan fuertes variaciones térmicas diurnas–nocturnas, con oscilaciones que pueden alcanzar los 15°C y con temperaturas mínimas del orden de –2°C a 6°C; las nevadas son frecuentes, así como la congelación del agua en las madrugadas y su fusión el mismo día o el siguiente.

LA ZONA DE PÁRAMOS

En la vertiente de la alta montaña andina que da a la Amazonia, se presenta un gradiente altitudinal que determina la existencia del superpáramo, entre los 4.800 y los 4.200 msnm; del páramo, entre los 4.200 y los 3.500 m y del subpáramo, entre los 3.500 y los 3.200m.

El superpáramo es una estrecha franja de arenales y pedregales, que rodea las cumbres de los volcanes Pan de Azúcar —4.670 m—, Petacas —4.242 m—, Las Ánimas —4.040 m— y Doña Juana —4.250 m—, en la cordillera Central. En la cordillera Oriental hay un reducido sector que rodea las crestas de areniscas del Pico Nevado, aproximadamente a 4.100 msnm.

En el superpáramo predomina el suelo desnudo, apenas cubierto por musgos tolerantes a la sequía y a los cambios drásticos de temperatura. Sobre los afloramientos rocosos y perfectamente adaptados a las temperaturas congelantes, crecen dispersos arbustos con hojas reducidas y coriáceas cuyas raíces y tallos se incrustan en los arenales y en las fisuras de las rocas; también se observan pequeñas plantas con forma de roseta que se agrupan en pequeños cojines. El sustrato de pedregales y bloques sueltos constituye un refugio para algunas especies de licopodios, pastos y helechos de hojas muy reducidas.

Las heladas nocturnas le generan un estrés térmico permanente a la vegetación del superpáramo. Los suelos de origen volcánico son poco evolucionados y durante las heladas, pequeñas partículas de arena son levantadas algunos milímetros por las agujas formadas por el agua, que al fundirse forman ondulaciones en el terreno; con ello se produce estrés mecánico a las plantas debido al contínuo movimiento. En las depresiones producidas por la excavación glaciar o entre los arcos modelados por las morrenas, se forman pequeñas lagunas que lentamente son colonizadas por algas y por algunas plantas acuáticas; con el tiempo, la sedimentación y el crecimiento de la vegetación las convierten en turberas.

El páramo de la vertiente amazónica de los Andes se caracteriza por presentar paisajes modelados por volcanes y glaciares, en la parte correspondiente a la cordillera Central, y por la acción de los glaciares sobre sustratos de origen sedimentario marino, en la cordillera Oriental. En esta franja se presentan bajas temperaturas —6 a 11ºC—, intensa radiación solar durante el día, noches muy frías con heladas frecuentes y suelos profundos, ricos en materia orgánica, muy ácidos y con baja disponibilidad de nitrógeno. Estas características limitan el desarrollo de la vegetación, principalmente en la parte alta, donde el número de días con heladas es mayor.

En el páramo, la vegetación abierta está compuesta principalmente por macollas de la paja ratona que alcanzan hasta 80 cm y por varias especies de rosetas gigantes y de frailejón; en las vertientes húmedas domina el chuscal formado por densas comunidades de bambú, una gramínea de tallo en forma de caña. Los matorrales crecen en pequeños parches y en general están compuestos por arbustos de uvillos y varias especies de pinito de flor. En algunos sectores pedregosos se presentan pequeñas colonias de coloradito, árbol que formó extensos bosques hace más de 20.000 años.

El páramo y la montaña media con selva subandina, están habitados por el zorro gris, el ulama o gato de monte y la comadreja; con cierto riesgo de extinción, se encuentran la marmosa, el guache, la danta, la guagua, la boruga de páramo, el leopardo, el ratón, el murciélago y el oso de anteojos, entre otros. Existen varias especies de venado, como el soche, el cola blanca y el conejo. En cuanto a anfibios y reptiles, se estima que en estos páramos hay 11 especies de lagartos, 4 de serpientes y entre salamandras, ranas y sapos, 90 especies; el género de sapos más diversificado es elEleutherodactylus, con 43 especies. La extraordinaria capacidad adaptativa de las aves les ha permitido colonizar variados hábitats en el páramo; se registran 154 especies, tan disímiles en tamaño como los colibríes y el cóndor de los Andes, el ave voladora más pesada del mundo, con una envergadura que supera los 3 metros.

El subpáramo se considera una zona de transición entre el límite superior del bosque andino y el páramo propiamente dicho. En los páramos húmedos de la vertiente oriental de la cordillera Oriental, la vegetación de páramo bajo —arbustos de Ericáceas y chuscales— se entremezcla gradualmente con la del bosque y su altura se incrementa ligeramente. En algunas regiones el bosque altoandino marca un borde abrupto a partir del cual se inicia el chuscal o pajonal con frailejones; este fenómeno no ha sido claramente explicado, pero se cree que se debe a que la temperatura media anual de 10°C y la presencia de heladas son algunas de sus causas, aunque desde el punto de vista ecofisiológico, la disponibilidad de nutrientes del suelo, las altas tasas de transpiración y las fluctuaciones constantes de temperatura, luminosidad y radiación podrían influir.

En la franja del páramo bajo se presentan muchos tipos de vegetación, como resultado de la gran heterogeneidad de ambientes determinados por factores locales de temperatura, humedad, suelos, precipitación y contacto con el bosque. Abundan arbolitos bajos de tallos retorcidos de rodamonte, en algunos casos entremezclados con encenillos de bosque andino y bambúes. Los matorrales presentan una buena cobertura y son muchos más densos; están compuestos por Ericáceas y pequeños arbustos, la mayoría de hojas reducidas y coriáceas, como uvos de monte, agraces o uvas caimaronas y reventaderas. También se encuentran helechos con tallos cortos del género Blechnum y en los lugares bien drenados y expuesto al viento, comunidades del frailejón Espeletiopsis corymbosa.

En los páramos de la cuenca amazónica la actividad agropecuaria se ha intensificado debido a las condiciones climáticas favorables: menor número de días con heladas y suelos mejor estructurados, ricos en materia orgánica; esto ha favorecido en los últimos tiempos, diversas actividades que van en detrimento del páramo, como el establecimiento de cultivos de papa y pastizales para ganadería, la utilización del fuego para quemar el pajonal y obtener pastos para el ganado y recientemente las extensas plantaciones de pinos.

LA MONTAÑA MEDIA ECUATORIAL

En la media montaña de la cordillera Oriental, en la vertiente amazónica, entre 2.000 y 3.200 msnm, afloran formaciones geológicas del Cretáceo —hace entre 135 a 70 millones de años—, de origen sedimentario marino, principalmente del Grupo Cáqueza y del Grupo Villeta, que fueron fuertemente plegadas y falladas durante el surgimento de los Andes. Con el transcurrir del tiempo los procesos erosivos se encargaron de disectar profundamente las laderas montañosas hasta la base del piedemonte.

En general, esta vertiente presenta variadas geoformas con diversas pendientes, lo cual, sumado a las características del drenaje y del suelo, genera mayor diversidad biológica, puesto que proporciona gran diversidad de nichos para plantas y animales.

Debido a los cambios en el gradiente altitudinal, en la vertiente andino–amazónica se desarrollan tres franjas de vegetación que a pesar de tener características propias, se mezclan gradualmente: el bosque altoandino, la selva andina y la selva subandina.

Algunas características generales fisonómicas, florísticas y ecológicas de interés de esta vertiente son:
  • A mayor altitud, los árboles disminuyen su tamaño y su área foliar se reduce considerablemente.
  • Las plantas epifitas son abundantes y ocupan todos los estratos; se destacan los musgos y líquenes, los helechos, orquídeas y quiches y las Bromeliáceas.
  • Algunas orquídeas llaman especialmente la atención por el grado de miniaturización de sus flores, con diámetros de unos pocos milímetros; se destaca el género Lepanthes, por la amplia variedad de especies.
  • En el gradiente altitudinal la disminución en la diversidad de los árboles es notoria a partir de los 1.500 m de altitud.
  • A diferencia de las selvas de menor altitud, la selva andina no tiene árboles con raíces tabulares, ni flores en los tallos —cauliflorescentes— y son muy escasos los árboles con raíces zancos.
  • En la selva andina se presenta gran nubosidad y precipitación, lo que le ha valido el calificativo de selva nublada.
  • Los suelos son profundos y bien diferenciados, ricos en cenizas volcánicas; al aproximarse al clima templado y cálido cambian sus características y evolucionan hacia otros tipos de suelos pardos empobrecidos en cenizas volcánicas y materia orgánica.
En la franja comprendida entre 3.200 y 3.500 msnm y en algunos casos hasta los 3.800 m, la alta montaña andina se caracteriza por sus bajas temperaturas —entre 6 y 10ºC—, frecuentes nieblas y elevada humedad —precipitación de 2.000 mm—, factores que convierten los andosoles en suelos hidromórficos ricos en materia orgánica. El tipo de vegetación que crece en esta zona, el bosque altoandino, está compuesto por árboles achaparrados de tallos retorcidos, con copas esféricas compactas, hojas bastante reducidas y de consistencia dura, que forman bosquecitos de poca altura, en los que abundan los matorrales densos con Ericáceas y el suelo generalmente se encuentra tapizado por abundante musgo. La humedad permite que los chuscales se entremezclen con árboles de encenillos, mortiños, cucharos, ajíes o canelos de páramo, cedrillos, raques y charnes o saltones, Melastomatácea de flores muy vistosas.

Entre los 2.300 y los 3.200 msnm, aproximadamente, se localiza la selva andina, que generalmente crece sobre laderas con pendientes fuertes en las que, debido a la humedad y a la inestabilidad de los suelos, se presentan frecuentes deslizamientos de tierras o derrumbes que dejan largos corredores o franjas de suelo desnudo y en muchos casos llegan hasta el afloramiento del sustrato rocoso.

En la selva andina se destacan los bosques de encenillo y de canelo o ají de páramo, especies que casi siempre crecen en el piso frío de toda la vertiente. La estructura del bosque presenta varios estratos: un dosel alto de 10 a 18m, formado por copas aparasoladas; un poco más bajo, en bosques con buen estado de conservación hay un segundo estrato subarbóreo; en el estrato herbáceo y arbustivo abundan las hierbas de hojas grandes de palmas colepato, los anturios y las Bromeliáceas; las lianas son escasas y delgadas. Una de las características más notorias en el funcionamiento de los bosques nublados andinos es la exuberante cobertura del piso del bosque, de los tallos y de las ramas de árboles por musgos, hepáticas, líquenes, y helechos. Para tener una idea de la importancia ecológica de estas diminutas plantas, en un solo árbol anfitrión de encenillo, localizado a 2.550 m en una selva andina de la cordillera Central, se pueden encontrar hasta 120 especies de epifitas, orquídeas, bromelias y musgos; estas grandes masas de musgos sobre el suelo y los árboles de la selva andina, constituyen un rico hábitat para pequeños vertebrados, aves, anfibios y una gran diversidad de artrópodos que sostienen una compleja cadena trófica.

Otro de los bosques característicos de la selva andina es el alisal que forma pequeños parches siguiendo el curso de quebradas y ríos y ocasionalmente cubre áreas de mayor extensión sobre laderas muy húmedas; la especie dominante, el aliso Alnus acuminata, se asocia con árboles de menor porte como los arrayanes, garrochos, chefleras y manos de oso. También son frecuentes los bosques de laurel y de amarillo, del grupo de árboles de las Lauráceas, con especies como el aguacatillo de páramo y los amarillos de los géneros Ocotea y Nectandra, cuyos frutos, pequeños aguacates, son un importante recurso alimenticio para la fauna silvestre, en especial para las pavas de monte. En algunos sectores las Lauráceas se entremezclan con carisecos y pinos colombianos de la familia de las Podocarpáceas. Otro tipo de bosque llamativo por su colorida floración roja y morada es el de sietecueros, que hace parte de las Melastomatáceas.

Probablemente la gran diversidad de ratones de bosque y de diminutos ratones arborícolas se debe a la riqueza de este hábitat. Poco se conoce acerca de tales especies, pero si se incluyen roedores de mayor tamaño como los borugos, lapas, curíes y ardillas, este grupo de mamíferos pasa a ser el más representativo de la selva andina y se estima que representan el 57% de la fauna de dicho ecosistema, lo que revela su exitosa adaptación a la montaña.

Continuamente la selva andina pierde terreno debido a los procesos de transformación de la tierra para ganadería; en consecuencia, se forma un paisaje homogenizado en el que predominan grandes extensiones de pastizales y al eliminar la cobertura del bosque, se incrementan los deslizamientos de tierra y la erosión.

LA MONTAÑA BAJA ECUATORIAL 

La principal formación vegetal de la baja montaña andina, entre 2.300 y 700 msnm corresponde a la selva subandina; sin embargo, ésta se fusiona suavemente con el bosque alto andino en la franja superior y con la selva húmeda de piso cálido, en la franja inferior.

La selva subandina es una franja de transición entre la flora y la fauna de los climas cálidos de la baja montaña ecuatorial y la de los fríos del piso andino; tradicionalmente se ha denominado como la tierra de clima templado, con una temperatura media de 16 a 23ºC y precipitaciones entre 2.000 a 4.000 mm. El paisaje muestra un modelado de disección de quebradas profundas y numerosas sierras o cerros escarpados.

Los suelos con contenidos de ceniza volcánica muy alterada evolucionan a suelos más arcillosos y de color pardo a ferruginosos, sobre pendientes medianas a fuertes. Entre los 1.500 y 2.000 m de altitud, los valles están acompañados de grandes terrazas aluviales formadas por la acumulación de materiales que fueron transportados desde la alta montaña durante la época fluvio–glacial delPleistoceno —hace entre 600.000 y 10.000 años—. Las laderas de esta franja se consideran muy inestables, debido a que las corrientes de agua y los fuertes aguaceros generan deslizamientos de tierra, con desprendimientos de material rocoso.

Según los estudios del botánico colombiano José Cuatrecasas y del biólogo Orlando Rangel, la selva subandina, aunque es una formación vegetal de transición, presenta marcadas diferencias florísticas y ecológicas con la selva ecuatorial en el límite inferior y con la selva andina en el superior. Fisonómicamente es una selva de árboles frondosos de gran porte y diámetro considerable; en el arbolado, que puede alcanzar de 25 a 35 m de altura, predominan las hojas de tamaño mediano a grande; los helechos arborescentes y las palmas son muy comunes. Muchas especies producen raíces fúlcreas —con varios puntos de apoyo— y es alta la proporción de epifitas y plantas trepadoras.

Algunas de las familias más representativas de plantas son: Palmáceas, Rubiáceas, Moráceas, Meliáceas, Sapotáceas, Euforbiáceas y Melastomatáceas, entre otras. Los bosques tienden a ser muy heterogéneos; sin embargo, en el límite superior subandino se pueden apreciar bosques de robledal, del género Quercus, de laureles o gaques y de cedros de montaña. Una de las especies consideradas de importancia histórica para la región fue la quina, Rubiácea del género Cinchona, muy explotada, junto con el caucho, hacia finales del siglo XIX; poblaciones como La Uribe, en el departamento del Meta, fundada en 1860 en la vertiente selvática, surgieron gracias a la bonanza en la comercialización de estas plantas.

A partir de los 700 m de altitud aproximadamente, la montaña baja ecuatorial, que termina en un extenso paisaje de piedemonte amazónico, se caracteriza por un relieve de pendientes suaves y laderas disectadas y forma diferentes niveles de terrazas que han sido generadas por el acarreo de materiales, antes de adentrarse en la llanura amazónica. El origen de este paisaje muestra la estrecha relación que hay entre los procesos que ocurren en la alta montaña y la llanura amazónica; al iniciarse los períodos glaciares en la cordillera Oriental, el hielo y las corrientes de agua modelaron el paisaje del piedemonte; de igual manera, en la cordillera Central, el material volcánico llegó a la base de las montañas putumayenses y formó extensos abanicos fluviovolcánicos.

El calentamiento ocurrido en los períodos interglaciales generó avalanchas de lodo que depositaron grandes cantidades de materiales en los valles y a la salida de los cañones, los ríos torrentosos formaron gigantescos conos de deyección que se encargaron de extender la enorme cantidad de sedimentos sobre la inmensa llanura. La principal consecuencia de este proceso erosivo fue la formación del piedemonte amazónico.

La selva subandina ha sido fuertemente intervenida y fragmentada por las actividades agropecuarias —entre los 500 y 2.000 m de altitud se han desarrollado extensos pastizales—; actualmente, en la fisonomía y composición del paisaje se observan las huellas dejadas por el fuego y el pastoreo intensivo y se han fundado poblaciones que se transformaron en ciudades como Florencia, capital del departamento de Caquetá y Mocoa, capital del departamento de Putumayo, centros urbanos desde donde se inició un fuerte proceso de colonización y transformación de la selva, que se extiende hasta la región del Caguán, en el borde de la selva amazónica.

En el departamento de Caquetá, antes de que se iniciara el proceso colonizador, había unos cien mil indígenas de las comunidades andakí, koreguaje, macaguaje, tama, karijona y huitoto, provenientes del Amazonas. Sin embargo, las bonanzas de la quina y del caucho terminaron por desalojarlos violentamente .  
        
       
Raudal de Masaca en el río Mesay, departamento de Caquetá.
Paisaje de la planicie amazónica.
En la selva de tierra firme, algunos árboles de gran porte tienen raíces de forma tabloide y son el soporte de gruesas lianas que alcanzan el dosel.
La exuberancia de la selva se basa en el reciclaje de la materia orgánica, que cubre la superficie del suelo, proceso que se lleva a cabo con la ayuda de la humedad y los microorganismos.
En la estructura multiestratificada de la selva, diversidad de lianas trepan por el tronco de los árboles hasta alcanzar el dosel.
El río Caquetá se abre paso a través de las mesas de Araracuara con sus impetuosos raudales.
En una atmósfera cargada de humedad, la superficie irregular de las copas del dosel de la selva se pierde en el horizonte.
Perfil de la selva a orillas del río Amazonas, en cercanías de Leticia.
Las palmas son importantes en la estructura de la selva. La palma asaí, Euterpe precatoria, es utilizada como alimento, como medicina, en labores artesanales y forma parte de la dieta  de algunas especies de fauna silvestre.
El bejuco yaré, Heteropsis spruceana, descuelga desde el dosel largas raíces muy resistentes, que son utilizadas en artesanías y como amarres en la construcción de viviendas.
Grandes aletones empinados y angostos identifican el corpulento juan soco, Couma macrocarpa, de  leche -látex- y frutos comestibles.
La corteza, el color y la forma de los tallos y los exudados -látex, gomas y resinas-, son determinantes para identificar los árboles de la selva. Corteza fisurada del castaño o nuez del Brasil, Bertholetia excelsa, cuyo fruto tiene gran valor comercial.
Las guacamayas son aves emblemáticas de la Amazonia colombiana; como la mayoría de Psitácidos, están amenazadas de extinción por el tráfico de especies silvestres. Guacamaya azul y amarillo, Ara ararauna.
Alas de cristal, Cithaerias erba, es endémica del interior de las selvas del Putumayo y uno de los Satírinos más hermosos, muy sensible a la deforestación.
El huapo negro o mico volador, Pithecia monachus, con su larga cola, se desplaza hábilmente en el dosel de la selva donde se alimenta de frutas e insectos. Su hábitat en las selvas del Putumayo está fuertemente degradado.

Mico maicero cariblanco, Cebus albifrons, ocupa variedad de hábitats y su dieta es omnívora.
La boa o pitón arborícola, Corallus enhydris se aferra a los árboles del sotobosque donde permanece al acecho de sus presas.
Hierbas, arbustos y árboles son alimento abundante para la compleja red de herbívoros que han logrado superar los mecanismos de defensa de las plantas.
El pomarroso de Malaca, Eugenia malaccensis, una especie ornamental exótica adaptada al medio amazónico.
Racimo de flores y frutos de la cañagria, Costus longebrateolatus, una hierba de gran tamaño perteneciente a las Zingiberáceas, importante en la medicina tradicional para el control de la fiebre.
La alta humedad en el suelo de la selva permite que algunos hongos como el velo de novia, desplieguen grandes estructuras para la dispersión de esporas y la atracción de insectos.
Musgos y helechos aprovechan la descomposición de los troncos para su desarrollo.
La danta, Tapirus terrestris, es el mayor mamífero terrestre de la selva amazónica colombiana; es un animal silencioso que, en grupos, se mueve fácilmente bajo el dosel y frecuenta los cursos de agua. Está en peligro de extinción.
El ocelote o tigrillo, Leopardus pardalis, es un pequeño felino que requiere de un amplio territorio para la búsqueda de presas. Está amenazado por el comercio de su hermosa piel.
Hembra adulta del sapo gigante del neotrópico, Bufo marinus, que en las pequeñas charcas de la selva deposita miles de huevos en forma de largas cadenas gelatinosas.
Al medio día y hasta el atardecer se escucha el sonido intenso y monótono de varias especies de chicharras.
La selva amazónica es el hábitat de gran diversidad de murciélagos que desempeñan funciones importantes en la polinización, dispersión de semillas y control de insectos. Trachopsis cirrhosus, depredador de ranas.
Grupo de insectos chupadores de savia -Homópteros y Membrácidos- seguido por feroces hormigas que aprovechan sus excretas azucaradas.
Las diminutas hormigas del género Azteca, defienden celosamente el reducido orificio de entrada a la colonia en el tallo hueco de un yarumo.
En la fase de oruga, algunas especies de mariposas se protegen de los depredadores con sustancias urticantes.
En la Amazonia existen miles de especies de arañas; entre las más grandes están las tarántulas de la familia Licósidos, llamadas arañas lobo o arañas polleras; su tamaño les permite cazar pequeñas presas de ratones, lagartos y pájaros.
Las hormigas han logrado ocupar diversidad de hábitats en la Amazonia, algunas son específicas del dosel.
Pareja de chinches del orden de los Hemípteros en cópula. Su cuerpo imita la coloración y el diseño de las flores del platanillo.
Río Amazonas al comienzo de la temporada de inundación.
CAPÍTULO 5
 LPLANICIE AMAZÓNICA
Después de la formación de la planicie amazónica ocurrida durante el Terciario y el Cuaternario —hace entre 70 millones y 10.000 años—, sobre el antiguo Escudo Guayanés, una de las formaciones más antiguas y duras del mundo, se depositaron grandes aluviones de sedimentos procedentes de la cordillera de los Andes. En elPleistoceno —10.000 a 1.000 años antes del presente— la extensa llanura estuvo sujeta a fuertes variaciones climáticas, con alternancia de climas secos y húmedos con otros cálidos y lluviosos, las cuales iniciaron un proceso de degradación de los suelos que transformaron su morfología inicial. En la periferia de los tepuyes y afloramientos superficiales que emergen en algunos sectores de la Amazonia, los sedimentos se fueron disectando lentamente, durante miles de años, lo cual generó diversidad de paisajes como lomeríos o superficies colinadas, mesas y vegas que continúan erosionándose, sobre todo por la acción de los ríos que forman una intrincada red de drenaje.

La gran planicie selvática quedó compuesta, fundamentalmente, por dos grandes tipos de ambientes que presentan diferencias en su estructura, fundamentalmente causadas por su altitud con respecto al nivel de los ríos, que en temporadas de lluvia anegan grandes zonas: la Amazonia de tierra firme y la Amazonia de inundación o llanura aluvial inundable.

Este tipo de paisaje llamado técnicamente superficie de denudación, es conocido localmente como tierra firme, serranía, banqueta o lomerío, nombres que reflejan un relieve ondulado o quebrado, cuyos suelos no están sujetos a inundaciones. Con excepción de las formaciones del Escudo Guayanés, éstas son las unidades morfológicas más altas, más antiguas y más extensas de la Amazonia colombiana, que cubren aproximadamente el 90% del área. Por su elevación presentan diferentes grados de ondulación; los más altos generalmente son fuertemente ondulados y los bajos tienen ondulaciones suaves.

Las superficies de denudación están constituidas principalmente por materiales arcillosos cuando son de origen sedimentario y arenosos si provienen de materiales ígneometamórficos del Escudo Guayanés, en cuyo caso el relieve es más aplanado. Los suelos arcillosos de la superficie sedimentaria están sometidos a un constante proceso de renovación y por lo tanto, a pesar de estar formados por materiales antiguos y muy meteorizados, no llegan a un estado de pobreza en nutrientes tan alto como el de las áreas más estables cercanas a las terrazas antiguas; mientras que los suelos sedimentarios presentan tendencia a movimientos en masa, compactación y formación de horizontes endurecidos o costras, los de origen ígneometamórfico, son de texturas más gruesas —arenas— más lavados, estériles desde el punto de vista químico y no forman costras tan fácilmente.

La selva con grandes árboles y bien desarrollada no se presenta en toda la Amazonia. En un estudio detallado de los tipos de cobertura vegetal, el PRORADAM —Proyecto Radargramétrico del Amazonas—, identificó en 1979 tres grandes regiones fitogeográficas sobre una planicie de 382.000 km2: la selva densa de los interfluvios de los ríos Amazonas, Putumayo, Caquetá y Apaporis; la selva densa con sabanas de las colinas altas del Vaupés y los bosques y sabanas de la región del Guainía.

La primera región fitogeográfica localizada en la parte sur de la Amazonia, comprende aproximadamente 160.000 km2—42% del total— y limita al norte con los ríos Taraira, Apaporis, Cuñaré y Yarí; al oriente con Brasil, al sur con los ríos Putumayo y Amazonas y al occidente con la parte media de los ríos Caguán y Orteguaza. Estas selvas son las más desarrolladas, con grandes árboles emergentes del dosel que alcanzan más de 50 m de altura y diámetros del tallo superiores a 40 cm. En el estrato superior, las familias dominantes son Lecitidáceas, Cesalpináceas, Mimosáceas, Papilionáceas y Miristicáceas. La masa boscosa, compuesta principalmente por especies como cabo de hacha, amarillo, comino real, sangretoro, guamo y siringa es heterogénea, aunque ocasionalmente se encuentran áreas en las que predominan palmas características de los sitios mal drenados, como la canangucha.

La segunda región está formada por la selva densa y por las sabanas de terrazas, superficies de erosión y colinas altas del Vaupés. Cubre una superficie de 149.000 km2 y limita por el norte con los ríos Guaviare y Lozada, al oriente con la tercera región fitogeográfica, al sur con la parte media de los ríos Apaporis y Yarí y al occidente con un sector de la cordillera Oriental. La masa boscosa es menos densa que la de la primera región, a pesar de que florísticamente es similar; en algunos sitios con suelos arenosos aparece una vegetación achaparrada, característica de bosques de transición a sabana. Las especies arbóreas más abundantes son cabo de hacha, dormilón, caimarón y capinurí, entre otras.

La tercera región corresponde a selva mixta de bosques y sabanas de la región del Guainía. Comprende una superficie de 68.000 km2 y sus límites son: por el norte con la parte baja del río Guaviare; por el oriente, con los límites con Venezuela y Brasil; por el sur, con los ríos Pira Paraná y Taraira y parte de la serranía de Jirijirimo y por el occidente con la segunda región fitogeográfica. La fisonomía de la vegetación es variable y está particularmente relacionada con las características del suelo; las principales especies son: comino real, carguero, arenillo y la palma chiquichiqui, de gran utilidad para la elaboración de artersanías. El sustrato geológico corresponde a rocas cristalinas del Escudo Guayanés y el paisaje predominante es el de terrazas altas, con superficies de erosión ligeramente disectadas y en su mayor parte libres de inundación.

ESTRUCTURA DE LA SELVA

Bajo el primer cinturón de nubes ecuatoriales ligeramente difusas por la atmósfera húmeda, la selva de tierra firme se extiende hasta donde alcanza la vista, como un denso y homogéneo tapete verde. Más de cerca se pueden apreciar infinidad de tonalidades y uno que otro árbol colorido y una superficie irregular y ondulante formada por las copas de árboles emergentes, como ceibas, copaibas, algarrobos y juan socos, que constituye el primer filtro para interceptar la energía lumínica y la entrada de la lluvia hacia los estratos inferiores.

Bajo el estrato superior de árboles emergentes que alcanzan hasta 50 o más metros de altura, se encuentran varios estratos verticales, difíciles de identificar, puesto que la estructura en su conjunto es muy compleja y varía de un lugar a otro.

EDOSEL

El techo de la selva, hasta hace poco tiempo desconocido, está formado por las copas de los grandes árboles que emergen sobre el resto de la vegetación; es un estrato donde predominan condiciones ambientales contrastantes, como mayor temperatura e insolación y menor humedad debido a los vientos desecantes que se encargan de evaporar grandes cantidades de agua. Hacia abajo, en el sotobosque, las plantas reciben menos energía y la intensidad de luz disminuye gradualmente; en el nivel medio se reduce al 10% y en los estratos bajos a menos del 1%, lo cual produce condiciones ambientales umbrías, donde la energía se convierte en un factor limitante, puesto que la luz penetra escasamente por pequeños espacios, como destellos y de manera inconstante, lo que demanda de las plantas estrategias de adaptación propias de las umbrófilas, como mayor tamaño de hojas y pigmentos más eficientes para captar hasta el más tenue destello de luz que les permita una fotosíntesis adecuada para invertir en su crecimiento y reproducción.

El nivel emergente de los árboles está formado por unas pocas especies que alcanzan 40 a 50 m de altura. Se destaca la ceiba, que para sostenerse desarrolla enormes aletones o raíces gambas; el diámetro del tallo alcanza 2 m o más y su extensa copa puede tener hasta 50 m de diámetro; desde esa altura puede dispersar a cientos de metros sus semillas, envueltas en suaves hilos —kapok— que transporta el viento. También forman parte de los árboles emergentes el caobo, el achapo blanco y el acapú, entre otros; estos gigantes de la selva amazónica son comparables con algunas especies de Dipterocarpáceas del dosel en selvas tropicales del sudeste asiático, que alcanzan hasta 60 m de altura. Algunas especies de higuerones o matapalo del género Ficus, llegan a ser tan altos y sus copas tan amplias, porque crecen desde el dosel hacia abajo, inicialmente como plantas epifitas; la semilla depositada por aves frugívoras germina en alguna oquedad de las altas ramas de un árbol gigante y la planta joven, muy resistente a la sequía, sobrevive con los nutrientes que bajan por la corteza del árbol hospedero; con el tiempo lanza largas raíces que hacen contacto con el suelo y posteriormente se engrosan y abrazan dando muerte al árbol que les sirvió de soporte y dejan una trama o red de tallos robustos que sirve de hábitat para muchos animales; estos árboles estranguladores ofrecen diversos frutos de gran valor nutritivo, muy apreciados por mamíferos y aves.

La altura promedio del dosel de las selvas de tierra firme es de 30 a 40 m, con algunas variaciones que dependen del lugar donde crece. Son frecuentes los árboles de anime, el copal negro, reconocible por su corteza resinífera suavemente olorosa y los grandes árboles de cortezas de exudado lechoso como el juan soco, de enormes raíces tabloides, el vaco, el sangretoro, la virola y la siringa, de la cual se extrae el caucho. Las palmas son abundantes y en el estrato, cuya altura está entre 10 y 20 m, se destacan la milpesos, de múltiples usos y frutos comestibles productores de aceite; la zancona de enormes raíces; la chambira de tallo fuertemente armado y de importante uso para extracción de fibras y la asaí cuyo fruto es utilizado como colorante y endulzante. Un caso único es el de la palma trepadora, que se ayuda de garfios en los extremos de sus hojas para llegar hasta el dosel. Otros grandes bejucos alcanzan las copas de los árboles donde florecen; es el caso de la poderosa planta venenosa de curare, usada por los indígenas para impregnar con ella los dardos con que cazan, o el bejuco escalera, del género Bauhinia, que representa para los nativos la constelación de Orión. En el estrato arbóreo abundan epifitas trepadoras como el bejuco yaré y se forman grandes rosetones o agregados de plantas Bromeliáceas, Gesneriáceas, Cactáceas, Aráceas y Orquidáceas, que en conjunto constituyen un hábitat especial y único para algunas especies de anfibios y reptiles arborícolas.

En la selva amazónica venezolana, el ecólogo José Ibrahim Hernández–Rosas encontró que en el estrato emergente del bosque no hay epifitas vasculares; estas plantas presentan dos patrones de distribución: las que se desarrollan como individuos o como colonias en árboles del estrato medio a superior, cuyo perímetro a la altura del pecho supera los 80 cm, en los cuales se han encontrado 32 especies de las familias Orquidáceas, Bromeliáceas, Piperáceas, Aráceas, Gesneriáceas, Aspleniáceas, Vitariáceas, Polipodiáceas, Himenofiláceas y las que se desarrollan en árboles del estrato superior, medio o inferior, cuyos perímetros son inferiores a 30 cm, en los que las epifitas vasculares se encuentran relacionadas con hormigas que forman nidos o jardines, generalmente a menos de 20 m de altura del suelo. La herbivoría o consumo de hojas por los insectos del dosel tiene gran importancia para el crecimiento de la selva, puesto que contribuye a la fertilidad del suelo e incluso puede modificar la calidad química del agua que pasa a través del dosel, enriqueciéndola.

La vida en el dosel de las selvas tropicales requirió miles de años de evolución, durante los cuales las especies se adaptaron perfectamente a las exigencias de este ambiente. Los mamíferos arborícolas, como los micos o monos, desarrollaron un quinto miembro —cola prensil—, que aumentó enormemente su habilidad para moverse entre las ramas de los árboles. Otros mamíferos como el tamandúa, una especie de oso hormiguero arborícola, el angelito, el más pequeño de los osos hormigueros de 15 a 20 cm, el kinkayú u oso mielero, el coendú o puercoespín trepador y las zarigüeyas, también desarrollaron una cola prensil.

La espesa vegetación compuesta por infinidad de árboles, palmas, hierbas, plantas epifitas, hemiepifitas y diferentes bejucos o lianas, junto con gran diversidad de habitantes, como mamíferos, aves, anfibios, reptiles, forman una comunidad ecológica que interactúa de muchas maneras y regula sus poblaciones. Con tantas especies que comparten el territorio para alimentarse, reproducirse, mantener un tamaño poblacional adecuado o evadir depredadores u otros individuos de su propia especie, las estrategias de sobrevivencia se orientan a evitar o reducir la competencia entre ellos. Algunos son de hábitos diurnos, otros nocturnos, algunos crepusculares y muchos presentan marcadas diferencias en sus dietas; los hay insectívoros, frugívoros, carnívoros o nectarívoros, como también especies que consumen todo tipo de alimentos.

Sin embargo, obtener alimento en el dosel no es fácil, porque las plantas prefieren contar con buenos polinizadores y dispersores de semillas y evitan a sus depredadores, para lo cual han desarrollado sus propias estrategias de defensa. Investigaciones realizadas en el Parque Nacional Natural Tinigua, demuestran que en muchos lugares de la Amazonia la oferta de recursos es muy variable y en ocasiones estacional; la mayor producción de frutos carnosos ocurre entre la temporada seca y la mitad del período lluvioso y la producción de semillas, dispersadas por el viento, el agua o mecánicamente, ocurre en la estación seca. La floración suele presentarse en dos picos, uno al final del período lluvioso y otro en la estación seca, cuando los días son cálidos y las noches frías y hay abundancia de insectos polinizadores.

Los monos de gran tamaño como el mono araña, el churuco y el cotudo se alimentan de una amplia variedad de frutos, hojas, flores y pequeños insectos. Tropas de monos aulladores o araguatos, de 10 a 20 individuos, despliegan su actividad diurna de forrajeo en el dosel; prefieren el nivel medio a superior del bosque, aunque también se aventuran en niveles más bajos y en ocasiones descienden hasta el suelo en ciertos puntos de salados amazónicos, para reaprovisionarse de sales minerales; ocupan un amplio territorio que dan a conocer a través de fuertes aullidos, que son escuchados a la distancia y a lo largo de sus rutas dispersan en sus heces gran cantidad de semillas.

En la noche, el dosel es visitado por otras especies como el tutamono, primate que además de frutos, incluye en su dieta pequeños invertebrados. Otros destacados mamíferos del dosel son el perezoso de tres dedos y el de dos dedos, cuya estrategia de supervivencia es la quietud, puesto que el metabolismo lento les ayuda a conservar la energía; duermen la mayor parte del tiempo y permanecen en las ramas, colgados boca arriba; su actividad es principalmente nocturna, se alimentan de hojas y retoños jóvenes y presentan una extraña interacción simbiótica: en su pelaje crecen diminutas algas que los pigmentan de verde, mejorando así su camuflaje.

Además de contar con sitios adecuados para anidar entre el dosel y el subdosel, las aves aprovechan la gran oferta de follaje, flores, frutos, semillas y variedad de insectos; entre las más comunes se pueden mencionar algunas especies de águilas, loros, tucanes, carpinteros, cotingas y arrendajos. La guacamaya azul y amarillo, la roja, la verde y la vistosa guacamaya bandera, conforman el grupo de la familia de los Pscitácidos, uno de los más espectaculares de la Amazonia; parece que no hay semilla o nuez que se resista a su poderoso pico ganchudo; consumen además flores, frutos verdes y maduros y hojas tiernas de diversidad de especies. Para neutralizar la cantidad de toxinas que acompañan su dieta, visitan en bandadas barrancos o afloramientos de suelos arcillosos ricos en sales. En este grupo también se destacan las grandes loras amazónicas, como la real y la cariamarilla.

Las grandes rosetas de Bromeliáceas constituyen todo un microecosistema, puesto que son como un estanque que almacena agua, acumula la hojarasca y la materia orgánica que cae del dosel y al descomponerse se transforma en un rico caldo de nutrientes que aprovecha la planta por unas células especializadas que se localizan en la base de sus hojas. Pero lo más importante es que este hábitat sostiene una compleja red de organismos como bacterias, hongos, protozoos, larvas de mosquitos, diminutos caracoles, varias especies de artrópodos, salamandras y anfibios y en algunos casos serpientes arborícolas, micos y aves, como los colibríes —encargados de polinizarlas—, que aprovechan el recurso disponible.

ESOTOBOSQUE

Bajo las copas de los árboles crecen muchas plantas jóvenes, en especial palmas y lianas y en el nivel más bajo aparecen los arbustos y diversidad de plantas herbáceas, algunas como el tarriago, que con sus grandes hojas de platanillo y una inflorescencia erecta de 2 m, alcanza hasta 12 m de altura. El estrato arbustivo puede tener entre 2 y 6 m de altura y en selvas no intervenidas es bastante ralo o espaciado; allí se encuentran diversos árboles juveniles y arbustos, entre los que se destacan algunas especies de Rubiáceas o de Anonáceas que producen frutos de colores amarillos, rojos y morados, entre otros. En este estrato son frecuentes la pringamoza del género Urera que es urticante y produce grandes hojas; algunos cacaos de monte del géneroHerrania, de vistosas flores moradas; palmas de pequeño porte como la yarina y la de pui o caraná, indispensable para el techado de viviendas.

El estrato herbáceo es de altura variable, aunque puede alcanzar uno o más metros, como ocurre con los cordoncillos, algunas especies de Piperáceas, o las hojas discretas de la abenca, planta considerada como fósil vegetal viviente del género Zamia. La espectacular mata culebra o papa de monte es una extraña Arácea que produce una única hoja en un tallo de 3 m de alto, cuya piel tiene la apariencia de culebra. Entre la diversidad de helechos y plantas afines, muchas de uso medicinal, se encuentran 22 familias que incluyen 56 géneros y 160 especies, lo que representa el 13% de las especies y el 46% de los géneros que hay en el país y aproximadamente el 82% de los helechos que crecen en la Amazonia colombiana.

En algunos lugares el estrato herbáceo puede alcanzar los 5 m de altura o más si se desarrollan grandes platanillos del géneroHeliconia, canillas de tente, una Marantácea de grandes hojas, matandreas o caña agria, entre otras. Los estratos herbáceos exuberantes y enmarañados, casi impenetrables, como los describen los exploradores, son el resultado de disturbios anteriores por caída de árboles o apertura de claros que permiten el desarrollo de una vegetación pionera de rápido crecimiento, con arbustos espinosos y muchas lianas que posteriormente alcanzarán el dosel.

Muchos animales del dosel bajan al nivel medio de la selva para encontrar otras fuentes de alimento; en especial llegan los pequeños micos maiceros, los titíes o monos ardilla, el diablillo, y el leoncito, el más pequeño de todos, que cabe en la palma de la mano y se alimenta del exudado del tallo de algunos árboles. Otros animales buscan refugio en los árboles de altura media y baja, como los pequeños tigrillos arborícolas, amenazados de extinción, que están especialmente adaptados con sus largas colas que les ayudan en el equilibrio, para cazar en los árboles. En los estratos bajos también se observan algunas serpientes y pequeñas boas.

EPISO DE LA SELVA

A diferencia del dosel donde brilla el sol y se escucha la constante algarabía de los pájaros, donde el viento lleva el aroma de las flores y la vida animal es exuberante, a nivel del suelo hay otro mundo en el que se siente el olor de la hojarasca húmeda y las sombras ocultan variadas formas de vida, algunas camufladas entre las hojas secas y otras inmóviles entre el follaje o en las oquedades de los grandes aletones de las raíces zancos de árboles y palmas.

El piso del interior de la selva no inundable adopta diferentes formas del relieve: planicies cortas o largas, colinas suaves a escarpadas y valles angostos o amplios y la red de drenaje, muy ramificada, que en muchos casos es visible sólo durante las crecidas de caudal. La diferencia de altura que hay entre el fondo del valle y la cima de la colina suele ser de 50 a 80 m; el suelo predominantemente arcilloso de coloración pardo amarillenta, a veces presenta una trama delgada de raicillas finas entre la superficie y la hojarasca en descomposición. Pequeñas plantas como el orejinegro y algunos helechos y pastos cubren la superficie de forma dispersa. Los musgos están ausentes o son escasos, pero hay una gran diversidad de hongos que ocupan casi todos los sustratos; algunos como el velo de novia tienen formas extraordinarias; su cuerpo principal, de forma fálica, mide aproximadamente de 10 a 15 cm y está rodeado por una campana de fino velo blanco que culmina en una pequeña caperuza oscura que despide un olor fétido, cuyo propósito es el de atraer moscas o abejas estercoleras, para así dispersar sus esporas.

El estrato bajo impresiona por su exuberancia y diversidad y por las complejas interacciones entre sus habitantes, las cuales mantienen un frágil equilibrio a través de mecanismos como la depredación, el herbivorismo, la simbiosis, el mimetismo y el parasitismo, entre muchos otros. En este ambiente se observan, desde la actividad depredadora de los grandes jaguares, hasta los microbívoros especialistas, como los que se encuentran en el estómago de las termitas, que son una asociación de bacterias y protozoos que les permiten degradar la celulosa de la madera que consumen.

En las depresiones mal drenadas del suelo húmedo, se marcan las huellas de muchos animales; las de grandes dedos hundidos delatan al mayor de los mamíferos de la selva amazónica, la danta o tapir, cuyo pelaje gris oscuro la oculta bien entre el follaje compuesto por grandes hojas de cordoncillos, helechos y otros retoños, que consume silenciosamente con la ayuda de su labio superior alargado; acostumbra seguir los mismos senderos, algunos de los cuales conducen a los salados, donde complementa su dieta al consumir sales minerales ricas en sodio. Su cuerpo robusto puede llegar hasta 1,10 m de alzada, 2 m de largo y en su madurez puede pesar hasta 300 kilogramos; tiene una sola cría que después de un largo ciclo de gestación de 13 meses, nace perfectamente camuflada, gracias a su color amarillo oscuro con rayas y manchas blancas. La danta, una de las especies que se conservan desde elPleistoceno, con su corta probóscide emite un silbido agudo y fuerte para comunicarse con la pareja en la época de apareamiento; es buena nadadora y buceadora y prefiere estar cerca de los ríos donde se escabulle cuando es perseguida por depredadores como el jaguar, el puma o el hombre. En el pasado, sus poblaciones se extendían hasta las laderas del piedemonte andino amazónico, donde encontraban otros tipos de frutos y forrajes; actualmente está en peligro de extinción debido a la cacería excesiva. Individuos reproducidos en cautiverio muestran el enorme potencial para el manejo sostenible de esta especie.

Los saínos hacen parte de la fauna holártica del Pleistoceno, que migró hacia Suramérica a través del istmo de Panamá; tras ellos llegaron sus depredadores y desde entonces la selva tropical les ofreció abundante alimento. Las palmas desarrollaron estrategias para proteger sus semillas cubriéndolas con una pulpa olorosa y aceitosa y dotándolas con nueces extremadamente duras; los frutos de algunas palmas tienden a madurar al final de la estación seca, cuando el ambiente favorece su desecación y facilidad para abrirse y dar salida a las semillas, mientras que los frutos húmedos y carnosos maduran en su mayoría durante la estación lluviosa; las manadas de saínos aprovechan estos patrones de cosechas y mastican y destruyen algunas de las semillas y otras son dispersadas a largas distancias a través de las heces. En el piso de la selva se evidencian las relaciones de los habitantes del dosel con los de tierra firme; cuando los micos y los loros se alimentan, arrojan fragmentos de hojas, ramas y frutos parcialmente comidos, que otros mamíferos aprovechan.

Dos enormes felinos casi invisibles por su camuflaje, el jaguar o tigre mariposo y el puma, siguen el rastro de los saínos, que a su paso dejan el suelo removido y el aire saturado de un fuerte olor a almizcle. Las manadas tienen un líder y su principal defensa frente a los depredadores es la acción agresiva del grupo. En la investigación ecológica sobre la interacción de estos dos felinos, el ecólogo Paul Haemig, destacó los siguientes aspectos: la principal presa de ambos son los mamíferos, pero cada uno tiene su preferencia por cierto tipo de animales y por presas de diferente tamaño; el puma se alimenta con mayor frecuencia de venados y el jaguar, de saínos o pecaríes; los reptiles grandes que tienen coraza, como tortugas y caimanes pequeños, constituyen una parte significativa de la dieta del jaguar, pero no lo es para el puma; el jaguar suele alimentarse de armadillos y monos, cosa que no es común en los tigres; el jaguar frecuenta hábitats cercanos al agua con más frecuencia que el puma.

Las interacciones depredador–presa, son estrechas y frágiles y determinan la sobrevivencia de ambos. En épocas de sequía crítica, la disponibilidad de alimento que las manadas de saínos encuentran en la selva regula la dinámica de su población y ésta a su vez afecta la de sus depredadores; esta circunstancia demanda áreas lo suficientemente grandes para satisfacer sus necesidades.

CAZADORES DE INSECTOS

Las selvas tropicales son el ecosistema con mayor diversidad de insectos del planeta. Unos son fitófagos —se alimentan de material vegetal—, otros carnívoros, muchos son saprófagos —se alimentan de material en descomposición— y algunos son omnívoros. Entre los grupos extremadamente ricos en especies, se destacan los coleópteros —cucarrones, escarabajos o gorgojos—, los lepidópteros —mariposas—, los dípteros —moscas y mosquitos— y los himenópteros —hormigas, abejas, avispas—. Los más antiguos, las hormigas, con más de 100 millones de años sobre la Tierra y las cucarachas, con algo más de 300 millones, se han adaptado perfectamente para ocupar todos los estratos de la selva: bajo el nivel del suelo, sobre él, entre el follaje e incluso en las copas de los árboles. Los insectos representan una importante fuente de proteína para diversos grupos de mamíferos, aves, anfibios, reptiles e incluso, otros insectos que desarrollaron estrategias especializadas para cazarlos.

Entre los mamíferos se encuentran los cazadores más grandes; sorprende por su aspecto acorazado y corpulento el ocarro o armadillo gigante, un poderoso excavador cuyo cuerpo robusto mide un metro de largo y 50 cm de cola y puede llegar a pesar 60 kilogramos; sus enormes garras con uñas gruesas y curvas hasta de 20 cm de longitud le permiten hacer grandes cuevas y excavar hormigueros y termiteros donde encuentra su alimento predilecto. Una vez abandonadas las cuevas del ocarro, son ocupadas por otras especies de armadillos de menor tamaño, por reptiles o por la boruga o lapa y el guatín o ñeque. Estos dos últimos roedores de tamaño mediano, cumplen una función importante en la dispersión a distancia de semillas grandes y duras como la castaña del Brasil, algarrobos, algunas palmas, los cacaos de monte y frutos de leguminosas, entre otras, puesto que generalmente consumen el mesocarpio del fruto y trasladan la semilla a su madriguera. La desaparición de estos dispersores por exceso de caza, puede tener un efecto sobre la estructura y composición del tipo de selva que se desarrolla en determinado lugar.

Otro gran comedor de hormigas y termitas, estrictamente terrestre, es el oso hormiguero —aunque no es oso—, también conocido como oso bandera, oso caballuno u oso palmero, debido a su enorme cola festoneada que cubre su cuerpo cuando descansa en el suelo. Con el hocico y la lengua altamente especializada, captura su presa sin destruir los nidos o colonias; los soldados de termitas defienden la colonia lanzando por su cabeza puntiaguda una secreción química pegajosa, blanca, muy repelente y de sabor desagradable y las hormigas se defienden con sus picaduras que inyectan el irritante ácido fórmico.

Entre los arbustos y sobre el suelo, una diversidad de aves insectívoras compiten con los mamíferos por el preciado alimento; se destacan los activos pájaros hojarasqueros, los trepatroncos y las batarás, entre muchos otros.

MAMÍFEROS VOLADORES

En los estratos bajos de la selva, aprovechando los grandes troncos ahuecados y en las cuevas viven los murciélagos, mamíferos voladores, representados por muchas especies y gremios; los hay insectívoros, frugívoros, polinívoros, nectarívoros, hematófagos y carnívoros. Los frugívoros son buenos dispersores de semillas puesto que, luego de consumir el pericarpo de los frutos del higuerón o los del vaco o lechero, dejan caer las semillas, que al llegar al suelo forman pequeños montoncitos que más tarde se convierten en almácigos naturales y forman densos parches de plántulas.

En el sur de la serranía de Chiribiquete, Caquetá, los ecólogos Olga Montenegro y Milton Romero, realizaron un estudio sobre la composición de las especies de murciélagos. Los frugívoros e insectívoros fueron los más comunes, con el 40,5% cada uno. Los frugívoros —17 especies— predominan en abundancia de individuos en el bosque de altillanura. En el bosque inundable sólo se encontraron tres especies frugívoras. Los polinívoros y los nectarívoros —4 especies—, se hallaron únicamente en los hábitats de sabana. Los hematófagos solamente en el bosque de altillanura y dos especies de carnívoros, tanto en bosque como en sabana.

LAS HORMIGAS Y EL DOSEL

Encontrar una hoja intacta en algún estrato de la selva sólo es posible si la planta tiene poderosas defensas contra los herbívoros, ya sean químicas —repelentes, gomas, resinas o exudados—, mecánicas —pelos, epidermis dura, rugosidades o envolturas—, o sencillamente si tiene quién la defienda. En este caso, el ejemplo más común es el de la asociación entre las diminutas y agresivas hormigas azteca y los árboles de yarumo, especie vegetal que es importante para la regeneración de los claros de la selva.

El yarumo tiene un tallo hueco, dividido en tabiques y desde muy joven es colonizado por las hormigas azteca, que para establecerse hacen una pequeña perforación en lugares especialmente delgados del tallo y ya en el interior de la cámara crían y cuidan las larvas. Las hojas jóvenes del yarumo producen, en una almohadilla de la base del pecíolo, unos diminutos puntos blancos llamados corpúsculos de Müller, ricos en nutrientes, proteínas y azúcares, que son cosechados para su alimentación por las hormigas que patrullan constantemente las ramas y hojas del yarumo y atacan a cuanto insecto fitófago o herbívoro se pose sobre su árbol protegido; la defensa también incluye liberar el yarumo de plantas invasoras trepadoras, a las cuales les muerden agresivamente los tallos o zarcillos hasta secarlos o desprenderlos. Un árbol adulto puede alojar en las cámaras de sus tallos miles de hormigas que frente a cualquier vibración o mensaje químico, atacan masivamente al agresor. A las hormigas cortadoras de hojas —arrieras—, les gustan las nutritivas hojas del yarumo, de modo que el árbol que no esté debidamente protegido puede perder todo su follaje en una sola noche; al quedar sin defensa, son invadidos rápidamente por plantas trepadoras o por los diferentes insectos herbívoros que le causan un gran daño a su follaje. Los yarumos producen permanentemente frutos que alimentan una gran diversidad de aves y sus inflorescencias de color blanco, con forma de largos dedos, son polinizadas por murciélagos. El perezoso también se alimenta de las hojas del yarumo pero no es atacado por las hormigas azteca.

En la selva amazónica las hormigas se asocian con muchas otras plantas. Bajo algunas de las Rubiáceas como el soliman, quedan en el suelo áreas completamente libres de cualquier tipo de hierba, en un espacio conocido como jardines del diablo; el soliman tiene en las puntas de sus ramas un cuerpo engrosado y redondo llamado domacio, en el que se alojan pequeñas hormigas del géneroMyrmelachista, por lo que algunos investigadores han creído que el claro bajo el árbol es producido por las hormigas, cuando en realidad se debe a las defensas químicas que ejerce la planta sobre el piso, para evitar que germinen otras plantas —alelopatía. Esta especie, que cuenta con poderosos alcaloides para su defensa, es utilizada por los indígenas de las orillas del río Vaupés para forzar a los peces a subir a la superficie en busca de oxígeno y también con fines ceremoniales; como las bandas de la corteza fresca son cáusticas, al amarrárselas en las extremidades producen quemaduras superficiales que dejan unas marcas de coloración azul negruzca, que permanecen por varios días, como dibujos simbólicos.

Otro caso interesante ocurre con el árbol de las Poligonáceas llamado vara santa o palo santo, especialmente visible cuando entra en floración, porque al cubrirse de tonos rojos, blancos y rosados, miles de insectos polinizadores lo visitan, en especial las abejas del género Trigona y algunas mariposas. Este árbol de bordes del bosque aloja en sus tallos huecos grandes hormigas del géneroPseudomyrmex, que además de defenderlo, realizan la limpieza del suelo a su alrededor. Los indígenas castigaban a los que cometían faltas graves, amarrándolos al tronco para que sufrieran las dolorosas picaduras.

INTERACCIÓN PLANTA–POLINIZADOR

Los insectos juegan un papel determinante en las relaciones mutualistas entre las plantas y sus polinizadores; grandes aglomeraciones de abejas, avispas, moscas, cucarrones y escarabajos, producen ensordecedores zumbidos alrededor de algún árbol o palma en su máximo estado de floración, cuando además éste secreta fuertes aromas.

En árboles de gaque o cucharos, los polinizadores aprovechan las flores para obtener abundante resina que por sus propiedades antimicrobianas, es utilizada en la construcción de sus nidos. En la recolección de resinas, algunas abejas sin aguijón, conocidas como meliponinos, dispersan pequeñas semillas que llevan adheridas a la resina. En la Amazonia central de Brasil, las obreras de las abejas sin aguijón cargan con semillas del árbol conocido como angelim rajado, una leguminosa que por su dureza tiene gran demanda en la industria maderera y para múltiples usos en la construcción y en la ebanistería.

Las palmas no pasan inadvertidas, pues su largo tiempo de floración y sus enormes racimos de flores que emanan fuertes aromas en las noches y al amanecer, atraen miles de insectos, algunos de los cuales visitan las flores, otros son verdaderos polinizadores y unos cuantos, oportunistas a la caza de sus presas. Un estudio detallado de la biología reproductiva y de la ecología de la polinización de la palma milpesos, demostró la complejidad de las interacciones que pueden presentarse en las palmas; la apertura de las flores ocurre en la noche, produce aromas y aumento en la temperatura de las inflorescencias hasta de 5,8 ºC, mayor que la temperatura ambiental y las flores son visitadas por varias especies de artrópodos, principalmente por coleópteros; las inflorescencias en fase masculina son visitadas en busca de alimento —polen, tejidos vegetales, presa— y lugar para el apareamiento; las flores femeninas no ofrecen recompensas, pero atraen a los polinizadores con sus aromas, para orientar a las especies polinizadoras.

   
En las lagunas de aguas negras poco profundas, crece el loto del Amazonas, Victoria amazonica, planta acuática enraizada en el lecho del pantano, con gigantescas hojas flotantes; que abre su flor en la superficie y madura el fruto bajo el agua.
En la selva inundable, el renaco, Ficus pertusa, parece caminar a zancadas sobre el fondo cenagoso y sus semillas son alimento para los peces.
El río Caquetá, a su paso por el cañón del  Araracuara, lleva un alto contenido  de limo y nutrientes aportados por la cordillera andina.
En algunas zonas de la Amazonia corren ríos de aguas blancas cerca de otros de aguas negras.
En la época de inundación de la várzea se observan parches de vegetación aparentemente seca; son las Bombacáceas que han perdido el follaje para iniciar su floración.
Los gramalotales forman grandes praderas flotantes en los humedales de Yahuarcaca, Leticia. Son hábitats importantes para diversidad de aves acuáticas como el gallito de pantano, Jacana jacana, ave zancuda de largos dedos que la sostienen sobre la vegetac
Selva inundable en el caño Tarapoto. Durante la estación de aguas altas la fauna acuática se dispersa para reproducirse, alimentarse y escapar de sus depredadores.
Caño Sararamán de aguas negras, labrado en las areniscas cuarcíticas del Escudo Guayanés.

Chorro Jacameya, en el río Mesay, donde se oxigenan las aguas procedentes de la serranía de Chiribiquete.
Igapó formado por las aguas del caño Tarapoto.
El lago Tarapoto es un importante hábitat para peces como el pirarucú y mamíferos acuáticos como el delfín rosado, la nutria y el manatí amazónico.
La selva riparia de las riberas del caño Tarapoto, permanece anegada la mayor parte del año.
El aguajal o canaguchal es un ambiente pantanoso de aguas negras donde predomina la palma de aguaje o canangucha, Mauritia flexuosa, hábitat de importancia para la fauna silvestre y de múltiples usos para el hombre.
Ladera escarpada del lomerío de la planicie amazónica en las riberas del río Amazonas que muestra el color característico del sustrato arcilloso.
En los extensos lagos de la planicie de inundación del río Amazonas, las plantas acuáticas son fuente de alimento para la variada fauna.
Caño de aguas negras que nace en lo profundo de la selva y con las lluvias aumenta notablemente su cauce.
Además de la gigante tortuga charapa, existen en la Amazonia, otras pequeñas como la tortuga roja, Rhinemys rufipes, que son capturadas con fines comerciales.
Las sales nutritivas contenidas en las arenas húmedas de las playas, atraen mariposas de diversas especies; entre éstas se destacan por sus alas amarillas los Piéridos del género Phoebis.
El pirarucú, Arapaima gigas, uno de los peces pulmonados de mayor tamaño en el mundo, se encuentra en los grandes ríos, lagos y várzeas de la Amazonia; está amenazado de extinción por la pesca de juveniles.
El caimán blanco, Caiman crocodylus, se asemeja a un tronco flotante, mientras permanece al acecho de sus presas.
Las gigantescas serpientes acuáticas asombraron a viajeros y naturalistas de la Amazonia; se han conocido ejemplares de la gran anaconda Eunectes murinus, hasta de 10 m de longitud. Actualmente es una especie amenazada por el tráfico de fauna.
La nutria o perro de agua, Pteronura brasiliensis. Curiosos y ágiles mamíferos carnívoros que viven en grupos y tienen hábitos diurnos; son los de mayor tamaño en su género. La caza excesiva para obtener su valiosa piel llevó sus poblaciones al borde de l
El delfín rosado, tonina o bufeo, Inia geoffrensis, es una criatura mítica para las comunidades indígenas de la Amazonia. La pesca con grandes redes y el tránsito de lanchas rápidas están afectando sus poblaciones.
El delfín rosado, tonina o bufeo, Inia geoffrensis, es una criatura mítica para las comunidades indígenas de la Amazonia. La pesca con grandes redes y el tránsito de lanchas rápidas están afectando sus poblaciones.
Perfil erosionado de los tepuyes de Chiribiquete.
CAPÍTULO 5B
 LAMAZONIA INUNDABLE
Es una extraña e inolvidable sensación la que se produce al deslizarse silenciosamente en una pequeña canoa bajo el dosel de la selva inundada. De pronto el agua parece estar inmóvil y en medio de un laberinto de grandes árboles que emergen del agua, se pierde el sentido de la orientación, mientras en la superficie se dibuja una estela de miles de hojas, flores, frutos e insectos que han caído de las ramas y que harán parte de la dieta de muchos peces. Las costras de líquenes sobre los tallos indican el nivel máximo alcanzado por anteriores crecientes, marcado también por las termitas que construyen sus nidos justo en el punto que puede alcanzar el nivel más alto de las aguas.

La selva inundable es uno de los ecosistemas característicos de la Amazonia que se presenta en las llanuras aluviales de los principales ríos y en consecuencia están sujetos a fuertes cambios; durante la mayor parte del año permanecen anegados y en épocas secas quedan al descubierto inmensos playones y grandes áreas, lo cual genera un complejo mosaico de ambientes. Algunos investigadores consideran que este tipo de ecosistemas son humedales fluviales o macrosistemas en los que el agua, los nutrientes, sedimentos y organismos no son estáticos, sino móviles. Los humedales fluviales son retardadores del escurrimiento, puesto que a ellos llegan elementos desde los tramos superiores del río, son transformados y devueltos nuevamente a su curso cuando comienza la creciente.

En las planicies de inundación de los departamentos de Guainía y Vaupés, con sustratos arenosos y campos de dunas eólicas, hay numerosos cuerpos de agua aislados; según el limnólogo Juan José Neiff, estos son pantanales en los que la capa impermeable está cerca de la superficie, o a decenas de metros de profundidad. Pueden presentar dos fases: una de acumulación o saturación y otra de inundación, que ocurre cuando el agua desborda la capacidad de almacenamiento y pasa de unas cuencas a otras, o anega extensos sectores del paisaje. El exceso de agua, que se debe a las lluvias locales, puede cubrir hasta dos metros del suelo y posteriormente infiltrarse por las partes altas de las dunas fósiles e ir surgiendo lentamente, durante semanas, en las depresiones. Gran parte de los pantanales tienen características oligotróficas —falta de nutrientes— durante la fase seca y en el período de lluvias, eutróficas —exceso de nutrientes—, gracias al aporte y circulación de nutrientes que ingresan al sistema a través del agua.

Algunos humedales de la Amazonia, formados por las inundaciones, pueden alcanzar varios metros de profundidad y provienen de desbordes de ríos que nacen en otras regiones; en consecuencia, el estímulo meteorológico que origina el fenómeno está muy alejado y puede tener uno o varios meses de desfase con respecto al momento en que sube el nivel de agua. En estos humedales el escurrimiento de las áreas inundadas es más o menos organizado, aunque muy lento y las corrientes se dividen y subdividen para reagruparse más adelante.

De acuerdo con las características de las aguas, en la gran planicie Amazónica se presentan dos grandes tipos de humedal: los formados por los ríos de origen andino —denominados ríos blancos—, cuyas aguas son barrosas, amarillentas, ricas en nutrientes, cargadas de sedimentos, arenas y limos y tienen un pH o grado de acidez neutro, y los formados por los ríos de origen amazónico —denominados ríos de aguas negras—, que son los que nacen en medio de la planicie, llevan pocos sedimentos y gran cantidad de materia orgánica, lo que les genera una coloración café oscura; son pobres en nutrientes y sus aguas tienden a ser ácidas. Entre estos dos extremos se encuentran los humedales que son alimentados por los dos tipos de ríos o por los que mezclan las dos fuentes de agua.

Algunos ríos negros tributan a ríos blancos de mayor caudal como ocurre con los que desembocan al Amazonas o al Putumayo. Otros como el Yarí cambian de coloración; en su parte alta son muy barrosos y luego de adentrarse en la Amazonia y recibir los afluentes que nacen en Chiribiquete, se aclaran hasta tomar un aspecto verdoso. Ocurre también que algunos ríos durante el período de lluvias son de aguas blancas y barrosas y luego, durante la estación seca se vuelven claros, como ocurre con el Ariari. Aparte del Amazonas, que muestra un importante grado de mineralización y un pH con mayor tendencia a la neutralidad, los principales ríos de origen andino que recorren la Amazonia colombiana —Guaviare, Caquetá y Putumayo—, presentan una conductividad reducida y un pH bajo, condiciones que se van haciendo más agudas a medida que reciben tributarios nacidos en la selva. De esta manera se evidencia un gradiente de mayor a menor mineralización y de menor a mayor acidez, que sigue el sentido occidente–oriente; es decir, desde el piedemonte andino hacia los límites con Brasil.

RÍOS DE AGUAS BLANCAS

Los ríos más grandes de la Amazonia colombiana son los de aguas blancas. El Guayabero que nace en la cordillera Oriental y más adelante en la confluencia con el Ariari cambia de nombre a río Guaviare, tiene aproximadamente 1.300 km de curso y aunque dirige sus aguas a la cuenca del Orinoco, las formaciones vegetales de sus riberas hacen parte de la selva amazónica de transición; este río lleva sedimentos ricos en nutrientes procedentes de la vertiente andina y los deposita en extensos playones que rápidamente son colonizados por el sauce playero y por parches de caña brava. El río Caquetá nace en el Macizo Colombiano y en su recorrido de 2.200km, recoge dos grandes afluentes: el Orteguaza y el Caguán. Otro de los grandes afluentes del Amazonas es el Putumayo que nace en el sur del país en el Nudo de Los Pastos y recorre 2.000km. Finalmente, el Amazonas pasa en un corto tramo de 116 km por Colombia, en el extremo sur del país, en límites con Perú.

LSELVA DE VÁRZEA

Las planicies inundadas por ríos de aguas blancas con abundantes sedimentos se denominan várzeas. La cantidad de limos que arrastran estos ríos de origen andino genera suelos ricos en nutrientes, lo que permite un buen desarrollo de la vegetación desde las vegas aluviales recientemente formadas, hasta las terrazas más altas que se anegan sólo temporalmente. El geomorfólogo Pedro Botero clasificó las principales formas de relieve de este paisaje, como sigue: diques naturales con explayamientos o restingas, que son áreas altas, de materiales gruesos, localizadas a los lados de los cauces; basines o bajiales, que son depresiones amplias ubicadas entre los diques de dos ríos y cauces abandonados o madreviejas. Durante las crecientes, las aguas sobrepasan al nivel de los diques naturales y se riegan hacia los basines y madreviejas, donde depositan toneladas de sedimentos que forman en sus orillas complejos sistemas con un microrelieve característico. Esto hace que el paisaje fluvial sea muy dinámico y cambie durante cada fase de inundación o de sequía, lo que ofrece un mosaico de hábitats para la vegetación y la fauna. El factor determinante en las selvas inundables es el tiempo de duración de la inundación.

El período de anegamiento de un determinado lugar de la selva inundable depende de su altitud con respecto al río. En los lugares más altos las aguas se desalojan en unos pocos días y el terreno queda abonado con limos fértiles; la selva de estos puntos es la que presenta una estructura más compleja, mayor diversidad y árboles más altos. Se destacan los gigantescos caimitos, las chivechas o cauchos, la ceibas, el jobo, el maraco con sus racimos de enormes frutos en el tallo y el mortecino, Lecitidácea que produce flores pestilentes, polinizadas por enormes abejas; las palmas constituyen un grupo de gran diversidad: la real, la milpesos y la moriche, son las más abundantes.

En las vegas bajas denominadas bajos o bajiales, el agua permanece durante la mayor parte de la estación lluviosa —7 a 9 meses según la posición topográfica— y ante la necesidad de adaptarse a las inundaciones, algunas plantas han desarrollado mecanismos especializados, como neumatóforos u otras estructuras de intercambio de gases, o raíces adventicias para atrapar sedimentos que sólo crecen durante la inundación. En general, la vegetación presenta en su crecimiento floración, fructificación y dispersión de semillas, un ajuste muy sincronizado con los pulsos de inundación y sequía, pero en medio de este aparente equilibrio, ocurren fuertes disturbios por la caída de grandes árboles o por la muerte masiva de ciertos sectores del bosque, causados por cambios repentinos del curso del río, aspectos que hacen parte de la dinámica natural.

En los planos aluviales con inundaciones frecuentes del medio Caquetá, las playas bien drenadas tienen una vegetación herbácea abierta y bosques bajos de yarumos; en los diques naturales y las barras del cauce con suelos de mejor calidad, hay bosques altos de cacao de monte, mientras que en las partes bajas pantanosas de suelos arcillosos y orgánicos, abundan las palmas y en los canales abandonados que tienen suelos orgánicos escasamente drenados, crecen bosques bajos de la hierba gigante aninga. Las partes altas del complejo de barras del cauce, donde la inundación es esporádica y los suelos son arcillosos y bien drenados hay bosques altos —hasta 25 m de altura— con la leguminosa Brownea grandiceps y palma bombona y los basines, con suelos arcillosos escasamente drenados, presentan bosques de palmas y Lauráceas y bosques bajos de palo de arco y palma canangucha. En las terrazas bajas con suelos planos y bien drenados se desarrollan bosques altos de digtigue y manzano, comunidades que también aparecen en las terrazas altas.

Muchas semillas son transportadas por el agua y germinan sobre los suelos limosos de las zonas inundadas por los ríos de aguas blancas. Algunas de ellas están especialmente adaptadas a los ambientes acuáticos y pueden permanecer largo tiempo sumergidas o flotantes, como ocurre con las de la aninga, hierba gigante de forma arborescente y las de la Victoria amazonica, loto que tan pronto como su flor perfumada es polinizada por escarabajos, sumerge su capullo hasta que sus frutos maduren y liberen las semillas. Del borde de playa hacia tierras mal drenadas, los primeros en germinar son los pastos, entre los que el más común y abundante es el gramalote cuyos tallos especializados le permiten flotar y formar praderas que constituyen un hábitat importante para la fauna de la várzea. Durante las crecientes en las grandes islas de gramalote, arrastradas por la corriente del río, se ven pequeños mamíferos como el chigüiro o algunos reptiles. El capinurí, el renaco, el yarumo de bajo y los guamos, son árboles pioneros muy comunes en el borde de río.

RÍOS DE AGUAS NEGRAS

Los ríos de aguas negras son más cortos y de menor caudal y se caracterizan por la pobreza de nutrientes y por su extrema acidez generada por la concentración de ácidos húmicos. En la Amazonia colombiana los principales ríos de aguas negras son el Inírida, que nace en el complejo sistema de tepuyes de la serranía de Tunahí y la Mesa de La Lindosa y desemboca en el río Guaviare; el alto río Negro, que formado por varios ríos, incluidos el Guainía y el Vaupés, atraviesa el territorio de los tepuyes de Puinawai y la serranía de Naquén; el Apaporis con su espectacular raudal de Jirijirimo y el río Miriti Paraná, que desemboca en el Caquetá. Otros afluentes importantes del Putumayo, son el Cara Paraná y el Igara Paraná, este último recordado porque en su cabecera se ubica La Chorrera, un poblado huitoto cuya fundación se asocia con la explotación de las caucherías.

LSELVA DE IGAPÓ

A las selvas inundadas por ríos de aguas negras se las llama igapó. Sus aguas, a pesar de la coloración té oscuro, son tan transparentes que permiten una visibilidad de tres metros o más, mientras que en los ríos de aguas blancas, como el Amazonas, es apenas de 50 o 60 cm. La mayoría de las aguas negras del trópico desaguan en igapós con enormes selvas pantanosas, donde las grandes copas de los árboles evidencian un enorme sistema de raíces que por medio de su respiración consumen el oxígeno del agua y del suelo, de una manera tal, que resulta imposible para los organismos productores de humus realizar su trabajo.

El humus es insoluble en agua y por lo tanto se conserva en el suelo; en las zonas de aguas blancas tiñe los suelos de los ríos de un color que va del negruzco al marrón, pasando por el ocre. Pero donde el contenido de oxígeno baja a menos de 3 miligramos por litro, sólo se pueden formar las primeras partes de la cadena de moléculas de humus, que son las responsables de la coloración té de los ríos de aguas negras. Estas indican que son aguas pobres en oxígeno y ácidas —pH 3,8 a 4,5—; dicha acidez se debe en parte a las arenas del Escudo Guayanés, pobres en calcio y que carecen, por lo tanto, de iones neutralizantes. Las aguas negras también son pobres en electrolitos, así que ofrecen a las plantas un medio ambiente hostil. Por esta razón dominan especies con adaptaciones especiales, como las Apocináceas del género Malouetia, y la famosa palma chiquichiqui, que forma grandes palmares denominados fibrales, por el uso que se hace de esta palma productora de fibras en la región del Guainía.

En un transecto realizado en la llanura aluvial del río Cahuinari, en la región media del río Caquetá, se identificaron las siguientes unidades de paisaje y vegetación: En las orillas del plano de inundación, de suelos arcillosos moderadamente drenados, se encuentran bosques altos de sangretoro, mezclados con palmas asaí y bombona, entre otras especies. En los basines de suelos arcillosos y escasamente drenados se presentan bosques pantanosos de palmas canangucha. En los ambientes pantanosos de meandros abandonados se desarrollan comunidades de palmas, con castaña espinosa y macuri negro.

Los ríos de aguas negras han sido poco estudiados en la Amazonia colombiana, en especial en lo relacionado con su fauna. En una investigación realizada por varios biólogos dirigidos por Ivonne Bejarano en el río Mesay, que nace en las Sierras de Chiribiquete, se exploraron sus desconocidos raudales, chorros, lagos y quebradas, durante el anegamiento entre abril y septiembre y durante el estiaje entre diciembre y febrero. Con base en los muestreos realizados entre julio y septiembre, se encontró que hay especial riqueza de peces; se capturaron 79 especies pertenecientes a cuatro órdenes y 16 familias; de las 367 especies que tiene la Amazonia colombiana; 23 de las encontradas en el Mesay son nuevos registros. Los peces de tallas grandes abundan en los lugares con mayor plano de inundación, en tanto que los de tallas pequeñas prefieren las aguas corrientes. Aunque la riqueza de especies es elevada, la diversidad es baja; el orden Characiforme, como las sardinas y bocachicos, predomina con un total de 63 especies —80%—, seguido por los Siluriformes, como los babosos y bagres, con nueve especies —11%—; de los Perciformes, como las mojarras, se encontraron seis especies —8%— y de los Rajiformes o rayas, solamente una especie fue localizada —1%—. En los lagos, donde el detrito, el recurso alimenticio más abundante, es la base de la mayoría de cadenas tróficas, se encontró el mayor porcentaje de especies de la familia Curimatidae, conformada por especies detritívoras, que consumen material orgánico finamente particulado, rico en bacterias y microorganismos descomponedores.

LOS CANANGUCHALES O AGUAJALES

Uno de los tipos de vegetación característicos de la planicie aluvial son los bosques dominados por la palma canangucha, aguaje o moriche, cuyas amplias hojas tienen forma de abanico. Esta palma de múltiples usos crece asociada con árboles de especies maderables de la familia de las Anonáceas, como el tablón y de las Miristicáceas, como el palos angre; se entremezcla con abundantes Melastomatáceas arbustivas, así como con otras palmas, como la milpesos, que es considerada una de las oleaginosas más promisorias.

La palma de moriche es quizás la más ampliamente distribuida y la más abundante en las cuencas del Amazonas y el Orinoco; llega incluso hasta el pie de monte andino hasta los 900 m de altitud y su hábitat óptimo son los terrenos inundados o con drenaje muy deficiente. Los indígenas han llamado a esta palma el árbol de la vida, por los usos que se obtienen de ella: la pulpa anaranjada de los frutos es muy nutritiva por su alto contenido en proteína y aceites; de las hojas jóvenes se extrae fibra de excelente calidad y las hojas adultas sirven para elaborar los techos de las viviendas; en los troncos caídos se crían mojojoyes —larvas de un cucarrón, o coleóptero— que complementan la dieta proteica y sirven de alimento a grandes mamíferos silvestres, como saínos y dantas y sus troncos muertos sirven de sitios de anidación de aves, como guacamayas y loros.

Durante las inundaciones, los frutos de muchas plantas son dispersados por las corrientes y hacen parte de la dieta de grandes peces. La palma yavarí, muy común en la cuenca amazónica, es exclusiva de las orillas de ríos o de zonas inundadas cercanas a ellos, donde forma grandes poblaciones; crece hasta 15 m y su tallo, de unos 20 cm de espesor, está fuertemente armado de espinas; fructifica anualmente durante el invierno y sus frutos maduros de color amarillo y 4 cm de longitud, son importantes para la dieta de más de 16 especies de peces como el tambaqui o la gamitana y para la mayoría de tortugas amazónicas, como la charapa y para algunas aves, especialmente las guacamayas.

ERÉGIMEN PULSÁTIL DE INUNDACIÓN

En la planicie de inundación, los procesos ecológicos, el tipo de fauna y flora, los suelos y el uso de la tierra, están determinados por el comportamiento estacional de las inundaciones y se constituyen en sistemas complejos que involucran generalmente varios ecosistemas; por tal motivo, es necesario considerarlas macrosistemas que soportan ambientes acuáticos permanentes y temporales.

Las planicies inundables deben ser interpretadas integralmente —cuenca, curso del río y planicie— en largas series de tiempo —años—. En el contexto de espacio y tiempo, son sistemas muy estables, con características únicas. En los grandes humedales, prácticamente todos los procesos tienen relación positiva o negativa con la frecuencia, duración, magnitud y otras características de la secuencia inundación–sequía. El transporte y deposición de sedimentos, la colonización, producción y descomposición de la vegetación herbácea y leñosa; el consumo y mineralización de la materia orgánica, la actividad migratoria de los organismos y las actividades de los pobladores del río, como la pesca y las cosechas, están sincronizados con el régimen pulsátil de los ríos.

Las inundaciones generan procesos de renovación de los ecosistemas que forman parte del río. El conjunto de organismos vegetales o animales que viven en los grandes ríos es regulado por la dinámica de los pulsos, en la que la fase de aguas bajas es tan importante como la inundación, la cual genera el mayor factor de cambio en la estructura biótica; sin embargo, muchos árboles y plantas herbáceas poseen adaptaciones morfológicas y fisiológicas que les permiten realizar la fotosíntesis en condiciones de inmersión prolongada.

EMUNDO BAJO EL AGUA

Las torrenciales lluvias en el piedemonte andino de la vertiente amazónica, donde la precipitación puede alcanzar 5.000mm, además de las grandes tormentas que se desatan con fuertes borrascas en la planicie amazónica, incrementan los caudales de los ríos hasta anegar toda su planicie de inundación, situación que en la Amazonia colombiana alcanza su máximo nivel entre octubre y abril y llega al nivel mínimo entre agosto y septiembre; las planicies de los ríos que discurren más hacia el norte, como el Guaviare, tienen una influencia del régimen llanero y captan la mayor precipitación entre abril y agosto, con un pico máximo en junio. Las fluctuaciones en el caudal constituyen un régimen pulsátil que produce grandes inundaciones seguidas de épocas secas, cuando aparecen inmensos playones para la nidificación de las tortugas.

En el río Amazonas frente a Leticia, el nivel del agua entre la fase seca y la lluviosa puede variar entre 8 y 12 m. Durante unos tres meses, la inundación cubre extensas áreas de selva y amplía el hábitat para la fauna acuática. Los grandes mamíferos como el manatí amazónico, que puede alcanzar un tamaño de 3 m y pesar 480 kilogramos, cuenta con las grandes masas de aguas de lagos y ríos que forman un espacio subacuático continuo, donde puede moverse a sus anchas y alimentarse con diferentes tipos de forraje, como las praderas flotantes de pasto gramalote, la lechuguilla, que es su planta favorita, el camote de flores violeta y el buchón, entre otras; también aprovecha los frutos que flotan en el agua de lavárzea. Las interacciones en la selva inundable conservan el equilibrio del ecosistema, de manera que cuando desaparece el manatí por exceso de caza, algunas de estas plantas se vuelven tan invasivas que taponan los canales y dificultan la navegación; la densa cobertura vegetal que no tiene su control biológico natural, se vuelve una plaga en el medio acuático y termina por afectar las cadenas alimentarias. Desde el siglo XVII, miles de manatíes han sido sacrificados para obtener su carne, manteca y piel, lo cual los ha llevado al borde de la extinción y aunque están protegidos por la Ley colombiana desde 1969, aún se consideradan una especie amenazada y no obstante los esfuerzos de las instituciones y organizaciones civiles, muchas crías y juveniles mueren cada año atrapados en las mallas de pesca.

El mundo bajo el agua es habitado por dos especies de delfines: el rosado o bufeo colorado, que alcanza 2,8 m de longitud y pesa alrededor de 180 kilogramos y el gris, de menor tamaño, que prefiere áreas más abiertas y despejadas. Aparte del color de su piel en los individuos adultos, la principal característica del delfín rosado es la movilidad de su cabeza, que le permite desplazarse con facilidad en el complejo mundo subacuático de los bosques inundables, donde se alimenta principalmente de peces, por lo que los pescadores lo consideran una competencia que afecta su labor. A pesar de que es una especie cuyo simbolismo en los mitos y en la cultura indígena es muy importante, las presiones de caza han aumentado y algunos pescadores los utilizan como carnada para atraer peces carroñeros, similares al capaz, que tienen gran demanda en las ciudades.

ECICLO DE LAS INUNDACIONES

El científico Michael Bevis, divulgó en el Journal Geophysical Research Letters del año 2005, una investigación según la cual, la inundación en la Amazonia es de tal magnitud que el peso del agua afecta la corteza terrestre en el área de la cuenca y literalmente la hunde aproximadamente 10 cm y luego, en la estación seca, recupera su nivel. En este ambiente, la fauna acuática ajusta su ciclo de vida a los pulsos estacionales y a la oferta de recursos durante las diferentes épocas del año.

La inundación desencadena migraciones masivas de algunas especies de peces, como los Caracidos o peces de escama de los que hacen parte los bocachicos, la gamitada y las lisas y los siluriformes representados por varias clases de bagres, que se desplazan hacia las zonas de rebalse y lagunas de la várzea en busca de buenos lugares para su reproducción, como los camalotales o praderas flotantes donde sus larvas y juveniles encuentran alimento abundante y aguas de buena calidad. Estos ambientes se convierten en salacunas donde las cadenas alimenticias y las interacciones son muy complejas; la base de su productividad se debe en parte a organismos microscópicos como las bacterias y diversidad de algas —Euglenofíceas, Clorofíceas, Bacilariofíceas— que componen el fitoplancton y a un universo de invertebrados —Rotíferos, Copépodos, Cladóceros— que conforman el zooplancton; toneladas de material que aporta la vegetación riparia, complementan esta compleja red de interacciones invisibles, que hacen más o menos productivo el ecosistema, según sea de aguas blancas o negras.

Esto ocurre en grandes lagos de la planicie amazónica como el Yahuarcaca, que es inundado anualmente por el río Amazonas y que durante las aguas bajas es alimentado por la quebrada Yahuarcaca y el lago Tarapoto cuyo principal afluente es el río de aguas negras Loreto Yacú, sólo inundado por el Amazonas en los niveles más altos de las crecientes.

Los estudios realizados por el biólogo Tomás Castillo, sobre la productividad y biomasa de algas que se adhieren a la vegetación, a ramas y troncos sumergidos, revelan que su dinámica está relacionada con la mineralización de las aguas, el ingreso de nutrientes, el tipo de bosque inundable, la descomposición de la materia orgánica y la recirculación de nutrientes en la columna de agua; el valor más alto de clorofila se encontró en las aguas bajas —20 mg/m2— y el más bajo, en las aguas en ascenso o altas. Los disturbios de origen natural o humano afectan los ecosistemas acuáticos desde la base de su cadena productiva, lo cual se refleja en una cascada de efectos sobre las especies que lo habitan e incluso llega a afectar a los grandes depredadores y al hombre.

UVERANO PROLONGADO

La temporada de mayor tensión en los ecosistemas de la Amazonia es la época seca, que aunque generalmente es breve, en algunas ocasiones se prolonga, como ocurre durante el fenómeno de El Niño; algunos ríos se secan y la fauna y la gente quedan aisladas, se producen incendios y muchos animales mueren. En una temporada seca normal, los manatíes, delfines, caimanes y algunos peces grandes se desplazan a nuevos sitios, tan pronto como perciben cambios químicos y disminución en el nivel de agua.

En las lagunas y ríos de poca profundidad, el oxígeno desciende a niveles críticos, y los gases emanados del fondo —metano y ácido sulfhídrico— crean un ambiente mortal para los peces, pero algunas criaturas están bien adaptadas y han convertido su vejiga natatoria en una especie de pulmón para tomar el aire de la atmósfera, por lo cual se denominan peces pulmonados; estas especies se consideran verdaderos fósiles vivientes, puesto que pertenecen a una etapa evolutiva intermedia entre los peces y los anfibios. El natinga de la Amazonia es un extraño pez de cuerpo oscuro y sin escamas, alargado como un anguila, de aproximadamente 50 cm de longitud y con unas diminutas aletas como filamentos; durante la época seca escapa a la muerte enterrándose 30 a 50 cm bajo el fango y aislándose en una cámara húmeda tapizada con una mucosidad producida por su piel, donde permanece en un estado latente, para salir de su refugio cuando su hábitat se inunda nuevamente. Otro pez que tolera condiciones de aguas barrosas y con deficiencia de oxígeno es el temblón, que a pesar de tener unas branquias muy reducidas, casi atrofiadas, cuando sale a boquear hace que el aire llene su cavidad bucal y faríngea, que al estar tapizada con papilas muy vascularizadas, con miles de capilares sanguíneos, cumple la función respiratoria; este pez se defiende con letales descargas eléctricas generadas por células especializadas en su cuerpo, que además le sirven para capturar sus presas.

El gigante de los peces pulmonados de la Amazonia, que prefiere vivir en grandes lagos y várzeas es el pirarucú, única especie de la familia Arapaimidae y uno de los más grandes de agua dulce del mundo —se han capturado ejemplares de 3 m de longitud y 200 kg de peso—; de cuerpo alargado y redondo, cubierto con grandes escamas de coloración rojiza en la cola, es un voraz depredador que abre velozmente su enorme boca y succiona las presas y todo lo que se encuentre a su alrededor. La alimentación del pirarucú en la fase de alevín está compuesta por camarones y pequeños crustáceos y a medida que va creciendo se convierte en piscívoro, aunque ocasionalmente se alimenta de aves y reptiles acuáticos.

Una investigación realizada por la Universidad de la Amazonia, en Florencia, Caquetá, basada en especies en cautiverio, permitió observar el comportamiento reproductivo del pirarucú. Para comenzar, el macho demarca el territorio mediante fuertes golpes que da en el agua con la cola, hasta atraer a la pareja y luego construyen el nido; la coloración del macho y la hembra cambia a un tono más oscuro; la del macho es más intensa. Al tercer día de establecida la pareja, las larvas eclosionan y seis días después los alevines desarrollan la respiración aérea, momento en el cual emergen por primera vez, nadando cerca de la cabeza de su progenitor. Tres semanas más tarde las crías disminuyen la dependencia del padre y se alejan para empezar a cazar pequeños peces; entonces su comportamiento gregario y la permanencia en las capas superficiales del agua los convierten en presa fácil para diferentes tipos de aves, especialmente para las garzas vaco y el martín pescador, aunque también son atacados por otros peces depredadores como el guyumbo, el dentón o pez perro y otros pirarucúes adultos. Esta especie ha sobrevivido desde el Cretáceoporque desarrolló estrategias exitosas; además de ser un pez pulmonado, cuida a sus crías permanentemente, es de gran tamaño, voraz, veloz y defiende agresivamente su territorio de otros invasores, atacándolos con su fuerte cabeza; pero la necesidad de salir a tomar aire en la superficie lo delata ante su mayor depredador, el hombre.

En un esfuerzo para su conservación, los países amazónicos han incluido al pirarucú en el Apéndice II de CITES —Convenio Internacional para el Tráfico de Fauna Silvestre—, donde están las especies, que si bien no se encuentran en peligro de extinción, podrían llegar a esa situación, a menos que su comercio sea regulado y se instituya una veda durante el período reproductivo. Los proyectos de investigación se proponen difundir, promulgar y capacitar a pescadores, acopiadores y productores en el desarrollo sostenible de esta especie que ofrece un gran potencial para cría en cautiverio.

Durante el verano, en la planicie de inundación muchas especies quedan atrapadas en los bajiales, restingas y madreviejas de poca profundidad y si el verano se prolonga, se pueden secar o bajar a niveles críticos que sólo toleran un reducido número de especies; algunas quebradas no cuentan con suficiente aporte de agua y en los pequeños charcos aislados, apenas subsisten diminutos peces de colores.

Los peces que quedan concentrados en aguas superficiales son presa fácil para muchas aves pescadoras que aprovechan para darse un festín; las garzas blancas y el garzón soldado, de casi 1,50 m de altura y un extraño cuello hinchado desnudo, encuentran abundantes peces moribundos que también son disputados por chulos y gualas, aves carroñeras que se encargan de la limpieza. En esta época se escucha la febril actividad de diversidad de moscardones que se posan sobre los restos de peces en descomposición y de avispas carnívoras que arrancan trocitos de carne para llevar afanosamente a su nido; nubes de mariposas amarillas se detienen en la arena para abastecerse de sales vitales, mientras que otras, de brillantes reflejos metálicos, prefieren los peces muertos. En lo alto de los yarumos el escenario es observado con atención por el águila cienaguera, que espera el momento oportuno para pescar.

En la ronda de las lagunas, bandadas de aves filtradoras, corocoras, coquitos y el extraño ibis verde, capturan en el lodo crustáceos y pequeñas presas. Los grupos de nutrias gigantes irrumpen chapoteando mientras emiten fuertes chillidos, como si fueran las dueñas del territorio y durante la estación de aguas bajas construyen sus cuevas en los taludes del borde del río para aprovechar con sus crías la abundancia de alimento.

LAS PLAYAS

En la época seca quedan al descubierto enormes playones en el río; unos son barrosos y con muchos residuos vegetales, otros de arenas finas y otros más, pedregosos; los hay muy amplios y también angostos con grandes barrancos gredosos en su borde, donde loros y guacamayas llegan en busca de arcillas. Los más altos presentan cierta cobertura de pasto gramalote y arbustos riparios como el camu camu, una mirtácea que produce abundantes frutos.

Hace pocos años era común observar en las playas cientos de caimanes asoleándose inmóviles, con sus grandes bocas abiertas, regulando la temperatura corporal, pero en la actualidad es raro ver alguno debido a la cacería indiscriminada para obtener sus pieles. Entre los caimanes de la Amazonia se destacan el gran caimán negro o yacaré, que puede alcanzar hasta 3 m; el caimán blanco y los pequeños cachirres o babillas, cuyos machos alcanzan los 2 m; en el borde norte de la Amazonia, en los ríos Duda, Guayabero y Guaviare se encuentra uno de los más grandes, el cocodrilo negro o caimán llanero. La caza intensiva llevó estas especies casi al borde de la extinción; actualmente son protegidos y forman parte de la lista del libro rojo de reptiles de Colombia, entre los que se encuentran varias especies de tortugas y la anaconda o güío negro, serpiente de gran tamaño que puede alcanzar de 7 a 10 m de longitud.

Durante la época de aguas bajas anidan en la playa, además de los reptiles, tortugas e iguanas, algunas aves como los gaviotines y diversidad de insectos y avispones cavadores en una frenética actividad, cazan larvas de otros insectos para alimentar las suyas que permanecen en cámaras muy elaboradas entre la arena. Grandes depredadores como el jaguar o los caimanes aprovechan para variar su dieta con huevos y carne de tortuga, puesto que esta es la época de nidificación de varias especies como el cupiso, la taricaya y la de mayor tamaño, la charapa. Esta temporada suele ocurrir entre agosto y septiembre y en algunos lugares entre octubre y noviembre.

La charapa, la tortuga de agua dulce de mayor tamaño, es principalmente frugívora y herbívora; su caparazón es ancho y aplanado y una hembra adulta puede alcanzar los 90 cm de longitud y un peso hasta de 60 kg. Lo que más ha llamado la atención es su forma de reproducción en colonias numerosas de decenas o hasta miles de desovadoras, que llegan a sus playas ancestrales. Muchas camadas de huevos se pierden por anidar en lugares inadecuados o por las inundaciones inesperadas de los ríos; la mayoría de los huevos eclosionan después de 42 a 68 días de incubación y al salir los neonatos deben sortear el ataque de los depredadores como aves, caimanes y grandes peces que los acechan en las playas y en el agua.

La gran selva húmeda de la Amazonia colombiana, con su bosques de altiplanicie, sus várzeas e igapós y el mundo bajo el agua, forma parte de uno de los biomas más diversos del planeta, en el que ninguna especie tiene el dominio y la clave del éxito está en la especialización y en la interacción de las especies que lo habitan; se han podido descifrar algunos de sus misterios, pero aún hay muchos de sus secretos que debemos conocer.
       

Los cauces de los ríos de aguas negras erosionan la dura arenisca del Escudo Guayanés formando bloques sueltos y angulosos, que lentamente serán reducidos hasta convertirse en arena fina y blanca.
Los ríos de aguas blancas, con su enorme carga de sedimentos, forman amplias playas arenosas. Río Guaviare en el límite de la selva de transición con la Orinoquia.
En las caatingas se encuentra una gran diversidad de palmas en el sotobosque, como el cumare. el corozo y la yagua.
Las formaciones de vegetación herbácea y arbustiva colonizan los pequeños parches o claros de arena blanca.
Selva riparia de varillal coloniza el frente de suelos arenosos más pobres en nutrientes; tras ella se observa una franja de selva de mayor altura que se ha desarrollado sobre mejores suelos.
Varillal con arbolitos bajos del género Clusia, con un denso estrato herbáceo con Bromeliáceas.
La flor de Inírida, Guacamaya superba, pertenece a la familia botánica de las Rapateáceas; su tallo es similar al del pasto y abunda en las sabanas amazónicas.
Sector de la serranía de Chiribiquete profundamente erosionado. En los valles la acumulación de suelos permite el desarrollo de una selva alta y densa.
Un bosque achaparrado en la cima de Chiribiquete drena sus aguas lluvias hacia un pequeño afluente encajado en los afloramientos rocosos y le aporta materiales húmicos.
En la cima de los tepuyes, crecen bosques achaparrados de gaque, Clusia schomburgkiana, cuyas flores presentan el estigma amarillo y cubierto de resina, que resulta atractivo para las abejas polinizadoras.
Algunos insectos chupadores de savia elaboran con los residuos azucarados que excretan, sofisticadas formas de apariencia algodonosa, que sirven a la planta como defensa contra sus depredadores.
Cerros de Mavecuri en la ribera del río Inírida, departamento de Guainía.
Las condiciones extremas de sequía y de nutrientes se presentan sobre la cima y las laderas del tepuy, donde sólo prosperan plantas especializadas, como Bromeliáceas, Clusiáceas, Velloziáceas, Xiridáceas.
La Bromeliácea del género Navia, forma colonias en las condiciones extremas de los afloramientos rocosos en los tepuyes.
Formaciones rocosas erosionadas por el agua y el viento, con escasa cobertura de líquenes, bromelias y gramíneas, en la serranía de La Lindosa, al suroriente de San José del Guaviare.
Las aguas cristalinas de los ríos erosionan la roca.
Los caños y ríos en la serranía de La Macarena presentan aguas cristalinas y poco profundas. La vegetación de sus riberas cumple una función importante por su aporte de materia orgánica que sirve de alimento para la fauna acuática
La irregularidad del relieve forma numerosas fuentes y saltos de agua a través de la serranía.
La fuerza erosiva del agua ha labrado en la arenisca cuarcítica grandes cavernas y formas circulares de remansos con fondo de arenas blancas. La Macarenia clavigera crece bajo la corriente de aguas oxigenadas y embellece el caño Cristales con sus cambios
La fuerza erosiva del agua ha labrado en la arenisca cuarcítica grandes cavernas y formas circulares de remansos con fondo de arenas blancas. La Macarenia clavigera crece bajo la corriente de aguas oxigenadas y embellece el caño Cristales con sus cambios
En la profundidad de las grietas que separan los bloques de roca de Chiribiquete, aún hay suficiente luz para el desarrollo de la vegetación al lado de paredes verticales.
Mesas de la serranía de Chiribiquete con diferentes grados de erosión y profundas grietas.
La actividad de los descomponedores es esencial para la producción de nutrientes en Chiribiquete.
El complejo de torretas y mesas de la serranía de Chiribiquete es una formación extraordinaria que emerge en la exuberancia de la selva lluviosa tropical de la Amazonia colombiana. A causa de la erosión, sólo quedan tepuyes aislados de lo que en el pasado
El complejo de torretas y mesas de la serranía de Chiribiquete es una formación extraordinaria que emerge en la exuberancia de la selva lluviosa tropical de la Amazonia colombiana. A causa de la erosión, sólo quedan tepuyes aislados de lo que en el pasado
Las plantas carnívoras del género Drosera, suplen la carencia de nutrientes de los suelos arenosos, tomándolos de los insectos que atrapan con sus pelos glandulosos.
La disposición en forma de roseta de flores y hojas coriáceas es una estrategia que adoptan las plantas en los tepuyes para sobrevivir.
En los tepuyes, las fuentes de agua van formando intrincados cauces, en ocasiones subterráneos y amplias cavernas inexploradas, que sirven de abrigo a muchas especies de la fauna amazónica.
Estas enormes mesas fueron para el hombre, en tiempos remotos, un lugar sobrenatural; en el interior de los abrigos rocosos plasmó el conocimiento ancestral y el respeto por la naturaleza, en miles de pictografías consideradas uno de los grandes hallazgos
Estas enormes mesas fueron para el hombre, en tiempos remotos, un lugar sobrenatural; en el interior de los abrigos rocosos plasmó el conocimiento ancestral y el respeto por la naturaleza, en miles de pictografías consideradas uno de los grandes hallazgos
Atardecer en Puerto Nariño, población de indígenas tikuna en las riberas del Amazonas.
CAPÍTULO 6
 SABANA AMAZÓNICA,CAATINGAS Y TEPUYES
Además de los ambientes característicos de la Amazonia, que son los de montaña de la parte andina y los de selva lluviosa tropical de la llanura amazónica, están las franjas de transición entre la selva y la sabana, las zonas de arenas blancas con escasa vegetación, conocidas como caatingas y las antiguas formaciones del Escudo de Guayana o tepuyes.

SELVA DE TRANSICIÓN

En el límite norte de la Amazonia colombiana, a la altura del curso del río Guaviare, el predominio de los meses secos, la poca disponibilidad de agua en el suelo y la fuerte influencia de los incendios, son factores que limitan el desarrollo de la vegetación y consolidan un paisaje de sabana seca o estacional; la selva tropical desaparece o se vuelve muy rala y se reduce a pequeñas franjas de bosques de galería de bajo porte, asentadas en los valles más húmedos de la altillanura, siguiendo el curso de los caños y los ríos.
Camilo Domínguez, investigador de la Amazonia colombiana denominó Selva Transicional Norte a esta región; es un área de vegetación baja que cubre aproximadamente 140.000 km2 y está formada por un conjunto de microcuencas que llegan al río Atabapo y continúan hacia el norte por las cuencas de los ríos Inírida, Matavén, Guaviare y parte de la vertiente oriental del río Vichada. Esta zona, que drena hacia el Orinoco, hace parte de la Amazonia noroccidental y presenta un paisaje de altillanura ondulada a fuertemente ondulada, con suelos pobres en nutrientes que reciben precipitaciones de entre 2.000 y 3.000 mm al año, con temporadas secas de uno a dos meses. La selva de transición comparte muchos aspectos fisonómicos, estructurales y de composición florística con los bosques de galería de la altillanura; sin embargo, las especies caducifolias como el floramarillo son escasas; se encuentran maderas valiosas: granadillo, sangretoro, cedro macho, cabo de hacha o costillo, caimo, anime, peine mono y el flor morado. Las palmas, entre las que se destacan el chuapo, el cumare y el corozo, son abundantes.

En los estratos bajos del sotobosque es muy común la palma yagua, de frutos ricos en aceites y de su tallo grueso subterráneo emergen hojas hasta de 5 m de longitud. Cuando se tala el bosque es muy difícil erradicarla, puesto que del banco de semillas enterradas, con la luz y las altas temperaturas, germinan miles de semillas que dan la apariencia de una plantación de palmas; finalmente sucumbe después de muchos años de desyerbe, pastoreo e intensificación de la erosión del suelo. Otra palma que se destaca por su altura y múltiples usos es la milpesos o seje, de gran importancia como alimento para la fauna silvestre, que ha sido aprovechada por los indígenas desde tiempos antiguos y produce aceite de alta calidad.

LAS CAATINGAS 

Durante los primeros meses del año, en el noroccidente de la Amazonia colombiana el notable descenso de la pluviosidad forma una cuña de sequedad que penetra cientos de kilómetros hacia el sur, entre los meridianos 73 a 75 oeste, lo que es suficiente para hacer variar notablemente la flora de la zona y generar arrabales ocaatingas, que son algunos de los ecosistemas terrestres menos conocidos del país, a pesar de su fascinante contexto biogeográfico y de su elevado grado de endemismos. Estas grandes extensiones de vegetación herbácea se localizan en el alto río Negro, en la cuenca del río Inírida en Guainía, en parte de Vaupés y en las sabanas del Refugio o sabanas del Yari, en el extremo sur de la serranía de La Macarena.

Según Guillermo Sarmiento, ecólogo especialista en sabanas tropicales, estas seudosabanas sobre arenas blancas soportan una fuerte y prolongada inundación anual; sus suelos están constituidos casi exclusivamente por arenas cuarcíticas y probablemente son los ecosistemas más hiperdistróficos —faltos de nutrientes— del trópico americano. Las sabanas llaneras cubiertas por gramíneas se diferencian florísticamente de las sabanas amazónicas de plantas herbáceas, porque éstas fueron centros de diversificación más antiguos y su vegetación se adaptó a los sustratos arenosos —psamófila—, escasos en nutrientes, desde hace más de 70 millones de años.

Los arenales de la planicie amazónica surgieron en las épocas extremadamente secas del Pleistoceno —hace 10.000 años—, cuando el viento arrastró arenas fluviales y cuarcíticas provenientes de la erosión del Macizo Guayanés. En estos suelos donde predominan arenas blancas con altos niveles de humedad edáfica se desarrolla un bosque muy pobre, de poca altura y de tallos delgados generalmente con menos de 30 cm de diámetro, denominado varillal. La formación vegetal, también llamada caatinga, corresponde al mosaico de selvas bajas y sabanas que predominan en los departamentos de Guainía y en Vaupés, en una extensa franja cerca al Orinoco. Los caatingales de la Amazonia colombiana son muy diferentes a los de la verdadera caatinga —caa= bosque; tinga= blanco o ralo— del Tupí–Guaraní de la Amazonia brasileña, tanto en su composición y fisonomía como en otros aspectos ecológicos; sin embargo, muestra algunas similitudes en las estrategias de adaptación de las plantas a ambientes con deficiencia de nutrientes.
Bosques de arena blanca o varillales similares a los caatingales de la Amazonia peruana, al suroccidente de Iquitos, donde hay pocas especies, pero abundantes individuos por especie y los árboles presentan diámetro reducido; el sotobosque es bajo e irregularmente abierto, los bejucos tienen una cantidad muy reducida de especies e individuos y el estrato herbáceo está compuesto predominantemente por helechos.

El aspecto de los varillales puede variar desde un bosque enano de 2 a 4 m de altura, con capa orgánica gruesa de 43 cm de espesor y con el 90% de tallos menores de 1 cm de diámetro, hasta bosques con una altura de 30 m, escasa materia orgánica —1 cm— y árboles macizos hasta de un metro de diámetro; aún no se sabe a qué se deben estas variantes en su estructura. En las depresiones o cuando hay capas impermeables en el subsuelo, el bosque sobre arena blanca presenta muy baja estatura —chamizal—, alta penetración de luz y un dosel dominado por aguaje, aguaje de varillal y aguajillo. Los varillales albergan una fauna y flora únicas, adaptadas a condiciones muy duras de estrés por escasez de nutrientes y a la fluctuación constante de la capa freática; muchas especies como las de los géneros Bonnetia y Ternstroemia son endémicas.

Investigadores del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional descubrieron una gran complejidad ecosistémica y heterogeneidad espacial en los caatingales del Guainía y de acuerdo con su fisonomía y la fisiografía, los caracterizaron en los siguientes tipos de vegetación y de ambientes:
  • Bosques medianos de las planicies aluviales bajas. Son los que están sujetos a inundación y presentan un arbolado de 15 a 18 m de altura con diámetros de 7 a 30 cm. Entre las 58 especies que registraron en estos bosques, se destacan comunidades de la Sapotácea Manilkara y la LecitidáceaGustavia, entre otras.
  • Bosquecitos y matorrales de ribera. Se desarrollan en los caños y planicies aluviales bajas inundadas estacionalmente y su vegetación, que tiene 7 m de altura y tallos menores de 15 cm de diámetro, presenta entre 14 a 29 especies. Los matorrales, que rodean la sabana, se desarrollan sobre suelos arenosos y alcanzan los 5 m de altura; están compuestos por palmas y arbustos de hojas esclerófilas como el gaquillo y los delgados arbolitos de Humiria, especialmente adaptados a la pobreza en nutrientes. Las investigaciones señalan que las plantas bajo estas condiciones hacen asociaciones simbióticas con micorrizas ectotróficas, lo que les permite suplir la deficiencia de nutrientes en el sustrato arenoso y optimizar la captura de algunos minerales como el fósforo y el nitrógeno, fundamentales para su desarrollo. El excedente de productividad, como la hojarasca y las ramas, forman una pequeña capa de humus y la acción descomponedora de microorganismos, como los hongos basidiomicetos, lentamente libera los ácidos húmicos y minerales que contribuyen a la coloración ambarina característica de las aguas ácidas de estos ecosistemas.
  • Bosques altos de las terrazas medias de altillanura. Alcanzan una altura de 18 m con árboles que alcanzan 35 cm de diámetro. Entre las 89 especies que componen estos bosques se destacan las Burseráceas Protium opacum yDacryoides chimantensis, de un gran potencial económico como productoras de resinas industriales; entre las maderables está la leguminosa del género Clathrotropis.
Otros tres tipos de vegetación encontrados en los planos aluviales de las sabanas arboladas con suelos arenosos, donde se desarrollan el pasto Mesosetum y arbolitos de Licania, son: las comunidades de pequeños arbolitos de laurel y saladillo; las comunidades de Rapateáceas, entre las que crece la flor de Inírida, reconocida por su uso ornamental y los bosques de chiquichiqui, conocidos locamente como fibrales, que cobran especial importancia debido a su utilización artesanal por parte de las comunidades indígenas curripacos y cuinaves. Los estudios sobre este ecosistema, indican que los fibrales que crecen sobre suelos arenosos son más pobres y presentan cerca de 377 individuos por hectárea y los fibrales sobre suelos arcillosos llegan a 602 individuos por hectárea.

LOS TEPUYES

Las formas extraordinarias de vida que hay en las inexpugnables cimas de los tepuyes, monumentales mesas de la roca granítica más antigua del mundo, que emergen envueltas en nubes en medio de la selva amazónica, han suscitado siempre el deseo de conocerlas y fueron fuente de inspiración para el escritor inglés Sir Arthur Conan Doyle, en su novela Mundo perdido.

Tanto la biota como las culturas que albergaron estas fabulosas formaciones de la Amazonia colombiana fueron por mucho tiempo desconocidas; una de las primeras expediciones para explorarlas, la realizó en 1820 el botánico Carl von Martius, quien logró solamente llegar hasta la base de las mesas de Araracuara. La serranía de La Macarena fue objeto de una gran exploración por parte del botánico Jesús Idrobo y en la década de 1980, varios investigadores lograron establecer campamentos temporales en las cimas de la serranía de Chiribiquete.

La provincia de Guayana Occidental, que abarca las tierras bajas y serranías aisladas del oriente colombiano, suroccidente venezolano y norte brasilero, forma parte del Escudo Guayanés, una de las formaciones más antiguas del planeta, que data de hace unos dos mil millones de años, durante los cuales se han erosionado progresivamente y han formado impresionantes mesas, aisladas de la llanura amazónica por paredes verticales de más de 1.000 m de altura.

La biota de las cumbres de los tepuyes está muy diferenciada de la del resto de la región guayanesa y de la de cualquier otro bioma planetario; solo se han encontrado similitudes, aunque remotas, con los ecosistemas de páramos andinos. Además de su elevada diversidad, estas cimas se caracterizan por poseer muchas especies únicas y relictuales, así como adaptaciones muy particulares a ambientes tropicales fríos, pobres en nutrientes. Esto ha llevado al establecimiento de una provincia biogeográfica llamada Pantepuy, que es discontinua —está constituida por las cumbres tepuyanas por encima de los 1.500 m de altitud— y tiene una extensión total de unos 5.000 km2. Su flora es relativamente conocida, aunque todavía queda mucho por explorar; hasta ahora, se han documentado 2.322 especies, pertenecientes a 630 géneros y 158 familias; 766 de estas especies —33%— son endémicas, muchas de ellas de un solo tepuy y 1.517 —65,3%— son endémicas del Escudo de Guayana. Así como existen 23 géneros endémicos de Pantepuy y 85 de Guayana, hay una familia —Tepuianthaceae— endémica de Pantepuy y cuatro del Escudo de Guayana.

Las plantas están especialmente adaptadas a las condiciones ambientales de suelos sobre rocas cristalinas, ácidos y extremadamente pobres en nutrientes, a la exposición permanente a fuertes vientos desecantes y a la fuerte fluctuación térmica de temperaturas, con altas tasas de evaporación acompañadas de intensa radiación, lo que ha generado una flora de apariencia rústica y achaparrada, de tallos tortuosos capaces de tolerar largos períodos de sequía y falta de nutrientes.

Entre los principales factores que dieron origen a esta flora única se cuentan los siguientes:
  • Una historia geológica larga y su muy temprana aparición en la historia del planeta, probablemente desde el Cretáceotardío, hace más de 70 millones de años.
  • El aislamiento de los tepuyes por procesos de erosión a diferentes intervalos de tiempo.
  • La combinación de condiciones edáficas, climáticas particulares.
  • La conexión con elementos florísticos de los refugios amazónicos y de los Andes, antes y después de los cambios climáticos del Pleistoceno, así como su antiquísima relación con elementos florísticos de Australasia.
Estos elementos le otorgan características especiales a tan singular región. Algunos de los 23 géneros endémicos de las cimas de lostepuyes son reconocidos por el nombre del tepuy donde se encuentran: el Chimantaea del tepuy Chimantá, el Duidaea del tepuy Duida y el Neblinaea del tepuy Neblina, el de mayor altitud del macizo, con 3.014 m. Las elevadas mesas de los tepuyes en Venezuela son el escenario de la caída de agua más alta del mundo, el salto Ángel, con cerca de 980 m de caída vertical.

El Escudo Guayanés se adentra en el territorio colombiano y emerge formando un conjunto de mesas y serranías como los cerros de Mavecuri, las serranías de Tunahí, del Naquén, La Lindosa y Chiribiquete, la serranía de La Macarena y los afloramientos de El Tuparro en la Orinoquia. Se estima que la extensión original del complejo geológico guayanés debió de ser de más de un millón de kilómetros cuadrados; en Colombia ocupa un área de por lo menos 250.000 km2; en la actualidad, después de prolongados procesos de fracturamiento, disección y erosión, solamente subsiste un 20 a 25% del área original, conformada por pequeños fragmentos con forma de cerros tabulares aislados.

LOS TEPUYES DE LA SELVA DE TRANSICIÓN

En el extremo oriental del departamento de Guainía, donde se desarrollan selvas de transición hacia las sabanas de la Orinoquia, varios cerros de poca altura, que forman parte del Escudo Guayanés, emergen unos 200 a 300 m sobre el nivel del piso. Al sur de Puerto Inírida se destaca el conjunto de cerros Mavecuri, El Mono y Pajarito, tepuyes fuertemente erosionados, de laderas suaves y rodeados por suelos arenosos, profundos y bien drenados, que soportan una cobertura boscosa discontinua, de poca altura —10 a 15m—, con algunos árboles y palmas emergentes del géneroSyagrus.

En las áreas más abiertas de sus alrededores, con suelos superficiales, crecen matorrales esclerófilos dispersos y en las planicies, sobre sustrato rocoso, se forman pequeños pantanos con vegetación graminoide y arbustos y varillales característicos de lascaatingas. Sobre la roca desnuda se encuentran plantas xerófilas con un metabolismo adaptado para soportar grandes fluctuaciones de temperatura, déficit hídrico y escasez de nutrientes; se destacan Bromeliáceas, Cactáceas, Agaváceas, algunas Orquidáceas y la extraña familia Velloziaceae, capaz de tolerar la extrema desecación de la planta. Donde las fluctuaciones de temperatura están entre 30 y 60ºC, se desarrollan algunos líquenes y organismos microscópicos formados por cianobacterias epilíticas y endolíticas que degradan la roca y le extraen nutrientes. Las lluvias lavan los nutrientes de la roca con superficie oscura aparentemente inhóspita y humedecen los suelos arenosos que soportan alguna vegetación.

También en el Guainía, al sur del departamento, en los límites con Brasil, sobresale en el paisaje la serranía de Caranacoa, que hace parte de la Reserva Natural de Puinawai, vocablo indígena que hace referencia a la cosmogonía puinave, según la cual, en estos cerros tuvo su origen la humanidad. Hacia el occidente, cerca de la mesa de Mariapiri y sobre la ribera norte del río Inírida, emergen de la selva como inselbergs o cerros islas, los cerros Cangrejo, Rayado y Tigre.
Los primeros estudios sobre las selvas del Guainía, realizados por los biólogos Mireya Córdoba y Andrés Etter, revelan una enorme diversidad florística con un total de 678 especies que representan más de 307 géneros y 104 familias. Se identificaron 74 especies de leguminosas, 49 de Rubiáceas y 37 de Melastomatáceas, entre otras, así como 11 géneros de los 140 que se reconocen como endémicos para la región de Guayana.

La vegetación abierta es la de sabana amazónica sobre suelos arenosos, donde predominan las Ciperáceas, Eriocauláceas, Xiridáceas y Juncáceas; otras formaciones vegetales comunes son los bosques sobre arenas blancas en bajos pantanosos que circundan las sabanas, donde se desarrollan bosques medio densos y arbustales arbolados con apariencia de varillales. La región también se caracteriza por su gran diversidad de fauna, los grupos con mayor diversidad son las aves y los mamíferos; de los 180 mamíferos que se han observado, son de especial interés dantas, venados, osos palmeros, nutrias, perros de agua y siete especies de primates entre los que se destacan el churuco, el mico diablo, el choyo; también hay poblaciones de cachicamos, armadillos gigantes u ocarros —los más grandes del mundo que pueden llegar a pesar hasta 30 kilos—, ñeques y puercoespines.

A unos 150 km al suroriente de San José del Guaviare, en el departamento de Guaviare se encuentra la serranía de Tunahí, que forma parte de la Reserva Nacional Natural Nukak. El complejo de formaciones rocosas no sobrepasa los 700 m de altitud y presenta diferentes mesas y picachos escarpados donde afloran areniscascuarcíticas estratificadas, de la formación Araracuara. En el sustrato limoso–arenoso de las cimas plano–cóncavas de los cerros se presenta una cobertura vegetal rica en Ciperáceas, Poáceas, Xiridáceas y Bromeliáceas y en las laderas, sobre suelos arenosos bien drenados, se desarrolla un bosque bajo y achaparrado, con arbustos de hojas esclerófilas de los géneros Bonnetia yTernstroemia. En la vertiente norte de la serranía, que forma parte de la cuenca de la Orinoquia, nacen varios afluentes de aguas negras que forman el río Inírida, en cuyas vegas se desarrolla una exuberante selva inundable, con especies de cacao de monte, caraño y cuyubí y maderables de importancia como el caimo y el cabo de hacha; entre las palmas se destacan la asaí, la cumare y el chipo. En los sectores de terrazas altas crece una selva de altillanura sobre suelos bien drenados.

Esta área de reserva es de gran importancia cultural porque constituye un refugio para los indígenas cazadores–recolectores nukak, emparentados con los makú de Venezuela y Brasil, grupo que conserva su forma de vida nómade y muchas de sus tradiciones selváticas.

La franja de transición entre la selva amazónica y la sabana orinocense presenta mesas bajas muy erosionadas, como la Mesa de La Lindosa, cerca a San José del Guaviare y otros cerros que están rodeados por tierras fuertemente transformadas para la agricultura y la ganadería.

LA SERRANÍA DE LA MACARENA

El tepuy más occidental del Escudo de Guayana, que prácticamente se incrusta en la cordillera de los Andes es la serranía de La Macarena, una formación geológica con un longitud de 120 km aproximadamente y un ancho entre 20 y 40 km , que en algunos sectores sobrepasa los 2.000 msnm.

Esta serranía es considerada como un enclave biogéográfico de gran valor, debido a que allí convergen elementos de flora y fauna andinos, amazónicos, guayanenses y orinocenses; es por esto que en 1989 fue declarada Parque Nacional Natural e integrada a un área de manejo especial de conservación, del cual también hacen parte los parques nacionales Cordillera de Los Picachos y Tinigua. Esta zona constituye un verdadero gradiente ecológico que integra ecosistemas de montaña andina, con los de selva húmeda tropical y los de sabana; sin embargo, se observa un avanzado proceso de fragmentación de la selva para convertirla en tierras aptas para ganadería y agricultura.

En los picos más elevados de la serranía crecen selvas altimontanas de bosques bajos, cuyos elementos florísticos tienen afinidad con algunos de los Andes, como los bosques achaparrados de encinos y de gaquillos de los géneros Clusia y Tovomita; a esta altitud las neblinas frecuentes y la alta humedad favorecen el epifitismo, así como el desarrollo de abundantes musgos y de un estrato herbáceo denso y rico en heliconias. En el extremo norte, en las cimas del piso medio, se presentan bosques sobre suelos más profundos arcillosos que soportan grandes árboles de abarco, con diámetros promedio de un metro y altura de 20 a 30 m; en contraste, en el extremo sur, sobre los afloramientos rocosos de mesetas que ascienden hasta 1.300 msnm, donde el déficit de nutrientes y estrés hídrico y térmico son factores que limitan el crecimiento de la vegetación, se desarrollan bosques bajos y matorrales achaparrados, en los que se encuentran plantas altamente especializadas, como laVellozia macarenensis, endémica de la región y la bromelia terrestre del género Navia, entre otras.

Estas dos especies tienen en común que no requieren del suelo para subsistir, puesto que desarrollaron la capacidad de tomar nutrientes de la lluvia; la Vellozia lo hace a través de un sistema de raicillas que surgen del ápice de la planta y la Navia almacena el agua como una planta tanque. Los estudios ecofisiológicos han demostrado que la principal estrategia de las especies de ambientes extremos es su alta tolerancia a la desecación —pueden subsistir en condiciones de extrema marchitez— y la tolerancia al fuego; después de un incendio, la Vellozia reverdece y florece, gracias a que parte de los nutrientes de las cenizas son reabsorbidos por las raíces de su tallo. En suelos totalmente arenosos la estrategia de muchas plantas se orienta a la carnivoría, como ocurre con el género Drosera, cuyas hojas rojizas están provistas de múltiples tentáculos glandulosos que secretan un mucílago especial para atraer y atrapar diminutos insectos que luego son digeridos.

La fauna en la serranía es igualmente diversa y vistosa; en las partes bajas hay elementos de la Amazonia y la Orinoquia y en las altas, de los Andes y de Guayana. Existen ocho especies de primates: el macaco, el zocayo, el tití, el maicero, el araguato, el choyo, la marimonda y el mico de noche o tutamono, único género de primates con actividad nocturna. Varios mamíferos fitófagos —comedores de hierbas— habitan La Macarena; algunos ramonean en los claros o a la orilla de los cuerpos de agua y otros, como los tapires y pecaríes, prefieren vivir entre el follaje aprovechando que su cuerpo está perfectamente adaptado a deslizarse entre la vegetación tupida. Entre las aves de la serranía se destacan los tinamúes, la gallineta azul, el paujil y el tente, este muy apreciado por los indígenas debido a que hace mucho ruido ante la presencia de serpientes.

LA SERRANÍA DE CHIRIBIQUETE

La serranía de Chiribiquete, la más representativa de los tepuyes de la Amazonia colombiana es actualmente Parque Nacional Natural. El conjunto de mesas planas tiene una longitud de unos 300 km, una anchura promedio de 90 km y las cimas de estas moles de granito pueden alcanzar entre 700 a 1.000 m sobre le nivel del piso. Con una orientación sur–norte, la mayor área del macizo se localiza en el departamento de Caquetá y luego de ser cortado por el río Apaporis, continúa en el departamento de Guaviare. Los ríos negros como el Mesay y el Yarí nacen en la serranía y lentamente erosionan la dura arenisca del macizo antiguo formando un cauce estrecho y encajonado para entregar sus aguas al Caquetá.

El modelado de la superficie es muy variable; tiene algunos sectores planos y otros planos con ondulaciones, separados por profundas grietas labradas por procesos erosivos de más de 500 millones de años, algunas de las cuales son tan amplias que separan completamente un tepuy de otro. Las formas columnares que emergen sobre las grandes mesas forman angostos valles e infinidad de laberintos que semejan un mundo perdido. En el borde inferior de las mesas la erosión genera una terraza corta donde se acumula el material que se erosiona desde arriba y sobre el que crece una vegetación de bosques bajos y matorrales.

En la estructura vertical del tepuy se pueden reconocer varios tipos de flora. La de la base presenta características similares a la hylea de la planicie amazónica; sin embargo, aproximadamente el 18% de la flora es autóctona del Escudo de Guayana; en el talud superior, de mayor pendiente, crecen bosques densos y altos, que al aproximarse a la escarpada reducen su porte; en dichos bosques, el 17% de los géneros son propios de la cima y del talud; en el escarpe de areniscas cuarzosas se desarrolla una vegetación especialmente adaptada a vivir en ambientes rocosos y en la cima se encuentran 39 géneros, muchos de ellos endémicos del Escudo Guayanés. Existen otros ambientes que aún no se han explorado en detalle, como los de las cuevas y cavernas formadas como resultado de la disolución de la roca granítica de la formación Roraima.

En las expediciones realizadas entre 1991 y 1992, los botánicos y ecólogos encontraron nuevos tipos de comunidades vegetales, especialmente adaptados a estas antiguas formaciones, como los bosquecitos bajos y achaparrados de los géneros Bonnetia,Tepuianthus y Licania. En la roca granítica crecen matorrales deVellozia, planta que en Chiribiquete mide aproximadamente 1 m de altura, se ramifica en tallos con forma de roseta y utiliza las raíces sólo para fijarse al piso; los nutrientes los toma de las lluvias, a través de un complejo sistema interno de filamentos que tiene en el tallo.

El acceso al agua y a los nutrientes son aspectos críticos para la sobrevivencia de las plantas que crecen en las rocas graníticas y en los suelos arenosos de los tepuyes; dichas plantas han desarrollado especial tolerancia a las condiciones extremas de escasez de nutrientes, fuerte radiación y alta temperatura. Debido a que el agua se pierde rápidamente en los suelos arenosos, algunas plantas presentan hojas duras y correosas, cuyo tamaño reducido y el ángulo de posición en el tallo, o el cubrimiento con cutículas o resinas, evitan el sobrecalentamiento y la pérdida de nutrientes. Otras formas de vida se han adaptado elaborando un tanque en el que almacenan agua, como es el caso de la bromelia Brocchinia y algunas, como ciertas especies suculentas, guardan el agua en los tejidos. La germinación rápida y los ciclos de vida cortos les sirven a algunas especies para aprovechar tiempos favorables y otras como la Utricularia o la pequeña roseta de Drosera optan por la carnivoría como estrategia para adquirir nutrientes a partir de los pequeños invertebrados que atrapan en sus hojas glandulosas.

La fauna de la serranía y sus alrededores está compuesta por numerosos mamíferos, entre los que se encuentran varios murciélagos —insectívoros, frugívoros y hematófagos—, armadillos, ñeques, pecaríes, borugos, dantas, perros de agua o nutrias, monos maiceros, monos de noche, y felinos como el puma y el tigrillo. Algunas de las aves que habitan este sector son el guácharo, especialmente adaptado a la cavernas, el gallito de roca, la guacamaya roja, el barranquero, el martín pescador y varias gallinetas; entre los reptiles se destacan el caimán negro y la babilla del Apaporis, cuyas condiciones de aislamiento se deben a la presencia de los grandes raudales.

Se han reportado muchas especies de las que no se tenía noticia en la región, entre las que se encuentran 40 de lepidópteros —mariposas—, 78 coleópteros —escarabajos— y 16 endemismos a nivel de subespecies.

Al analizar el riquísimo conjunto de miles de pictografías halladas en el Parque Nacional Natural de Chiribiquete, se pudo establecer que a lo largo de milenios hubo presencia humana en los abrigos rocosos de la zona, pero no se observan vestigios de asentamientos permanentes. Probablemente fueron grupos nómades de cazadores y recolectores los que dejaron las representaciones, cuya variada temática fue clasificada por los investigadores de la siguiente manera:
  • Naturalista o seminaturalista con motivos zoomorfos, entre los que se destacan por su abundancia, el jaguar, el ciervo y bandadas de animales, entre otros.
  • Seminaturalista–esquemática con representaciones antropomorfas, que no suelen ser figuras aisladas, sino asociaciones narrativas muy variadas, como escenas de caza, recolección sobre palmeras, transporte de alimentos, danzas, luchas y motivos relacionados con la fecundidad.
  • Fitológica de carácter naturalista o seminaturalista de palmeras, unas aisladas, otras en germinación, que aluden a la idea de fecundidad.
  • Ideográfica, donde aparecen manos, en algunos casos asociadas con elementos faunísticos.
En el extremo sur de las mesas de la serranía de Chiribiquete, se localizan las mesas de Araracuara, lugar que fue asiento de una famosa colonia penal durante 33 años —1938 a 1971— y muy cerca el río Caquetá cruza imponente formando poderosos raudales y cachiveras.

Hacia el sur, en los raudales de Araracuara, el destacado botánico alemán Karl Friedrich von Martius, tuvo contacto en 1820 con los indígenas karijona de la región, ya desaparecidos; allí aún subsisten algunas comunidades como los andoke, los muinane y los huitoto, que luchan por conservar su tradiciones y su cultura, a pesar de la presión de la colonización. En el siglo XIX, en la región comprendida entre los ríos Caquetá y Putumayo, la casa Arana —angloperuana— esclavizó a los indígenas para extraer del caucho, látex que produce el tronco de la siringa; esta vasta zona llegaba hasta El Encanto en la región del río Cara Paraná.


   
     

Representación de un jaguar, realizada con tinturas vegetales, sobre corteza del árbol de yanchama.
Niños tikuna jugando en medio de la selva inundable del río Loreto Yacú.
El maguaré es un instrumento de percusión que utilizan los indígenas de la Amazonia para comunicarse a grandes distancias los principales acontecimientos de la comunidad, como la pelazón de una adolescente.
Los primeros pobladores de la Amazonia encontraron los abrigos rocosos de las serranías del Escudo Guayanés y en ellos representaron escenas de su vida cotidiana.
La chagra es un espacio que los indígenas abren en medio de la selva para sembrar diferentes plantas medicinales, rituales y de uso común. La dinámica de la recuperación de la naturaleza les enseñó  a manejar estos cultivos itinerantes que producen poco i
Las mujeres son las encargadas del cuidado de la chagra, donde cosechan plátano, yuca, ají, tabaco, coca, diversas palmas, algunas hierbas y frutales.
En la maloca viven varias familias pertenecientes a un mismo linaje. Son enormes construcciones donde se llevan a cabo todas las actividades domésticas y algunas rituales.
Los techos de las malocas son elaborados en palma de caraná, Lepidocaryum tenue. La técnica del tejido se trasmite de generación en generación.
El recurso vegetal de la selva es abundante y puede ser aprovechado de una manera sostenible, para generar ingresos a las comunidades de indígenas y colonos.
En esta página. Fruto de copoazú, Theobroma grandiflorum, cuya pulpa es comestible; también se ut
Frutos de la palma asaí, Euterpe oleracea, especie promisoria para la producción de aceite.
Flor de achira, Canna edulis, de cuyas raíces se obtiene harina para elaborar diversos alimentos.
El principal medio de transporte en la Amazonia es el fluvial. Para el desplazamiento individual o de pequeños grupos se utilizan canoas llamadas peque. Las grandes embarcaciones movilizan carga y pasajeros.
Diversidad de productos propios de la región que se comercializan en los mercados locales.
Artesanías elaboradas en palo sangre, Brosimum rubescens.
La ganadería es una de las prácticas que más perjudican los suelos de la Amazonia.

Niña indígena tikuna en la población de Puerto Nariño.
Cabaña de acopio en las riberas del río Loreto Yacú.
Tronco de la siringa, Hevea brasiliensis, de donde se extrae el látex.
Pesca artesanal en los raudales de Araracuara.
CAPÍTULO 7
 EHOMBRE Y LA AMAZONIA
Desnudos, apenas adornados con pintura sobre sus cuerpos y rostros, un pequeño grupo de hombres, mujeres y niños emergieron de la selva un día de 1988, cerca a la población de Calamar, al sur de San José del Guaviare. Nadie los había visto antes, no se comprendía su lengua, tampoco se conocía su procedencia; se trataba de un grupo de nukaks, que junto con los achagua, desano, embera katio, guayabero, huitoto, karijona, nasa, puinave, tikuna, yagua, yanacona y 50 comunidades nativas más, constituyen el último reducto de pueblos indígenas que, después de 500 años, permanecen en la Amazonia colombiana luchando por conservar sus tradiciones.

Los nukak —uno de los pocos grupos de cazadores nómadas que permanecen en el mundo— y otros grupos conocidos genéricamente como makú, forman parte de la familia lingüística Makú–puinave que tradicionalmente ha ocupado las áreas interfluviales del noroccidente amazónico, cuya población no supera los 3.000 individuos. Su forma de vida los llevó a establecer una relación de mutuo beneficio con el medio; sus hábitos de recolección, caza selectiva, corte de ciertas especies de árboles durante los traslados y abandono de sus campamentos transitorios, han ido creando parches en la selva que se tornan altamente productivos gracias a la abundancia de semillas, especialmente de palmas como la milpesos, que ellos depositan después de consumir el fruto, lo que demuestra que es posible un manejo silvicultural del medio, sin necesidad de implementar una horticultura de roza y quema. De esta manera han subsistido armónicamente en la selva desde tiempos ancestrales, pero actualmente se encuentran en proceso de aculturación y están a punto de desaparecer, pues sólo 200 siguen dispersos por las selvas del norte y el centro del Guaviare, en tanto que 300 de ellos se encuentran en los alrededores de San José del Guaviare.

Investigaciones arqueológicas realizadas en el medio río Caquetá, a 50 kilómetros de Araracuara, en el sitio de Peña Roja, revelaron, con base en el hallazgo de semillas de ocho especies de palma que hicieron parte de su dieta, la ocupación humana del territorio por parte de cazadores recolectores hace entre 9.000 y 9.300 años. En los abrigos rocosos de la serranía de Chiribiquete las evidencias de asentamientos se remontan a 5.500 años antes del presente, pero es muy probable que estos se hayan presentado desde hace unos 10.000.

De acuerdo con la antropóloga Elizabeth Reichel, otros grupos que llegaron por las selvas de la Amazonia, fueron los que dieron origen a las culturas de la región y a las andinas; eran pequeñas bandas de pescadores, cazadores y recolectores nómadas, que a partir del año 5.000 antes del presente, iniciaron el cultivo de yuca y de maíz y desarrollaron técnicas de tala y quema, con cultivos rotatorios, lo que les aseguró la subsistencia. Cerca del río Guaviare, al suroriente de la serranía de La Macarena, se encontró un abrigo rocoso que fue habitado hace 7.250 años por grupos que explotaron los recursos del bosque utilizando herramientas como raspadores elaborados enchert, cuarzo y cuarcita; el hábitat donde desarrollaron sus actividades era selvático y hace unos 5.000 años comenzaron a desplazarse hacia los Andes.

CONOCIMIENTO Y USO TRADICIONAL DE LA SELVA 

Los grupos indígenas han logrado preservar buena parte del conocimiento ancestral sobre el manejo de la selva y el aprovechamiento de las especies de flora y fauna que el medio les brinda. Expertos en etnobotánica estiman que de las 80.000 plantas que hay en la Amazonia, en la parte colombiana unas 1.500 son usadas como medicinas o venenos; algunas son sagradas y sólo las emplean los chamanes y otras son de uso común para los nativos. La cultura occidental apenas hasta ahora ha comenzado a investigar el vasto recurso que se deriva de los compuestos químicos producidos por las plantas de la selva húmeda tropical y sus aplicaciones. Los indígenas de la Amazonia han desarrollado dos formas de utilización de la selva: el esquema de los nómadas, forma de vida de los nukak–makú, basada en la caza y la recolección y el esquema de los grupos sedentarios, cuya subsistencia se basa en la horticultura itinerante de las chagras.

LAGRICULTURA ITINERANTE 

La dinámica natural forma claros de diferentes tipos y tamaños en la selva amazónica, debido a que grandes árboles son derribados por vientos y tormentas, en ocasiones acompañados de incendios. El hombre aprendió a reconocer y a manejar la oferta de recursos de la selva y con el tiempo convirtió la formación de claros en la selva en un modelo de agricultura itinerante de bajo impacto, conocido comochagra o conuco, en el cual, mediante el sistema de tala y quema realizado durante la época seca, se preparaba el terreno para cultivar plantas alimenticias y para usos rituales.

La chagra no es simplemente un claro en la selva o un terreno de cultivo; es un espacio de fertilidad de dominio femenino, que complementa la maloka, vivienda multifamiliar indígena. El hombre es el encargado de elegir el terreno que ocupará la chagra, el cual, después de curado por el chamán, es talado con la ayuda de la comunidad y después quemado, en compañía de la pareja matrimonial.

En corto tiempo las plantas cultivadas disponen de los nutrientes liberados por las cenizas y comienza un proceso natural de sucesión vegetal o enrastrojamiento que además de proteger el suelo de la erosión, enriquece la chagra con especies herbáceas, algunas de uso medicinal como la caña agria, utilizada para combatir la fiebre y la hierba golpe, para las inflamaciones. Después de cosechadas las plantas de ciclos más largos como la yuca y el plátano, la chagraes abandonada y comienzan a crecer especies pioneras maderables, palmas y bejucos, como el curare o bejuco escalera. En fases más avanzadas de la sucesión vegetal surgen árboles tan importantes como las yanchamas o frutales como el juan soco que produce un látex que sirve como pegante para calafatear botes o para fabricar chicle; también es empleado para combatir la diarrea.

La ubicación, tamaño y composición de la chagra varía de acuerdo con las características de los suelos y los requerimientos básicos de cada grupo familiar. Entre la amplia variedad de plantas utilizadas, unas son transitorias: achira, ají, arroz, batata, caña, coca, dale dale, goiteño, mafafa, maíz, maní, ñame, piña, platanillo, plátano, yuca brava, yuca dulce, pupunha y tabaco; otras son perennes: anón amazónico, banano, barbasco, cacao, caimo, chontaduro, guacure, guamo, lulo, maraca, marañón, ucuye y uvilla. Las plantas se disponen en un arreglo espacial en el que la coca ocupa un lugar estratégico de carácter simbólico y de relaciones entre las plantas y las condiciones ambientales.

Las chagras abandonadas forman parte de un complejo sistema de terrenos intervenidos, algunos de más de 80 años, cuya estructura y composición es similar a la de la selva natural, pero enriquecida con palmas y árboles frutales; el conjunto de chagras en barbecho o descanso forma una especie de mapa que permanece en la memoria colectiva, de tal manera que las nuevas chagras se ubican donde estaban las más antiguas.

ABUNDANCIA DE ESPECIES PROMISORIAS

Las especies vegetales utilizadas por las comunidades indígenas de la Amazonia pueden ser entre 1.600 y 1.800. En los estudios de la bióloga Constanza La Rota sobre las plantas utilizadas por la comunidad miraña, que habita a lo largo del río Caquetá, se identificaron 264 especies útiles, de las cuales 81 son alimenticias, 23 venenosas, 9 tinturas, 14 sirven para construcción de vivienda, 4 para fabricación de canoas o implementos, 27 para la elaboración de utensilios domésticos, 40 son mágico–medicinales, 6 sirven para preparación de sales vegetales, 4 para inciensos, 19 son febrífugos, 10 bacteriostáticos, 19 gastrointestinales, 8 antirreumáticos, 6 antiofídicos, 8 analgésicos, 8 antiinflamatorios, 5 bronquiales, 3 curan las fracturas, 8 son cicatrizantes, 3 hepáticos, 2 para el riñón, 3 oftálmicos, 23 dérmicos, 1 hemostático, 1 contra las quemaduras y 1 ótico.

La antropóloga Elizabeth Reichel describió así el legado de los indígenas de la Amazonia:

«Tanto por la diversidad de especies de flora y fauna, como por la complejidad de los ecosistemas amazónicos, los aborígenes se vieron excepcionalmente estimulados para crear diversos modelos de adaptación. Tal diversidad les ofreció un laboratorio sin par, en el que desplegaron soluciones y fórmulas para su medicina, alimentación, recreación y vivienda, su organización económica, política y social, así como para su arte y filosofía. De otra parte, la contribución de estas poblaciones amerindias ha sido y es enorme, tanto para Colombia como para el mundo. Los indígenas de selva húmeda tropical experimentaron y desarrollaron conocimientos que hoy son parte de nuestra medicina, farmacéutica, economía, filosofía, literatura, arte, política, arquitectura, biología y astronomía. Aún hay muchas lecciones más que debemos escuchar y defender. Nos ofrecen, además, modelos alternativos de organización social y de manejo ambiental. Todo ello se les debe reconocer, retribuyéndoles respeto y autoridad».

EBIOCOMERCIO

El manejo de los recursos biológicos de la Amazonia se sustenta en el biocomercio sostenible, definido por el Instituto Humboldt como el conjunto de actividades de recolección o producción, procesamiento y comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad nativa, bajo criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica; a diferencia del comercio tradicional, busca la conservación de la biodiversidad, al tiempo que promueve el desarrollo humano y económico de la población que depende de este recurso, excluye el uso de especies altamente amenazadas y respeta la libre determinación de las comunidades indígenas, afroamericanas y campesinas, de participar en cualquier iniciativa de estas características. Gracias a su riqueza en materia de biodiversidad, Colombia puede lograr una adecuada utilización de una amplia gama de productos y servicios provenientes de la biodiversidad, que en el mercado mundial están en un continuo crecimiento. El mercado de los productos naturales no maderables se estima en US$ 60 billones anuales, el de extractos vegetales medicinales en US$ 16,5 billones, el de drogas provenientes de plantas en US$ 30 millones y el turismo basado en el entorno natural genera más de US$ 260 billones anuales.

La Amazonia ofrece un gran potencial para el biocomercio sostenible gracias a sus servicios ambientales y su diversidad de productos, que sirven para extraer aceites esenciales, colorantes naturales, plantas aromáticas y medicinales, gomas naturales, resinas y oleorresinas, aceites y grasas vegetales, extractos vegetales, maderas finas, alimentos y ecoturismo, entre otros. Entre las especies promisorias algunas pueden ser utilizadas como frutas, o ser transformadas debido a la calidad de su pulpa, como elcopoazú, el maraco, el borojó, el anón amazónico, la granadilla cimarrona, el camu camu, la uchuva y el lulo amazónico. Para la producción de aceites de alta calidad o para la producción de palmito se pueden cultivar las palmas milpesos, chontaduro y asaí y los árboles umarí y tacay. Se encuentran productoras de nueces, como el olla de mono y el algarrobo y varias productoras de frutos y maderas, como el juan soco, el marañón gigante y el guaimaro.

Muchas de las maderas finas que han sido explotadas selectivamente, se pueden aprovechar y conservar mejor con un adecuado manejo, tal es el caso del cedro macho, el cedro amargo, el cedro achapo, la caoba y el grandillo, que son de gran demanda en el mercado.

LFAUNA SILVESTRE

La inmensa variedad de mamíferos, anfibios, aves, reptiles e insectos representa un enorme potencial que puede ser aprovechado de manera sostenible; durante el período 1995–2001 se comercializaron cerca de 15 millones de peces ornamentales extraídos de los ríos Caquetá y Putumayo y de los ríos Amazonas y Putumayo se obtuvieron 51.000 toneladas de peces de consumo como el baboso blanco, el guacamayo, el capitán, el barbiplancho y el bocachico. Sin embargo, para lograr la sostenibilidad es necesario aprender a manejar las poblaciones en su hábitat natural y lograr su reproducción en cautiverio.

El desarrollo incipiente de la explotación de la fauna silvestre en la Amazonia colombiana frente a una oferta tan grande, se debe, según Luis Guillermo Baptiste, a un proceso histórico de marginalización social y económica. La conservación de la fauna silvestre en los países en desarrollo como Colombia, donde su uso es, además de tradicional un factor de supervivencia, no puede basarse en prohibiciones que minimicen los beneficios a los pobladores, sino en un manejo sostenible que, de acuerdo con los nuevos desarrollos es biológicamente necesario y posible. El manejo de los recursos de fauna puede plantearse bajo dos esquemas: uno de protección, que minimiza las presiones externas negativas sobre un determinado tipo de fauna que se encuentra en serio peligro de desaparición y otro manipulativo que cambia o influye sobre el tamaño de las manadas, a través de las modificaciones en su alimento, su hábitat, la cantidad de predadores y el control de las enfermedades.

GRANDES RETOS PARA LA AMAZONIA COLOMBIANA

A pesar de las dificultades, el país ha dado un gran paso al integrar las nuevas dinámicas del biocomercio sostenible impulsadas por el Instituto Humboldt, con la construcción de una agenda regional o Plan de Acción para cada departamento amazónico, liderada por el Instituto Sinchi. De acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo —UNCTAD—, son necesarias algunas medidas de planificación, tomadas por parte de los gobiernos, las comunidades y el sector privado. Se debe formular un marco jurídico y normativo, adquirir capacidades técnicas y empresariales, obtener información de los mercados y acceso a ellos, formular planes de conservación de la biodiversidad y fomentar la capacidad para proponer planes empresariales sólidos en el sector de los productos del biocomercio.

En el contexto regional, los países amazónicos afrontan el reto de promover el desarrollo sostenible de esta vasta región y al mismo tiempo lograr un mejor entendimiento en la utilización de las riquezas naturales de la Amazonia. En el plano nacional y liderado por el Sinchi con la participación de otras instituciones, mediante el Plan de Acción —Agenda 21—, en el 2006 y 2007 se asumió el desafío de resolver tres problemas claves: la creación de una política de largo plazo para la Amazonia colombiana, que reoriente las dinámicas de desarrollo con criterios de sostenibilidad en aspectos como el político el socioeconómico, el cultural y el ecológico y articule las gestiones implementadas con el Gobierno Nacional; el fomento e integración de los procesos de investigación en la región y el fortalecimiento de la Agenda 21 entre las instituciones regionales y nacionales. Estas políticas deben contemplar, tanto para los procesos de conservación como para los de desarrollo sostenible, el mantenimiento de los ambientes ecológicos esenciales y la conservación y manejo de la diversidad biológica en todos los niveles —genético, organismos, poblaciones y ecosistemas—.

AFRONTAR EL CAMBIO CLIMÁTICO

El clima esta cambiando a nivel global y regional como ocurrió muchas veces en el pasado; es probable que muy pronto debamos afrontar cambios dramáticos que traerán profundas consecuencias en los ecosistemas de la Amazonia, los cuales van a afectar otros ecosistemas vecinos y a la población. El problema central es que no estamos preparados para enfrentar tales cambios y no se están tomando las medidas de adaptación adecuadas.

La organización mundial de conservación WWF, predice un ambiente más calido y seco para la región y una disminución en la precipitación en la Amazonia; por esta razón, el mundo necesita evaluar la vulnerabilidad a este cambio e intensificar los esfuerzos de conservación de la biodiversidad. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático —IPCC— confirmó que el calentamiento global esta afectando los sistemas biológicos alrededor del globo; lo que desconocemos es en qué medida afectará la Amazonia colombiana y la vertiente andina en aspectos como el ciclo hídrico; sin embargo, es difícil diferenciar cuáles efectos se deben realmente al cambio climático y cuáles a la deforestación o a la sinergia entre los dos.

Los cambios climáticos en la Amazonia afectan la región andina, cuyo calentamiento es patente desde hace más de tres décadas. Desde 1990, a nivel mundial se registraron aumentos en la temperatura de 0,2ºC por cada década y entre 1974 y 1998 el incremento en la región andina fue de 0,34ºC; es decir, 70% más que el promedio. Como reflejo de la relación Andes–Amazonia, algunos eventos climáticos en los Andes han sido extremos, como las inundaciones en algunos lugares y las sequías o granizadas extraordinarias en otros. Algunos modelos que predicen cómo las ciudades son afectadas por el cambio climático, publicado por la Secretaría General de la Comunidad Andina, estiman que en 2025 el 70% de la población urbana tendrá dificultades para acceder a fuentes de agua limpia. En 2020 alrededor de 40 millones de personas podrían verse afectadas por la falta de agua para su consumo y para la producción de energía eléctrica y la agricultura, cifra que alcanzaría a afectar a 50 millones en el 2050, debido a la desglaciación de los Andes. Estas deficiencias representarían en el año 2025, para los países de la Comunidad Andina, una pérdida económica de aproximadamente US$ 30.000 millones anuales, lo que equivale al 4,5% del PIB.

El cambio climático es una seria amenaza para la Amazonia colombiana, para sus ecosistemas periféricos y para el país, debido a la mayor frecuencia de fenómenos climáticos a los que, como el de El Niño, se les debe prestar atención inmediata. En este ámbito, el IDEAM busca afanosamente y con tecnología de punta, dar respuesta a los numerosos interrogantes que surgen del Proyecto Piloto Nacional de Adaptación al Cambio Climático, para así poder mitigar estos cambios que son irreversibles.

EENTORNO SOCIAL

Uno de los mayores retos en relación con la Amazonia colombiana tiene que ver con la solución de los problemas sociales que históricamente han afectado a la Amazonia y la Orinoquia. Primero fueron los generados por los españoles que durante la Colonia se adentraron en estas selvas en busca de El Dorado y en su transcurrir sometieron a los indígenas. Posteriormente, en la zona comprendida entre los ríos Caquetá y Putumayo, en una vasta zona de caucherías cuyos centros de acopio eran La Chorrera, en el área del río Igara Paraná y El Encanto en la región del río Cara Paraná, se desarrolló la más infame explotación de los indígenas que eran esclavizados, torturados y asesinados cuando el patrón lo consideraba conveniente; la Casa Arana —angloperuana— fue la gran explotadora en dicha región y pronto creó una red en el interior de la selva. El caucho se extraía del tronco de la siringa, cuyo látex recogían los indígenas y como los árboles estaban dispersos, debían recorrer diariamente grandes distancias para llevar el producto a la barraca, donde el propietario lo recibía como contraprestación de algunas mercancías que les había adelantado previamente, lo cual generaba un endeudamiento imposible de saldar. Ante las atrocidades cometidas, el gobierno inglés ordenó una investigación y como resultado, en 1913 se publicó en Londres El libro rojo del Putumayo, donde se denunciaban los crímenes cometidos por Arana; la situación no se modificó y cuando los peruanos tuvieron que ceder sus pretensiones sobre la región colombiana del norte del Putumayo, con la firma del Tratado Salomón–Lozano, en 1924, los caucheros fueron llevados en condiciones inhumanas hacia el Perú. En ese mismo año, José Eustasio Rivera publicó La Vorágine, novela en la que denunció la situación de las caucherías y la presencia de la Casa Arana en Colombia.

Recientemente los conflictos propios de la colonización agroindustrial, la explotación minera y energética y los derivados de las economías ilícitas y el narcotráfico, han sido los causantes del deterioro en la calidad de vida de indígenas y colonos. Frente a situaciones que van desde la abierta confrontación de proyectos políticos antagónicos, hasta la pugna por la distribución, uso y explotación de los recursos, se deben diseñar políticas que además de resolver el conflicto contribuyan con el establecimiento de los mecanismos ideales para incrementar la protección de la Amazonia colombiana, lo que a su vez contribuirá con la preservación de la más grande reserva forestal del mundo y con ella, del mayor banco genético de especies.

       
CAPITULO  8  MAPAS

Para descargar el mapa de click sobre la imagen que se presenta a continuación:
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Mapa que muestra la distribución aproximada de los bosques tropicales en el mundo. Se representa la cobertura de bosques de montaña, bosques secos y caducifolios, y los bosques o selvas de tierras bajas —adaptado de FRA, Forest Resources Assessment, 2005—.
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Mapa de la Amazonia con las cinco regiones propuestas por la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica.
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Mapa de la Amazonia de Colombia





CAPITULO  9      LISTADO DE ESPECIES

NOTA: Este listado no constituye un inventario exhaustivo de las especies de fauna y flora, se presenta como una guía taxonómica, en la cual se citan los nombres científicos de las especies asociadas al nombre vernáculo con el cual fueron relacionadas en el escrito.
FLORA
Abenca
Acapú
Aceituno, chichique
Achapo blanco, cedro achapo
Achupaya
Agraz, uvillos de páramo
Aguacatillo de páramo
Algarrobo
Amargoso
Amarillo
Andiroba
Angelim rajado
Anime
Aninga
Anón amazónico
Anturio
Arazá
Arenillo
Arrayán
Asaí
Balso
Barbasco
Batata
Bejuco canelo
Bejuco carare
Bejuco de agua
Bejuco escalera de mono
Bejuco manoesapo
Bejuco tripepollo
Bejuco yaré
Borojó nativo
Borrachero
Bromelia terrestre
Buchón
Cabo de hacha
Cacao cimarrón, maraco
Cacao de monte
Cacao de monte
Cacao de monte, copoazú
Café
Caimarón
Caimito
Caimo
Camu camu
Canelo, ají de páramo
Canilla de tente
Caña agria
Caña agria
Caña brava
Cañagria cimarrona
Caobo
Capinurí
Capirona
Caraño, incienzo
Cardita
Carguero
Carguero
Carguero de sabana
Cariseco
Carnívora de pantano
Castaña del Brasil
Castaña espinosa
Caucho
Caucho, siringa
Cedrillo
Cedro blanco o amargo
Cedro, cedro macho
Ceiba
Cheflera
Chicle
Chipo, granadillo
Chiquichiqui
Chite o carga rocío
Chuchuhuaza
Chusque
Clavo
Coca
Col de monte
Coloradito
Comino real
Copaiba, copay
Copal negro, laurel
Copoazú
Cordoncillo blanco
Corozo
Curare
Dale dale
Encenillo
Falsa poa
Flor de Inírida
Flor de Inírida
Flor morado
Frailejón
Frailejón
Frailejón
Frailejones
Gaque
Gaque de piedra
Gaquillo
Garrocho
Granadilla cimarrona
Granadilla de monte
Guaimaro
Guamo
Guaque o cucharo
Guayacán, palo de arco
Guayusa
Helecho
Hierba golpe
Higuerón matapalo
Huito
Inchi, tacay
Incienzo blanco
Jobo
Juan soco
Lacre
Lagunero
Laurel
Lechuguilla de agua
Leguminosa
Loto amazónico
Lulo amazónico
Madroño
Mafafa
Mangle
Mangle
Mano de oso
Manzano de monte
Marañón
Marañón gigante
Masano
Mata culebra, papa de monte
Matandrea, caña agria
Mortecino
Motilón
Motilón
Musgo
Ñame
Olla de mono
Orejinegro
Paja ratona
Palma aguaje de varillal
Palma aguaje, canangucha
Palma aguajillo
Palma bacaba, pusuy
Palma bombona
Palma carana
Palma chambira
Palma chontaduro
Palma colepato
Palma cumare
Palma milpesos, seje
Palma real
Palma trepadora
Palma yagua
Palma yarina
Palma yavarí
Palma zancona
Palmito
Palo brasil
Palo de achote
Palo de brea
Palo de sabaleta
Papa
Pasto gramalote
Pasto oloroso
Peine mono
Pino colombiano
Piña
Planta carnívora
Platanillo
Pomarroso de Malaca
Popay
Pringamosa
Quiche
Quina
Quinilla, balata
Raflesia
Raque
Rascadera
Renaco
Reventadera
Rodamonte
Sachajo
Saladillo
Saltón o charne
Sangretoro
Sauce playero
Sietecueros
Siringa, caucho
Soliman
Tarriago
Teca
Toche marrano
Tominejo
Uchuva, vejigón
Ucuye
Umarí
Uñegato
Uvilla
Uvo, uva caimarona
Vara santa, palo santo
Violeta
Yagé
Yanchama
Yanchama blanca
Yanchama colorada, lechero
Yanchama ojé
Yanchama roja
Yarumo
Yarumo de bajo
Yoco
Zamia sp.
Minquartia guianensis
Humiria balsamifera
Cedrelinga catenaeformis
Puya gigas
Vaccinium meridionale
Persea 
sp.
Hymenaea oblongifolia
Ageratina tinifolia
Nectandra 
spp.
Carapa guianensis
Zygia racemosa
Protium apiculatum
Motrichardia arborescens
Rolllinia edulis
Anthurium 
spp
Eugenia stipitata
Qualea ingens
Eugenia 
sp.
Euterpe precatoria
Ochroma pyramidale
Caryocar gracile
Ipomoea trifida
Tynanthus panurensis
Aristolochia 
sp.
Pinzona coriacea
Bauhinia guianensis
Cissus erosa
Philodendron 
cf. deflexum
Heteropsis flexuosa
Borojoa sorbilis
Brugmansia 
sp.
Navia 
sp.
Eichornia crassipes
Iryanthera laevis
Theobroma bicolor
Herrania cuatrecasana
Herrania nycterodendron
Theobroma glaucum
Coffea arabiga
Pourouma cecropiaefolia
Chrysophyllum argenteum
Pouteria trilocularis
Myrciaria dubia
Drymis granadensis
Ischnosiphon obliquus
Costus longebracteolatus
Costus spiralis
Gynerium sagitatum
Renealmia alpinia
Swietenia macrophylla
Pseudolmedia laevis
Capirona decorticans
Trattinnickia aspera
Paepalanthus columbiensis
Pachira brevipes
Schweileira 
sp.
Oxandra polyantha
Billia colombiana
Utricularia neottioides
Bertholletia excelsa
Caryocar glabrum
Hevea brasiliensis
Hevea guianensis
Brunellia goudoti
Cedrela 
sp.
Cedrela odorata
Ceiba pentandra
Schefflera actinophylla
Lacmellea 
sp.
Terminalia amazonia
Leopoldinia piassaba
Hypericum lancioides
Maytenus 
sp.
Chusquea tessellata
Ludwigia decurrens
Erythroxylum coca
Anthurium uleanum
Polylepis serisea
Ocotea costulata
Copaifera officinalis
Dacryodes chimantensis
Theobroma grandiflorum
Piper aduncum
Acrocomia aculeata
Curarea 
cf. tecunarum
Calathea allouia
Weinmannia tomentosa
Holcus lanatus
Guacamaya superba
Schoenocephalium martianum
Tabebuia rosea
Espeletia hartwegiana
Espeletia schultesiana
Espeletiopsis corymbosa
Espeletia pycnophyla
Clusia alata
Clusia schomburgkiana
Clusia insignis
Viburnum triphyllum
Passiflora coccinea
Passiflora nitida
Oxandra mediocris
Inga acrocephala
Clusia multiflora
Tabebuia chrysantha
Ilex guayusa
Blechnum 
sp.
Pseudelephantopus spicatus
Ficus sphenophylla
Genipa americana
Caryodendron orinocense
Protium 
sp.
Spondias mombin
Couma macrocarpa
Vismia schultesii
Macrolobium angustifolium
Nectandra longifolia
Pistia stratiotes
Brownea grandiceps
Victoria amazonica
Solanum sessiliflorum
Garcinia madruno
Alocasia 
sp.
Rhizophora 
sp.
Avicenia 
sp.
Oreopanax floribundus
Bunchosia armeniaca
Anacardium occidentale
Anacardium giganteum
Clathrotropis macrocarpa
Dracontium spruceanum
Renealmia alpinia
Grias neuberthii
Hyeronima alchorneoides
Chrysochlamys bracteolata
Géneros varios
Dioscorea trifida
Lecythis pisonis
Geogenanthus poeppigii
Calamagostris effusa
Mauritia carana
Mauritia flexuosa
Mauritiella aculeata
Oenocarpus mapora
Iriartea deltoidea
Lepidocaryum tenue
Astrocaryum chambira
Bactris gasipaes
Geonoma 
sp.
Astrocaryum aculeatum
Oenocarpus bataua
Attalea insignis
Desmoncus orthacanthos
Attalea cryptanther
Phytelephas macrocarpa
Astrocaryum jauari
Socratea exorrhiza
Geonoma 
sp.
Brosimum rubescens
Protium opacum
Symphonia globulifera
Caraipa utilis
Solanum tuberosum
Paspalum repens
Anthoxantum odoratum
Apeiba membranacea
Podocarpus oleifolius
Ananas comosus
Drossera 
sp.
Heliconia 
sp.
Eugenia malaccensis
Pouteria cuspidata
Urera baccifera
Tillandsia recurvata
Cinchona 
sp.
Manilkara bidentata
Raflesia arnoldii
Vallea stipularis
Dieffenbachia 
sp.
Ficus pertusa
Pernettya prostrata
Escallonia myrtilloides
Mansoa standleyi
Caraipa llanorum
Bucquetia glutinosa
Virola calophylla
Tessaria integrifolia
Tibouchina lepidota
Hevea pauciflora
Duroia hirsuta
Phenakospermun guianense
Tectona grandis
Goupia glabra
Palicourea crocea
Physalis angulata
Macoubea guianensis
Poraqueiba sericea
Uncaria guianensis
Pouruma melinonii
Pourouma cecropiifolia
Triplaris americana
Ipomoea acuatica
Banisteriopsis caapi
Ficus obtusifolia
Ficus maxima
Brosimum utile
Ficus insipida
Poulsenia armata
Cecropia membranacea
Cecropia latiloba
Paullinia yoco
INVERTEBRADOS
Abeja sin aguijón
Alas de cristal
Araña lobo
Avispa
Avispas carnívoras
Chicharra
Cucaracha
Escarabajo
Hormiga Azteca
Mariposa
Mariposas amarillas de piéridos
Mosca
Termita
Trigona fulviventris
Cithaerias erba
Lycosa tarantula
Vespula 
sp.
Mischocyttarus 
sp.
Quesada 
sp.Gén. Dictiópteros, Blátidos
Gén. Coleópteros
Azteca 
sp.
Nymphalidae 
sp.
Phoebis 
sp.Gén. Dípteros
Cryptotermes 
sp.
PECES
Baboso
Bagre
Delfín gris
Delfín rosado, bufeo colorado
Dentón o pez perro
Guyumbo
Mojarra
Natinga
Pirarukú
Raya
Tambaqui o gamitana
Temblón
Goslinia platinema
Pseudoplatystoma fasciatum
Sotalia fluviatilis
Inia geoffrensis
Hoplias malabaricus
Simbrabchus marmoratus
Geophagus 
sp.
Lepidosiren paradoxa
Arapaima gigas
Potamotrygon 
sp.
Colossoma macropomum
Electrophorus electricus
ANFIBIOS
Rana
Rana
Rana
Rana
Rana
Salamandra
Sapo
Sapo gigante del neotrópico
Eleutherodactylus unistrigatus
Eleutherodactylus w-nigrum
Eleutherodactylus petersorum
Gastrotheca ruizi
Hyla lanciformis
Bolitoglossa 
sp.
Rhamphophryne acrolopha
Buffo marinus
REPTILES
Anaconda o güío negro
Boa o pitón arborícola
Cachirre o babilla
Caimán blanco
Caimán llanero
Caimán negro o jacaré
Tortuga charapa
Tortuga cupiso
Tortuga taricaya
Eunectes murinus
Corallus hortulana
Paleosuchus trigonatus
Caiman crocodylus
Crocodylus intermedius
Melanosonchus niger
Podocnemis expansa
Podocnemis sextuberculata
Podocnemis unifilis
AVES
Aguila cienaguera
Bataráz
Chulos y gualas
Colibrí hermitaño
Colibríes
Cóndor de los Andes
Coquito o ibis negro
Corocoras
Gallineta azul
Gallito de roca
Garza blanca real
Garza común
Garzas vaco
Garzón soldado
Gaviotines
Guacamaya azul y amarillo
Guacamaya bandera
Guacamaya roja o escarlata
Guacamaya verde
Guácharo
Hojarasquero
Ibis verde
Tingua, gallito de pantano
Lora cariamarilla
Lora real
Martín pescador
Paujil
Paujil amazónico
Pava de monte
Tinamú
Trepatroncos
Busarellus nigricollis
Picoides lignarius
Coragyps atratus, Cathartes sp.
Phaethornis 
sp.Gén. Trochilinae
Vultur gryphus
Phimosus infuscatus
Eudocimus ruber
Tinamus tao
Rupicola peruviana
Casmerodius albus
Egretta thula
Trigrisoma 
sp.
Jabiru micteria
Gén. Sternidae
Ara ararauna
Ara macao
Ara chloroptera
Ara militaris
Steatornis caripensis
Automolus 
sp.
Mesembrinibis cayennensis
Jacana jacana
Amazona amazonica
Amazona farinosa
Chloroceryle 
sp.
Mitu tomentosa
Crax globulosa
Penelope obscura
Tinamus major
Dendrocolaptes 
sp.
MAMIFEROS
Angelito, osito trueno
Araguato, mono aullador
Ardilla
Armadillo
Armadillo gigante
Barrigudo o choyo
Boruga o lapa
Choyo
Chucuto
Churuco
Coendú, puercoespín trepador
Comadreja
Cotudo o mono aullador
Curí
Guache
Guagua
Guatín o ñeque
Huapo negro o mico volador
Jaguar o tigre mariposo
Kinkayú u oso mielero
Lapa
Leopardo
Macaco
Manatí amazónico
Marimonda
Marmosa
Mico diablo
Mico maicero cariblanco
Mono araña
Mono churuco o lanudo
Mono diablillo
Mono leoncito
Murciélago
Murciélagos
Nutria o perro de agua
Ocarro o armadillo gigante
Ocelote o tigrillo
Oso de anteojos
Oso hormiguero angelito
Oso hormiguero o palmero
Oso perezoso de dos dedos
Oso perezoso de tres dedos
Puercoespín
Puma
Ratón
Ratón arborícola
Saíno o pecarí collarejo
Saíno o pecarí labiado
Tamandúa, oso hormiguero
Tapir o danta
Tigrillo arborícola
Tití, mono ardilla
Tutamono
Ulama o gato de monte
Venado cola blanca
Venado conejo
Venado soche
Zarigüeya
Zocayo
Zorro gris
Cíclopes didactylus
Alouatta palliata
Sciurus granatensis
Dasypus novemcinctus
Priodontes maximus
Lagothrix lagotricha
Agouti taczanowskii
Lagothrix lagotricha
Cacajao melanocephalus
Lagothrix lagothricha lagothricha
Coendou prehensilis
Mustela frenata
Alouatta seniculus
Cavia porcellus
Nasuella olivacea
Dinomys branickii
Dasyprocta fuliginosa
Pithecia monachus
Panthera onca
Potos flavus
Agouti paca
Leopardus tigrinus
Callicebus torquatus
Trichechus inunguis
Ateles belzebuth
Gracilinanus dryas
Saguinus inustus
Cebus albifrons
Ateles belzebuth
Lagothrix lagothricha
Callimico goeldii
Cebuella pygmaea
Sturnira aratathomasi
Orden chiroptera
Pteronura brasiliensis
Priodontes maximus
Leopardus pardalis
Tremarctos ornatus
Cyclopes didactylus
Myrmecophaga tridactyla
Choleopus hoffmani
Bradypus variegatus
Coendou prehensilis
Felis concolor
Olallamys albicauda
Microryzomys minutus
Tayassu tajacu
Tayassu pecari
Tamandua tetradactila
Tapirus terrestris
Leopardus wiedii
Saimiri sciureus
Aotus vociferans
Eira barbara
Odocoileus virginianus
Pudu mephistophiles
Mazama rufina
Orden Didelphimorphia
Callicebus cupreus
Urocyon cinereoargenteus